Es claro que la segunda administración de Trump genera incertidumbre económica, en especial cuando los cambios parecen ser radicales; no obstante, consideremos que estas transformaciones también presentan nuevas oportunidades. Es cierto que desconocemos qué nos deparará este nuevo mandato del republicano, pero analicemos algunos factores:
Cuando amenazó con rescindir el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) durante su primera administración, y aún con las medidas aplicadas que prometió, se dio paso al Acuerdo Canadá-Estados Unidos-México (USCMA) que vigorizó el comercio en América del Norte –ayudando a México a posicionarse entre los principales socios comerciales de Estados Unidos durante los últimos cuatro años: 15.9% del total de su comercio internacional, según la US Census Bureau. Además, contamos con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), negociado también durante su administración pasada, y que ha permitido profundizar la interdependencia comercial y económica de los tres países.
La guerra comercial con China, que sigue vigente y que probablemente se recrudecerá, ha provocado que muchas empresas abandonen el país asiático para establecerse en territorio nacional. La Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados (AMPIP) calcula que 17% de las nuevas empresas que se instalarán en México durante el siguiente año vendrán de China, 34% de Estados Unidos y 48% del resto del mundo. El nearshoring es una opción para comerciar con Estados Unidos y puede llegar a ser la ventaja clave de México.
Las advertencias de más aranceles no sólo son para México sino para todo el mundo. Sin embargo, considerando lo estrechamente conectadas que están las cadenas productivas mexicanas y estadounidenses, una medida impulsiva de esa escala podría perjudicar directamente a los consumidores del país vecino: costándoles más de 2,600 dólares al año por hogar estadounidense típico de ingresos medios, según el Peterson Institute for International Economics.
Considerando lo anterior, hay que ser conscientes que, como país, debemos seguir avanzando y trabajando para que las condiciones para el comercio internacional sean atractivas: más y mejor infraestructura en los parques industriales, suministro confiable de servicios básicos como energía o seguridad jurídica, entre otras.