Lo usas casi diario, pero ¿te sabes la historia del elevador?
(CNN) - El primer elevador de pasajeros tuvo un comienzo bastante lento. Lo instalaron en 1857 en la tienda departamental Haughwout en Nueva York y lo cerraron tan solo tres años después porque los clientes se negaron a aceptarlo.
Estaba situado en el sótano del edificio de cinco pisos, funcionaba con un motor de vapor y viajaba a tan solo 12 metros por minuto (los elevadores más veloces de la actualidad pueden viajar a más de 12 metros por segundo).
En ese entonces los elevadores eran más atracción turística que un medio de transporte. El mundo todavía no tenía edificios altos y los pisos más bajos eran los más deseados porque no había que subir muchas escaleras. Entre más alto el piso más baja era la renta.
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Sin embargo, el elevador cambiaría las cosas completamente y daría inicio a la era del rascacielos, además de que transformaría el paisaje social y arquitectónico de las ciudades modernas.
Historia de dos Otis
Incluso en la década de 1850 el elevador no era una idea totalmente nueva. "Habían existido dispositivos mecanizados de carga desde principios del siglo XIX, pero la transición de transportar carga a transportar personas ocurrió a finales de la década de 1850. Eso exigía una transformación completa de la tecnología porque los primeros elevadores de carga eran simples plataformas abiertas y, por lo tanto, eran muy peligrosos", señaló Lee Gray, profesor de Historia de la Arquitectura de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte.
Eso provocó que la atención se centrara inmediatamente en la seguridad. El industrial Elisha Otis, quien instaló el primer elevador de pasajeros en Nueva York, hizo una demostración pública en la feria mundial de 1854 en la ciudad: elevó una plataforma por encima de la multitud y luego cortó el cable con un hacha. "Todo bien", proclamó cuando su dispositivo de seguridad frenó la caída. Era un sistema ingenioso, si la cuerda se rompía un trinquete se abría y se atoraba en unas costillas que corrían a lo largo del tiro del elevador, lo que detenía casi de inmediato la caída de la cabina.
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Aunque este acontecimiento suele considerarse el punto de inflexión en la historia del elevador es probable que su relevancia se haya exagerado debido al éxito de la Otis Elevator Company, el mayor fabricante de elevadores verticales en la actualidad. "Si Ford hubiera sido la única empresa de automotores que hubiera sobrevivido al siglo XX, atribuiríamos el origen del automóvil moderno a Ford en vez de analizar su historia compleja", señaló Gray. El concepto del elevador moderno en realidad surge de dos ideas convergentes, cada una con sus ventajas respectivas.
Otis Tufts, un ingeniero que coincidentemente llevaba ese nombre, presentó la primera patente de un "ferrocarril vertical" en 1859. El diseño incluía una cabina con una banca para sentarse y se estrenó ese mismo año en el hotel Fifth Avenue de Nueva York. Mientras que el elevador de Elisha Otis no tenía más que una plataforma y se patentó después, en 1861, pero incluía el crucial freno de seguridad, lo que incrementó la aceptación de la gente al punto de que se volvió el estándar.
"Todos los dispositivos de seguridad de los elevadores modernos surgen de la misma idea. La diferente es que hoy se basan en la velocidad. Si la cabina del elevador supera la velocidad de seguridad prestablecida, el mecanismo de seguridad se activa para detenerlo dentro del tiro", explicó Gray.
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Salones ascendentes
Los primeros elevadores no se vendieron bien porque eran caros, pero tuvieron cierto éxito inicial como artículos de lujo en hoteles de Nueva York, Londres y París. "Eran salones bellamente diseñados con asientos tapizados y espejos en los muros, a veces tenían un pequeño candelabro justo en el centro de la cabina", cuenta Gray. La gente solía llamarlos "salones ascendentes" u "ómnibus para subir", tomando prestadas palabras de otros sistemas de transporte.
