Requiere de una gran madurez el aceptar el desorden financiero. El inicio del problema radica en mi incapacidad de mantener un estilo de vida el cual sobrepasa mi capacidad, quiero vivir muy por encima de mis posibilidades y comienzo a endeudarme a tal grado imposible de parar. Con populares frases me autoengaño para seguir, son muy frecuentes el “para eso trabajo”, “me lo merezco” o “sin miedo al éxito”, entre muchas otras.
Cuando menos lo espero ya tengo al tope las tarjetas de crédito, con una pago la otra y así me la llevo, pagando los mínimos; la situación se agrava y ahora pido un préstamo personal o de nómina, el cual se torna cada vez más complicado de cubrir porque ya no hay forma de sacar recursos. Lo siguiente es comenzar a pedirle prestado a amigos y familiares a quienes son los que menos pagaré, pienso que puedo postergar los pagos porque son de confianza y no me cobrarán como una institución, pero no considero la afectación a sus finanzas por mi imprudencia.
Lo siguiente es recurrir a instancias y financieras con tasas altísimas de interés, pero no importa caer en sus garras porque saldré del paso para tapar otro hoyo, pero sin considerar el boquete abierto por otro lado. Eso sin mencionar, mis recurrentes visitas a la casa de empeño.
Con todo ello, comienzan las llamadas insistentes para cobrar, negociaciones interminables, sin contar, las repercusiones en mi salud mental por las preocupaciones para buscar cómo salir o a quién pedirle prestado porque ya me he cerrado todas las puertas con todos mis acreedores. Llega la pérdida de sueño, de apetito, la ansiedad y desesperación.
¿Todo esto te suena familiar? ¡Detente! Es incluso por tu salud, el exceso de estrés puede acabar con tu vida, suena muy dramático pero es verdad. Toma las riendas y acepta el problema, comienza a poner orden en tu vida y tus finanzas, no vivas por encima de tu capacidad, si deseas algo ahorra para alcanzarlo y no abuses del crédito.
¿Cómo salir? Ordena todas tus deudas, lo he mencionado en colaboraciones anteriores, identifica la mayor, ya sea por monto o interés. Segundo, haz el bendito presupuesto y ¡síguelo! Establece una cantidad destinada únicamente para pagar tus deudas, ya no te endeudes, guarda las tarjetas de crédito o de plano rómpelas. Acércate a tu institución financiera para poder establer un plan de pagos, así como con tus amigos y familiares, a todos a quienes les debas.