Sin duda hubo sectores mejor preparados que otros, pero en todos los casos esta situación detonó o aceleró la transformación digital de sus modelos operativos o de negocio, que se vio reflejada en la implementación de esquemas de trabajo remoto o híbrido, con un mayor uso de herramientas digitales de trabajo, la digitalización de trámites y procesos, así como ajustes en la prestación de sus servicios o en la comercialización de sus productos a través de plataformas en línea, y en la incursión de nuevos canales de entrega a domicilio, por mencionar algunos.
Sin embargo, no siempre la tecnología se usa para lo correcto, o con un fin positivo, pudiendo tener impactos y consecuencias muy negativas. Ante este acelerado desarrollo tecnológico, las organizaciones deberían tomar esto en consideración e incorporar la ética y la responsabilidad social para orientar su uso hacia el bien común y cambiar aquellas prácticas que no estén en armonía con su entorno, para beneficiar tanto a la organización como a las personas que la integran y sus diversos grupos de interés, tomando a la innovación y la tecnología como elementos detonadores o potenciadores.
Todo esto exige una reflexión profunda y el replanteamiento de los modelos tradicionales, preguntándonos no solo el cómo o el porqué de esta transformación digital, sino el para qué, es decir su propósito; y éste debería de contemplar en el centro al ser humano, a su desarrollo integral o a la búsqueda del bien común a partir del respeto a su dignidad y los demás derechos humanos, para la construcción de una cultura de paz a partir del buen uso que se le dé a la tecnología, logrando una contribución o impacto positivo en materia económica, social y ambiental.
De esta manera podemos visualizar a la tecnología como un componente más del desarrollo sostenible, y de ahí la necesidad de que no sólo se concentre en los países más desarrollados o en el sector privado, sino que se logre transferir a los menos desarrollados o se implementen modelos para financiarla y generarla en estos mercados, involucrando a los gobiernos y a las organizaciones de la sociedad civil.