La acelerada transformación digital ha provocado un aumento significativo en el volumen de datos personales que circulan a través de diversas plataformas financieras. En México, la industria fintech ha crecido un 23% anual en promedio, superando los 500 millones de transacciones digitales en 2023, según datos del Banco de México.
Este auge implica que las empresas deben gestionar, almacenar y proteger adecuadamente grandes volúmenes de datos para evitar vulneraciones que pongan en riesgo la privacidad de los usuarios. La realidad es que cualquier incidente de seguridad puede tener consecuencias catastróficas para los clientes y para la reputación de las instituciones involucradas.
Hoy en día, los clientes no solo buscan servicios ágiles y eficientes, sino que también exigen que sus datos sean tratados con el más alto nivel de confidencialidad. Aquí es donde entran en juego dos aspectos cruciales: la confianza y la transparencia.
Un pilar fundamental
La confianza es el pilar sobre el que se sustentan las relaciones entre las instituciones financieras y sus clientes. Las personas confían en que sus bancos y proveedores de pago, así como otros servicios financieros protegerán su información con los más altos estándares de seguridad. Sin embargo, la confianza no se construye de la noche a la mañana. Es un proceso que implica consistencia en las prácticas de seguridad, claridad en la comunicación y, sobre todo, una reacción rápida y efectiva en caso de incidentes de seguridad.
En 2022, se reportaron más de 77,000 incidentes cibernéticos en México, afectando principalmente a instituciones financieras, según cifras de la Asociación de Bancos de México (ABM). En este sentido, las empresas deben invertir en tecnología que les permita estar un paso adelante de los ciberdelincuentes. La implementación de sistemas avanzados de encriptación, autenticación multifactorial y monitorización constante son solo algunas de las medidas que pueden ayudar a mitigar el riesgo de ataques.
Pero esto no es suficiente, la confianza también se basa en la capacidad de las instituciones para actuar con responsabilidad cuando se presenta una vulnerabilidad. Las empresas deben ser proactivas, transparentes y honestas al informar a los usuarios sobre cualquier incidente que comprometa su información. El 72% de los usuarios en México prefiere utilizar una plataforma si ésta actúa con transparencia ante un problema de seguridad, en lugar de ocultar los hechos.
Manejo de datos
La transparencia es el segundo aspecto clave en la ecuación. Los usuarios tienen el derecho de saber cómo sus datos están siendo recolectados, utilizados y almacenados por las instituciones financieras.
En este sentido, la normativa es clara, en México, la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares (LFPDPPP) obliga a las empresas a informar a los usuarios sobre el uso de sus datos y obtener su consentimiento para ello. Aunque, la transparencia no debe limitarse a cumplir con las regulaciones. Es importante que las instituciones vayan más allá y establezcan políticas claras, accesibles y comprensibles para todos.