“Conforme a su resolución, el panel determinó que el T-MEC permite a los fabricantes de vehículos considerar a las partes esenciales de un vehículo terminado (motor, transmisión, carrocería, etc.) como originarias, una vez que, por separado, dichas autopartes hayan cumplido con el porcentaje mínimo de contenido regional (75%), usando las metodologías alternativas que el mismo tratado establece”, señaló el reporte sobre este triunfo comercial de la Secretaría de Economía.
Esta fue una estrategia iniciada por Tatiana Clouthier cuando estaba al frente de esta cartera y su análisis incluía el hecho de que México importa de países fuera de América del Norte muchos de los insumos y partes que ensambla para después exportar a Estados Unidos, ya sea tanto de vehículos como de autopartes.
El T-MEC exigía que, para no pagar aranceles, el 75% de la producción de automotores en México tuviera componentes producidos en la región de Norteamérica, un incremento desde el 62.5% que exigía el tratado previo (TLCAN). Su nueva versión pedía también que entre el 40 y el 45% de esta producción debe ser fabricada por operarios con sueldos no por debajo de los 16 dólares por hora.
En promedio, un vehículo requiere 4,000 piezas, muchas regionales y muchas importadas. Con la firma del T-MEC en 2018, el gobierno aceptó que el 75% de las partes esenciales de un vehículo fueran producidas en México, Estados Unidos o Canadá. Con el TLCAN, si una pieza tenía un contenido regional del 75% o más, se redondeaba al 100%. Pero para Estados Unidos el porcentaje debía ser exacto, sin redondeo.
Esto afectaba a la industria mexicana y a la canadiense, ya que gran parte de las armadoras no alcanzaban el porcentaje mínimo regional requerido y, con ello, perdían el beneficio del T-MEC, teniendo que pagar un arancel del 2.5% al exportar a Estados Unidos. México pidió en enero de 2021 un panel de expertos para analizar, caso por caso, la interpretación de esta fórmula de porcentajes de componentes, un reclamo al que se unió Canadá.
¿Qué ganamos? Un incremento en la producción de autopartes, correspondiente a los fabricantes ya instalados en México, derivado de la sustitución de importaciones de terceros países, y atracción de inversión extranjera directa para el sector. Esto es muy valioso para una industria que nos convirtió en el quinto exportador mundial de vehículos y el séptimo fabricante mundial.