Por el otro, la Guardia Nacional de México permanece en la frontera sur, como un intento de desincentivar los cruces informales, a la par de hacinar las estaciones migratorias a pesar de los riesgos sanitarios. Más allá de los números que pudieran reportar las autoridades, se trata de historias de personas que se someten a condiciones inhumanas y se exponen a un sinfín de crímenes con tal de huir de su realidad.
Antes de decidir cómo afrontar la problemática hay que entenderla e, incluso antes, reconocerla.
México
México es un país único por su posición como país de inmigración, emigración y transmigración. Recientemente, el fenómeno migratorio se ha salido de las manos del gobierno. No hay un registro de quiénes ingresan por el sur, ni un control de su paso por nuestro territorio.
Además, durante su travesía, las personas migrantes corren el riesgo de lastimarse al intentar subirse al tren conocido como La Bestia; frecuentemente son víctimas de violaciones, robos y extorsión; deben velar por su supervivencia y la de sus familiares; y agotan sus recursos al pagar a los polleros o coyotes 6,000 dólares por cabeza, en promedio, para ser parte del tráfico de personas hacia el otro país.
Al llegar a la frontera norte se encuentran con obstáculos que merman sus aspiraciones, por lo que deben ingeniar maneras de sobrevivir en México mientras se resuelve su situación.
Estados Unidos
Durante la administración de Donald Trump, una serie de políticas públicas, estrategias y programas como “Remain in Mexico” desalentaron y atemorizaron a los aspirantes, ya que las posibilidades de éxito se redujeron drásticamente. Con la victoria de Joe Biden, parecía ser un nuevo amanecer para la inmigración hacia ese país. Desde el inicio de su mandato anunció una iniciativa para otorgar residencia a más de 11 millones de personas indocumentadas.
Además, se garantizó la continuidad de programas como la acción diferida para los llegados en la infancia. Finalmente, prometió más apertura y permisividad en el ingreso de nuevos migrantes. Lo anterior catalizó el arribo de miles de personas con la esperanza de beneficiarse de esta nueva visión. Sin embargo, la realidad dista de cumplir con esas expectativas.
Situación actual
En mayo de 2019, la Patrulla Fronteriza (CBP) aprehendió a más de 144,000 personas, un pico histórico. A raíz de ese momento, las amenazas arancelarias de Trump, el giro de 180 grados en la política migratoria mexicana y la formación de caravanas marcaron el tono de los medios hacia la migración.
Con la pandemia de COVID-19, los flujos disminuyeron drásticamente, los esfuerzos del gobierno se desviaron, desalojaron los albergues y se profundizó la complejidad para cruzar ante una crisis sanitaria y económica. En abril de 2020, la cifra de detenciones bajó a 17,000.
No obstante, los huracanes que golpearon a Honduras, el incremento en la violencia, la pérdida de empleo y los estragos económicos devolvieron el cauce a los flujos migratorios. A finales de año, el cambio de gobierno trajo oxígeno a esa llama.
De acuerdo con CBP, las aprehensiones en febrero de 2021 ascendieron a 100,000 personas, de los cuales, casi 10,000 eran menores de edad no acompañados, un aumento de casi 30% respecto de enero.