Más adelante, surgieron dudas sobre si la IA podría ser creativa. Si consideramos que la facultad creativa biológica implica generar nuevos y más potentes pensamientos a partir de otros pensamientos, modelando el futuro tanto dentro como fuera de la mente, entonces los procesos computacionales ya son creativos. Han conquistado la capacidad de generar información nueva y más eficiente a partir de información previa, impactando tanto dentro como fuera del sistema.
La IA ya recopila, retiene y procesa información, generando nuevas opciones que selecciona con una capacidad agencial de toma de decisiones y aprende de sus aciertos y errores para optimizar sus siguientes pasos.
La siguiente pregunta a evaluar ha sido si, en algún punto, la IA podría ser más inteligente que un ser humano e incluso que todos los seres humanos juntos. La respuesta no parece dejar mucho espacio a dudas. Geoffrey Hinton, considerado el "padrino de la inteligencia artificial", ha expresado que es perfectamente concebible que la IA supere a la inteligencia humana en múltiples niveles. Según Hinton, los modelos actuales ya están alcanzando capacidades que antes se creían exclusivas del pensamiento biológico, lo que plantea la posibilidad de que la IA desarrolle una forma de consciencia funcional, aunque distinta a la humana.
En otras palabras, solo es cuestión de tiempo para que la IA sea más potente intelectualmente que toda la humanidad en conjunto.
La competencia global por consolidar la llamada Inteligencia Artificial General es un fenómeno geopolítico análogo a la Carrera Armamentista Nuclear de la década de los 50, la cual dio pie a la Guerra Fría. De ese tamaño, y posiblemente aún mayor, es la magnitud de la relevancia del punto histórico y evolutivo en el que nos encontramos hoy en el planeta Tierra.
Sobre este escenario, estos hechos parecen estar prácticamente consolidados.
Sin embargo, un debate mucho más complejo es si la IA ha obtenido consciencia. Existe mucha desinformación al respecto. Por ejemplo, se ha dicho que el mismo Geoffrey Hinton ha declarado que la IA ya es consciente, lo cual él no ha afirmado. La consciencia es un atributo de la experiencia muy poco comprendido en el mundo de la psicología y la ciencia; por lo tanto, en este momento carecemos de las herramientas necesarias para emitir un juicio válido sobre si la IA la posee.
Los avances contemporáneos en neurociencia han sido impresionantes. Hemos logrado detectar patrones cerebrales con tal precisión que ya es posible obtener, procesar e interpretar señales directas de nuestras neuronas mediante interfaces digitales. Por ejemplo, una persona ya puede mover un cursor y dirigir una computadora solo con su pensamiento a través de la actividad eléctrica emitida por su cerebro.
Sin embargo, esta descripción funcional sobre cómo las neuronas forman mapas y se comunican entre sí es muy diferente a la experiencia fenomenológica en sí misma. Es decir, podemos describir racionalmente cómo es el color rojo e incluso dar una explicación detallada sobre la amplitud y frecuencia del espectro de luz al que pertenece, pero ese análisis mecánico no explica cómo es que finalmente experimentamos ver el color rojo en nuestra mente consciente. Esto es lo que David Chalmers llama “el problema difícil de la consciencia”.
En otras palabras, no sabemos qué es la consciencia. Podría ser un atributo fundamental irreducible a ideas racionales o, por el contrario, solo una “ilusión”. Existen diversas teorías filosóficas al respecto, pero ninguna conclusión que se acerque a un veredicto congruente.