Sabemos que los jóvenes son la clave para un mejor futuro en el mundo entero y en particular para Latinoamérica. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indica que la población de jóvenes en Latinoamérica es cercana a los 160 millones; muchos de ellos estudian y trabajan, ya sea de tiempo completo o medio tiempo, lo que significa que de una manera u otra están aprendiendo y aplicando habilidades relacionadas con la dirección de proyectos en su vida diaria.
Algo que cambió mi perspectiva fue entender que no debemos trabajar para los jóvenes sino con los jóvenes porque hay mucho que aprender en conjunto. Por ejemplo, su compromiso con el impacto social. Ellos aspiran a generar un impacto positivo a su entorno, están profundamente comprometidos con el cuidado del planeta y buscan el equilibrio entre el trabajo y la vida personal mientras se avocan a buscar formas de mejorar el mundo en el que vivimos.
De inicio, tenemos que reconocer que los jóvenes abordan las actividades o problemas con una mentalidad muy diferente a la de los profesionales de otras generaciones. Por lo tanto, es necesario llevar a cabo estudios e investigaciones que nos permitan comprender mejor cómo piensan los diferentes segmentos de jóvenes, con el fin de apoyarlos de una manera particular y no como a nosotros nos funcionó hace algunos años.
Esta nueva generación de talentos necesita ser escuchada para que podamos inspirarlos e impulsarlos. Necesitamos crear un ambiente donde personas con diversos niveles de experiencia puedan aprender, colaborar y creen una comunidad autogestionada que les permita modificar su realidad y fomentar el cambio.
Es en este punto donde las habilidades para la dirección de proyectos son fundamentales en un contexto más amplio de lo que normalmente se habla; se deben desarrollar habilidades técnicas, pero también habilidades impulsoras como creatividad, liderazgo colaborativo, visión innovadora entre otras que apoyen a la comunidad de aprendizaje y perspicacia de negocio.
Tenemos el compromiso de promover y aumentar el impacto en las nuevas generaciones, tanto en sus carreras, su vida personal y también en las comunidades en las que viven y trabajan. Hay que entablar la conversación con ellos, desde que son pequeños hasta los universitarios y jóvenes emprendedores.