Trabajo con infantes de 3 a 12 años desde hace más de 14 años, en todo este tiempo cada año que pasa tengo pequeños que en sus cartas de reyes piden tabletas, teléfonos, cámaras, drones.
Y hasta aquí todo está “bien”, sin embargo, la reflexión es para los Reyes Magos y personas facilitadoras de tecnología para las infancias, debemos comenzar a razonar qué tan viable es el hecho de abrirle la puerta a un dispositivo con conexión a internet para que cualquier tipo de contenido pueda llegar a ese menor.
O bien, pensemos en el abismo que se abre al darle a un menor un móvil, una tableta y dejarlo sin supervisión navegando entre las apps de moda, quizá interactuando con desconocidos, lo cual puede dar lugar a toparse con un groomer, pues, en internet el anonimato a veces cobija a seres con malas intenciones hacia los menores. Y seamos realistas, no existe una supervisión de los Reyes Magos al estar atendiendo sus ocupaciones cotidianas.
Los controles parentales pueden convertirse en un gran aliado, sin embargo, es menester para los padres que tienen en casa pequeños que piden tecnología el comenzar a adentrarse a este mundo digital y quitarse la bandera reacia a lo tecnológico; con ello, estar al tanto de los actos nocivos, protección y resguardo a la integridad digital propia y del menor se convierten en las mejores herramientas para navegar sorteando peligros en internet.
Ojo, y como aclaración, tampoco se trata de satanizar a la tecnología o de inhibir el consumo de esta, soy un total partidario de las TIC, pero más del buen uso de las mismas.