Emprender implica muchos riesgos. Se calcula que de cada 10 empresas que se crean, solo dos duran más de cinco años.
Los empresarios que logran crear y desarrollar en el tiempo empresas productivas -con disciplina en la toma de decisiones, las personas adecuadas a cada puesto y capacitadas, motivadas, con inversión constante y reinversión de utilidades; eficiencia en los procesos; expansión del negocio mediante nuevos productos o servicios; crecimiento regional e internacional- deben buscar que las empresas logren el mayor porcentaje de utilidades que la empresa pueda generar.
Con estas utilidades se debe actuar de forma responsable con los trabajadores que ayudan a generarlas, con las comunidades donde las producen, con el medio ambiente, con el pago justo de impuestos, y por supuesto, con los inversionistas al pagar dividendos y aumentar el valor patrimonial de su participación en la empresa.
Con estos dividendos se crean nuevas empresas y así se va formando un circulo virtuoso que genera riqueza en el país, más empleos, impuestos, y si estos son bien aplicados, permiten al país avanzar en eliminar la pobreza, a generar la movilidad tan necesaria de la clase baja a la media en la población.
Incluso, ante las nuevas tecnologías, debería haber un pacto entre empresarios y gobierno, a fin de preparar al país a una transición hacia los empleos que se van a requerir, y ya se requieren en la nueva economía; por ejemplo, programadores de calidad que permitan a México ser un país donde se genera tecnología, software de inteligencia artificial, apps, etcétera. El promedio de edad en México es de 29 años (Censo 2020 del INEGI), debemos aprovechar esto para entrar al mercado de la tecnología en todas sus formas.
En México hacen falta muchos más empresarios y debemos cambiar la visión del papel que tienen en la sociedad. ¿Quiénes van a generar los millones de empleos que el país requiere si no son los empresarios? Si consideramos además que el mayor porcentaje de empleos son generados por las micro y pequeñas empresas, debemos entonces fomentar cada día una mayor inversión en empresas que les provean de los productos y servicios, financiamiento adecuado que requieren; más con la pandemia.
¿Es mala la generación de riqueza, de utilidades? Por supuesto que no, todo lo contrario, el problema es la dificultad para generarla, por lo que, lo realmente malo es su destrucción.
México no debe pensar en “utilidades razonables”, debe pensar en contar con una planta productiva competitiva a nivel mundial, es una obligación de las empresas, el gobierno y los sindicatos.
Se puede y, porque se puede, debemos hacerlo.
Nota del editor: Mauricio Hubard es Fundador y Presidente de Juntos Financiera , estudió Relaciones Industriales en la Universidad Anáhuac del Sur, graduado de la escuela de Negocios de Harvard (Harvard Business School) en la maestría ejecutiva “Owners, President Management Program, OPM “ en la generación 34, es miembro activo del Harvard Alumni Association, ha tomado diversos cursos en esta escuela relacionados con Microfinanzas, Gobierno Corporativo, entre otros; Desarrollo de Instituciones Financieras en el JFK School of Goverment de Harvard, también de Responsabilidad Social de las Empresas por la Universidad de Stanford y el ESADE de Barcelona. Escríbele a hubardm@gmail.com. Síguelo en su cuenta de Twitter . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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