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Misión 2021: consolidar el plan de AMLO

Es un secreto a voces: si la retórica contra la inversión continúa en 2021, los planes de desinversión pueden tomar forma, señala Jonathán Torres.
lun 23 noviembre 2020 11:59 PM

(Expansión) – Esto es apenas el comienzo. Dos años están por cumplirse de la llamada cuarta transformación y el modelo de pensamiento impulsado por Andrés Manuel López Obrador ha enseñado solo una parte de la que está hecho. La pandemia, que ha tirado expectativas en el mundo, en México provoca ajustes pero hay una ideología que se impone. Los próximos 12 meses pretenden ser el periodo de consolidación del plan presidencial. Para bien o para mal.

El próximo 1 de diciembre, los llamados a la polarización volverán a capturar los reflectores. El discurso presidencial que celebrará su II Aniversario dividirá, provocará júbilo y condena, esperanza y zozobra. Será un martes agitado que volverá a demostrar que, en política, el tiempo sí pasa inútilmente pues los años no han sido suficientes para encontrar puntos en común sobre el camino que permita mejorar el estado de las circunstancias en nuestro país.

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Bajo la óptica empresarial, el balance es pesimista. Los brutales grados de legitimidad con los que llegó Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República alimentaban las buenas expectativas, con todo y que los grandes señores del capital pensaban lo contrario. Sin embargo, conforme corría el tiempo, las alertas comenzaron a encenderse y entre las recientes decisiones que descompusieron esta historia destaca la consulta a mano alzada que tiró la inversión por 1,400 millones de dólares de Constellation Brands.

En este momento domina la percepción de que la narrativa presidencial se endurecerá, con la consecuente toma de decisiones que traerá malas noticias para la comunidad empresarial. De esta forma, mientras en algunos discursos el presidente sostiene que la inversión privada es clave para resucitar el crecimiento económico, en los hechos la ideología se impone y no se perciben señales que animen a pensar en un futuro prometedor.

Es un secreto a voces: si la retórica contra la inversión continúa en 2021, los planes de desinversión pueden tomar forma. No se trata de una actitud caprichosa, dicen empresarios consultados, sino de una estrategia pura de negocio ante la incertidumbre prevaleciente.

Del otro lado, el balance es obsequioso. Los seguidores del obradorismo observan una conducción enfocada, congruente, sin miramientos. Celebran todas aquellas medidas que, en su opinión, están desmantelando el sistema de privilegios que pervivió por años y, en cambio, aplauden la lucha por una justicia tributaria y redistributiva.

A dos años de distancia, la memoria colectiva alberga episodios positivos y negativos. La estabilidad macroeconómica debe reconocerse. La calificación del país se sostiene, el tipo de cambio no se ha disparado, al igual que la inflación y los niveles de deuda (el Banco de México ha sido un actor fundamental en ello). Pero hay otro músculo que sí está provocando profundos desequilibrios y malestar, que se manifiesta a través de recursos malorientados y en la generación de una plataforma de control político que espanta la inversión.

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Dos años se han ido con un sabor agridulce. ¿Qué sigue? ¿Cuál es la prioridad: la pandemia o el proyecto político? Sería plausible un corte de caja, pero todo apunta a que la estrategia será consolidar lo que se ha hecho en lo que va de esta gestión. La maquinaria presidencial no se detendrá. El problema es que ésta tiene sus fallas, algunas de sus partes requieren de una profunda reparación. Así como están, no ofrecerán el rendimiento esperado. Todo lo contrario.

Pero la narrativa oficial no tiene ni tendrá variaciones. Primero los pobres, el combate contra la corrupción, el fin del capitalismo de cuates… Nadie puede ir en contra de ello. Pero tampoco es recomendable el voluntarismo, la mirada única, la creencia de que todas las manzanas del jardín están podridas. Tampoco es así.

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La iniciativa contra el outsourcing intensificará la descomposición en la relación entre empresarios y gobierno. Mientras la llamada cuarta transformación sostiene que en el fondo está la redignificación de los derechos laborales, el sector privado asegura que la competitividad está en riesgo.

Así, al margen de la batalla que esperan librar en el Congreso, algunos representantes de la comunidad empresarial ya tienen un Plan B: producir en plantas ubicadas en el extranjero y operar en México con el equipo humano que no implique un sobre costo laboral. Es decir, despidos a la vista.

Nota del editor: Jonathán Torres es periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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