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Desafío México: el arte de vincularnos con el mundo

¿Podremos establecer una política exterior de acuerdo con nuestra talla internacional?
lun 23 septiembre 2024 06:02 AM
¿Cuándo entra Claudia Sheinbaum a la presidencia? Fecha de la toma de posesión
Claudia Sheinbaum tomará posesión como la presidenta número 66 de México el próximo 1 de octubre de 2024.

La política exterior de México se pone a prueba con el inicio del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum, la primera mujer en ocupar el máximo cargo del país y aquella que puede acreditar el liderazgo de México en el mundo como poder medio, catorceava economía del planeta, segunda economía de América Latina, país miembro del G20 y del nodo geopolítico de América del Norte.

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Una serie de atributos que se compaginan con nuestra geografía envidiable: país bioceánico y bisagra entre el Norte y el Sur, tercera frontera con el Caribe, un bono asentado en los jóvenes, vastos recursos naturales, una biodiversidad privilegiada, aunado a nuestro emblemático peso histórico y cultural. ¿Podremos establecer una política exterior de acuerdo con nuestra talla internacional?

La fórmula pasa por acreditar nuestras fortalezas en el escenario mundial y jugar con las equivalencias de nuestra estatura regional, sacando provecho de las oportunidades históricas y de los contextos geopolíticos, siempre guiados por el interés nacional.

El arte de vincularnos con el mundo requiere comprender el juego de actores, contextos, interdependencias y transacciones y de vislumbrar las grandes tendencias que marcan el siglo XXI, así como activar la disposición política y diplomacia de recursos para posicionar el rol de México, previa revalorización de nuestro prestigiado servicio exterior.

No hay que olvidar que los grandes temas nacionales también son asuntos de carácter regional y global. El narcotráfico y las redes del crimen organizado trasnacional que nos acechan, vulneran la seguridad ciudadana, un grito también anclado a factores relacionados con Estados Unidos y América Latina. El complicado reto de la migración requiere de una visión regional compartida, a propósito de ser gestionada con base en derecho y respeto a las libertades de los inmigrantes, un esfuerzo inútil si optamos por trabajar de manera aislada.

De manera similar, el cambio climático requiere de acciones concertadas a nivel multilateral para mitigar la huella del carbono planetario y transitar hacia una matriz energética sostenible, no sin desdeñar los cambios revolucionarios en las industrias de las tecnologías avanzadas. Debemos actuar con el interés nacional en mano, pero con perspectiva global.

¿Cómo capitalizar oportunidades para lograr que nuestra política exterior sea palanca del desarrollo nacional? El tema no es menor. Se trata de las relaciones de México con el mundo y de cómo estás relaciones se pueden traducir en bienestar tangible para la población y en un reductor de la desigualdad social.

Precisamente, perdemos de vista que nuestra inserción en el mundo se convierte en un arma todopoderosa para generar empleos, inversiones, becas, programas de intercambios y capacitación, asistencia técnica y cooperación, todo un paraguas que podemos aprovechar si dejamos de privilegiar esta mirada ombliguera y provinciana que ha caracterizado nuestra relación con el mundo.

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En el cambiante entorno internacional se presentan oportunidades geopolíticas clave para México. El llamado “nearshoring” que ahora se convierte en “allyshoring” está vinculado a la nueva circunstancia mundial en donde Washington busca contener el ascenso de China. En ese contexto, México como primer socio comercial de Estados Unidos y miembro del T-MEC puede ser un imán para atraer la deseable relocalización de empresas en aras de priorizar las redes de producción y distribución más cortas.

Asimismo, México forma parte del espacio vital de seguridad de Estados Unidos, un hecho mayormente visualizado por la catarsis migratoria y lo que sucede con la frontera más transitada del mundo, otro disruptor que favorece el margen de maniobra de México.

Sin embargo, la estela de tensiones en las relaciones bilaterales junto a la pausa con el Departamento de Estado ha cimbrado aún más la desconfianza entre principales socios. Las decisiones que tome la presidenta electa junto con las acciones de Kamala, Trump o un Congreso mayoritariamente demócrata o republicano influirá significativamente en la economía mexicana, la política migratoria, la seguridad fronteriza y la cooperación en diversas áreas clave. Los ciudadanos de a pie estamos en juego.

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Nota del editor: Rina Mussali es analista internacional y asesora de la Junta Directiva del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI). Síguela en X como @RinaMussali . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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