En su momento causó risa y pena ajena que uno de los candidatos del gobierno para el cargo de comisionado de la CRE confundiera los teléfonos celulares con los Certificados de Energía Limpia (CEL). Sin embargo, rápidamente, todo el andamiaje institucional del sector energético, con un enfoque de autonomía técnica y separación de funciones desde la reforma del 2013, fue colonizado bajo preceptos como “99% lealtad, 10% experiencia”. Hoy, la CFE da órdenes a las instancias que deben regularla: sea emitir reglamentos para quebrar el mercado de los CEL o autorizar un alza de 800% en tarifas de transmisión.
No debe extrañar que la inversión en energía y otras áreas se haya desplomado. Tampoco que la corrosión institucional vaya a más, a riesgo de un grave retroceso democrático.
No es difícil imaginar lo que podemos perder los ciudadanos si, en vez del INAI, garante del derecho de acceso a la información pública y la protección de datos personales, son el gobierno y las dependencias obligadas a la transparencia quienes decidan –juez y parte– qué divulgar o no.
Se aduce como pretexto la “austeridad republicana”, pero quién ahorra y para qué. El Ifetel tiene un presupuesto de 1,500 millones de pesos (mdp); nada frente a ahorros reales y directos para el pueblo como la disminución del costo de telefonía celular por más de 44% en cinco años, efecto de la reforma de telecomunicaciones y de este órgano autónomo.
Para comparar, a la refinería de Dos Bocas, destinada a perder dinero como condición existencial, le meterán 45,000 mdp este año. La Cofece cuesta menos de 600 mdp anuales: ¿cuánto puede ahorrarnos a los consumidores por combatir y disuadir prácticas monopólicas?
Todas estas instituciones son perfectibles, pero de ahí a que resulten innecesarias o su autonomía intrascendente hay mucha distancia. No son piezas de cambio de las que un gobierno en turno pueda disponer a su arbitrio: son activos del Estado mexicano, que lo trasciende, así como garantes de derechos y libertades. ¿Cómo será el país si, en vez del INE, las elecciones las vuelve a organizar la Secretaría de Gobernación, como cuando se caía el sistema y el partido hegemónico se llevaba “carro completo”?