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La mitad de la tarea

El tiempo corre y la salud de las finanzas públicas debería ser para la administración entrante tan importantes como cualquier proyecto que tenga en mente.
mié 04 septiembre 2024 06:07 AM
auditorias grandes contribuyentes
Desde 2008, año en que inició el declive de los ingresos petroleros, el gobierno federal ha conseguido darle la vuelta a las cuentas y recaer en los contribuyentes, personas físicas y empresas, para sostener su gasto, apunta Gonzalo Soto.

No es mi costumbre y tampoco lo considero una buena práctica, pero empiezo este texto con una pregunta: ¿qué hizo bien este gobierno que está por concluir? Más allá de filias y fobias políticas, de posicionamientos partidistas y preferencias ideológicas, muchos concluimos que uno de los logros más relevantes ahora y para el futuro es la dinámica y el crecimiento de la recaudación de impuestos.

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Lugar común es decir que a nadie le gusta pagarlos y, por ello, la administración federal, a través del Servicio de Administración Tributaria (SAT), salió a buscarlos con más herramientas y más ahínco. En casi seis años, la recaudación de impuestos no petroleros, esto es, principalmente, el Impuesto sobre la Renta (ISR), el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), pasó de 4.1 billones de pesos al cierre de 2018 a 5.9 billones a finales de 2023. “Tiranía o terrorismo fiscal”, suelen alegar muchas empresas y personas físicas que han caído bajo la lupa de un SAT que se fortaleció durante la gestión de sus tres titulares a lo largo del sexenio: Margarita Ríos Farjat, Raquel Buenrostro y Antonio Martínez Dagnino.

Hace una década todavía se hablaba de cierta dependencia de las finanzas públicas del petróleo, sin embargo, desde 2008, año en que inició el declive de los ingresos petroleros, el gobierno federal ha conseguido darle la vuelta a las cuentas y recaer en los contribuyentes, personas físicas y empresas, para sostener su gasto. La administración que termina fue particularmente generosa con los gastos sociales y en programas que estiraron la liga de la recaudación y los ingresos en general, pero la fuente se agota.

La próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha descartado crear impuestos o modificar las tasas de los existentes y poco ha dicho de cambios en la forma en que se gastan nuestros impuestos. Sin embargo, los especialistas en finanzas públicas apuntan en dos direcciones que podrían redefinir la manera en que se financian los egresos públicos.

El primer camino está en las propias entidades federativas. Fuera de la Ciudad de México, la recaudación de los impuestos locales como porcentaje de los ingresos totales de libre disposición es escaso y con esfuerzos desiguales. Por décadas, los estados han dependido, casi en su totalidad, de las transferencias federales, pero con un Legislativo a su favor y la mayoría de las gubernaturas en manos de su partido, parece el momento oportuno de Sheinbaum para cambiar esta tendencia, de la misma forma en que se dejó de depender del petróleo a nivel federal.

Desde 2007, el porcentaje del impuesto predial respecto del total de los ingresos en los estados oscila cada año entre el 10 y el 11%. Este impuesto representa uno de los de mayor potencial recaudatorio y la pérdida de recursos por falta de voluntad política para cobrarlo o simplemente ineficiencia en la administración genera huecos en las finanzas que la federación, con todos sus nuevos compromisos de gasto, no podrá cubrir.

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El otro camino está en la reforma al propio gasto, para institucionalizar mejor las prioridades del gobierno y generar un mayor desarrollo económico que potencie, a su vez, los ingresos no petroleros. Es un círculo virtuoso que la administración no ha detallado y urge que lo haga, ya que una de las previsiones más recientes de BBVA Research apunta a que, para 2030, es decir, al final del gobierno de Sheinbaum, la deuda pública podría aproximarse al 60% del PIB, una relación que le costaría a México en su calificación crediticia y en su fortaleza financiera.

La oportunidad está ahí, el gobierno hizo ya la mitad de la tarea al alejarse con éxito del petróleo para financiarse, pero no ha completado la misión. El tiempo corre y la salud de las finanzas públicas debería ser para la administración entrante tan importantes como cualquier proyecto que tenga en mente.

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Nota del editor: Gonzalo Soto es director editorial de Expansión. Síguelo en LinkedIn .

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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