(Expansión) - México acudió a la última Conferencia de Cambio Climático de la ONU, también conocida como la COP28, en la que cerca de 200 países acordaron reducir el uso de combustibles fósiles, así como triplicar la capacidad de energías renovables y duplicar la tasa de eficiencia energética para 2030. Esto sería una gran noticia, si no fuera por las políticas actuales que sabotean la posibilidad de que nuestro país contribuya de manera significativa a este compromiso global. Vayamos por partes.
México contra el cambio climático: “candil de la calle, oscuridad de su casa”
El acuerdo de la COP28, celebrado en las últimas dos semanas en Dubái, fue calificado como histórico , puesto que por primera vez en 28 años se plasma en el texto la intención de transitar para “dejar atrás” los combustibles fósiles. En años anteriores se hablaba de emisiones de gases de efecto invernadero, sin mencionar directamente a los combustibles como el petróleo o el carbón cuya quema los produce. Este acuerdo es ambicioso y refuerza la tendencia para descarbonizar la producción y el consumo en el mundo.
Sin embargo, el alcance de este acuerdo podría ser limitado, porque no es vinculante. Esto quiere decir que no hay sanciones ni mecanismos para obligar a los países participantes a cumplir con acciones locales para alcanzar la meta global. Cada país tendrá que ajustar sus planes nacionales para reducir emisiones y cumplir con estos compromisos, pero se hará de forma voluntaria. Es aquí donde preocupa la situación de México.
Si nuestro país quisiera cumplir con su compromiso de generar el 35% de electricidad con fuentes renovables para 2030, tendría que aumentar la capacidad instalada en energía eólica, solar de gran escala y solar distribuida de 14.4 GW a 57.6 GW, según Jorge Villareal, director de Política Climática en la organización Iniciativa Climática de México . Esto no solo implica invertir en nuevos proyectos de energía renovable, sino también requiere incrementar las redes de transmisión y distribución al ritmo que requiere la demanda, así como revisar las regulaciones vigentes que impactan en los proyectos de generación distribuida .
Desafortunadamente, esta agenda no es prioritaria para la “Cuarta Transformación”. Contrario a las tendencias globales, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha destacado por impulsar el uso de combustibles fósiles. Esto se ha reflejado en la construcción de una nueva refinería, apoyo presupuestal considerable a Pemex y cambios institucionales que alejan la inversión privada en proyectos de energía renovable. El objetivo es “revertir la privatización de la industria” como ha dicho el presidente, aunque eso implique incumplir los compromisos climáticos de México.
En la lucha en contra del cambio climático México se comporta como dice el dicho popular: “candil de la calle, oscuridad de su casa”. Por un lado, acude a las negociaciones multilaterales con una delegación que pide reconocer la información que la ciencia está brindando a la comunidad, pero por el otro las autoridades han sido incapaces de adoptar políticas energéticas congruentes y transversales para transitar hacia una economía baja en carbono.
Estas inconsistencias nos cuestan a todos: al mundo que difícilmente verá la reducción de emisiones necesarias para evitar escenarios catastróficos, a las empresas que quisieran invertir en proyectos de vanguardia y a los habitantes que sentiremos cada vez peor los efectos del cambio climático, sobre todo aquellas generaciones que vendrán después de nosotros.
_____
Nota del editor: Fátima Masse es Economista especializada en temas sociales. Síguela en Twitter como @Fatima_Masse . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión