Partamos de un hecho que, hasta ahora, parece inevitable: 7 de cada 10 empresas no logran llegar a los cinco años de operación. Es decir, emprender es a todas luces un “deporte” de alto riesgo y un sinsentido probabilístico.
Y la primera pregunta obvia es: ¿por qué tan dramática estadística?
Un problema complejo de esencia no tiene solución única y abre un amplio espacio para discernir hasta llegar al punto de partida con pocas y no contundentes respuestas, pero en los emprendedores, así como en pequeños y medianos empresarios, siempre hay un elemento en común: la falta de información financiera clara, sencilla, oportuna y contextualizada.
Analicemos, cuando estás en esta etapa de tu vida profesional:
- Los estados financieros están en el fondo de tu escala de prioridades; tu mente, cuerpo y alma están concentrados en hacer que tu retoño tenga vida y logre cierta estabilidad.
- La administración es más intuitiva que metodológica, en donde el cuánto tenemos en caja y cuánto debemos son el pulso.
- El contador (o despacho externo de contadores) funge principalmente como el vehículo de medios de pago y cobro, así como de declaraciones fiscales y normalmente son portavoces de malas noticias: “ya no tenemos dinero”, “mañana es pago de impuestos”, etc.
- La información de los estados financieros le pertenece al negocio y están en su propia base de datos aislados de los de otras compañías, complicando la generación de un análisis comparativo y contextual.
Los tiempos que vivimos serán condescendientes si nos atrevemos, pero implacables si nos apegamos. Ya sabemos que el monolitismo en el manejo de los estados financieros de las empresas los hace poco claros, inoportunos y, sobre todo, no contextualizados, pero hoy existe un elemento que nos permite dar un golpe de timón, cerrar esta etapa para siempre y abrir un espacio que maximice la probabilidad de éxito: la convergencia tecnológica.
Específicamente me refiero a dos elementos cuya utilización, si bien no tan reciente como muchos creen, sí con crecimientos potenciales en últimas fechas que nos han permitido ganar dominio en la técnica: blockchain e inteligencia artificial.
El primero se encarga de dar transparencia, certidumbre, credibilidad y, sobre todo, seguridad al océano de datos con los que una empresa cuenta. No podemos olvidar que son los datos confidenciales de nuestras empresas los que ahí habitan y son la materia prima para la elaboración del combustible que detona y potencia al segundo elemento, la inteligencia.