Desde finales de 2021 se anunció que en México hay al menos 30 startups con el potencial de convertirse en unicornio. La mayoría de ellas son parte del ecosistema fintech, que de por sí se encuentra a la cabeza de esta categoría, tanto en México como en América Latina.
Entre enero y marzo de 2022, países como India han logrado consolidar 13 más a su lista, mientras que en el mismo periodo del año pasado apenas habían logrado sumar cinc. Pero en México el panorama es diferente, ¿tan rápido se encuentran en peligro de extinción los unicornios?
¿Qué falta?
A lo largo de los últimos dos años se conjugaron diversos factores que permitieron que florecieran las startups mexicanas. Por un lado, supieron aprovechar una oleada de capital de riesgo proveniente de Silicon Valley y otros ‘clústers’ tecnológicos del mundo para desarrollar productos y servicios con soluciones novedosas a problemas de mercado o industrias especializadas, particularmente de sectores que contaban con oferta atomizada y poco profesionalizada.
Por otro lado, se trata de empresas que, a pesar de la crisis que supuso la pandemia por COVID-19, supieron aprovechar las oportunidades que presentó una agresiva transición hacia lo digital en toda la región. Fue en esa coyuntura que los unicornios mexicanos refinaron su oferta e hicieron valer el contexto de la emergencia sanitaria para expandir su captación de usuarios y consolidar su modelo de negocios.
Pero una vez que se han estabilizado los mercados y la industria, y se transita hacia dinámicas postpandemia, todo parece indicar que las startups con miras a convertirse en unicornios tendrán que redireccionar esfuerzos para lograrlo. En buena medida, porque el contexto actual pinta para ser muy diferente.
Los retos del financiamiento
Parece una obviedad decirlo pero no lo es: para que una startup alcance el status de unicornio requiere de fuertes sumas de capital de riesgo. Pero para que esos niveles de inversión lleguen, es necesario que la empresa pueda mostrar experiencia probada y que su apuesta va mucho más allá de una idea innovadora.
Las startups necesitan una cultura robusta de transparencia y rendición de cuentas, tanto al interior como al exterior, así como una administración impecable que muestre a posibles inversionistas que su dinero estará en buenas manos. Otro punto clave es la captación de clientes sin perder demasiado dinero en la adquisición de cada uno de ellos.
En resumidas cuentas, es mostrar que habrá un retorno de inversión importante para quien decida apostar por la compañía, en oposición a miles más que están compitiendo por ese dinero, ya sea en el mercado público o en rondas privadas.