Bajo la óptica empresarial, el balance es pesimista. Los brutales grados de legitimidad con los que llegó Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República alimentaban las buenas expectativas, con todo y que los grandes señores del capital pensaban lo contrario. Sin embargo, conforme corría el tiempo, las alertas comenzaron a encenderse y entre las recientes decisiones que descompusieron esta historia destaca la consulta a mano alzada que tiró la inversión por 1,400 millones de dólares de Constellation Brands.
En este momento domina la percepción de que la narrativa presidencial se endurecerá, con la consecuente toma de decisiones que traerá malas noticias para la comunidad empresarial. De esta forma, mientras en algunos discursos el presidente sostiene que la inversión privada es clave para resucitar el crecimiento económico, en los hechos la ideología se impone y no se perciben señales que animen a pensar en un futuro prometedor.
Es un secreto a voces: si la retórica contra la inversión continúa en 2021, los planes de desinversión pueden tomar forma. No se trata de una actitud caprichosa, dicen empresarios consultados, sino de una estrategia pura de negocio ante la incertidumbre prevaleciente.
Del otro lado, el balance es obsequioso. Los seguidores del obradorismo observan una conducción enfocada, congruente, sin miramientos. Celebran todas aquellas medidas que, en su opinión, están desmantelando el sistema de privilegios que pervivió por años y, en cambio, aplauden la lucha por una justicia tributaria y redistributiva.
A dos años de distancia, la memoria colectiva alberga episodios positivos y negativos. La estabilidad macroeconómica debe reconocerse. La calificación del país se sostiene, el tipo de cambio no se ha disparado, al igual que la inflación y los niveles de deuda (el Banco de México ha sido un actor fundamental en ello). Pero hay otro músculo que sí está provocando profundos desequilibrios y malestar, que se manifiesta a través de recursos malorientados y en la generación de una plataforma de control político que espanta la inversión.