Todos funcionaban con motores de vapor, razón por la cual eran lentos. "El operador del elevador cerraba la puerta y la cabina empezaba a subir muy lentamente. No era cosa de velocidad, sino de la sorprendente tecnología nueva y la experiencia lujosa que permitía que los invitados evitaran subir las escaleras", dice Gray.
Sin embargo, la velocidad se volvería el eje de la evolución del elevador, junto con su transición de curiosidad en hoteles a rasgo característico de un edificio de oficinas, cosa que comenzó en la década de 1870. El edificio Equitable Life, de ocho pisos y casi 40 metros de alto, se terminó de construir en 1870 y fue el primero que tuvo elevadores desde la etapa de diseño. Los elevadores, construidos por la Otis Elevator Company se basaban en un sistema hidráulico.
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"Cuando hicimos la transición de hoteles a edificios comerciales el motor de vapor desapareció porque era demasiado lento. Optamos por elevadores hidráulicos innovadores que pueden ir más rápido y son más fáciles de mantener", explica Gray.
El estándar del tiempo de reacción ideal de un elevador (no más de 30 segundos) se estableció en esos años y sigue vigente en la actualidad.
Cuando se inauguró el edificio Home Insurance en Chicago, en 1885 (al que comúnmente se considera el primer rascacielos por su estructura de acero), tenía cuatro elevadores para sus 10 pisos. Los tiros de elevador se volvieron el centro del diseño arquitectónico.
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El penthouse
La tecnología estaba poniéndose al día, pero las reglas sociales seguían resistiéndose. Las ventanas del edificio Equitable Life se diseñaron de forma que pareciera que tenía menos pisos. La aseguradora dueña del edificio ocupaba los pisos más bajos y las habitaciones del vigilante estaban hasta arriba, según escribe Andreas Bernard en el libro A cultural history of the elevator. Aún no surgía el prestigio del rascacielos.
La siguiente oleada llegó con el cambio de sistemas hidráulicos a motores eléctricos. "Los cambios tecnológicos estaban ligados directamente con el deseo de ir más y más alto. Lo que se conoce como elevador moderno de tracción eléctrica se desarrolló en las primeras dos décadas del siglo XX y sigue siendo el estándar al día de hoy", señaló Gray.
En la década de 1920, arquitectos vanguardistas como Emery Roth, quienes poblaron el paisaje urbano de Nueva York con sus icónicos edificios residenciales, empezaron a transformar el alguna vez indeseable espacio situado directamente bajo la azotea (que solía estar lleno de escombros y era casi imposible de alquilar) en departamentos sofisticados con terrazas, conocidos como penthouses.
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El símbolo de esta era es el edificio Empire State, que se inauguró en 1931 y que sería el más alto del mundo hasta 1970. Tenía 73 elevadores (la mayor cantidad hasta ahora) que viajaban a la velocidad sin precedentes de 365 metros por minuto. Siguen siendo parte integral del folclor y la popularidad del edificio.
Más seguro que las escaleras
Actualmente, el elevador más rápido del mundo está instalado en la Shanghai Tower, el segundo edificio más alto del mundo. Viaja a 20.4 metros por segundo (o 74 km/s) y viaja continuamente a lo largo de 578 de los casi 632 metros del edificio.
Como los edificios son cada vez más altos la ingeniería de los elevadores es cada vez más complicada. El primer problema es que hay que reservar una parte considerable del desplante del edificio para los tiros de los elevadores, pero también hay límites a lo que se puede lograr. El edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa, en Dubái, tiene tan solo 57 elevadores (16 menos que el Empire State, que mide la mitad), pero ninguno viaja a los 160 pisos, sino que están dispuestos en líneas exprés en secciones diferentes de la torre.
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Al diseñar elevadores para el que podría ser el siguiente rascacielos más alto del mundo (la Kingdom Tower, en Yeda, Arabia Saudita), Kone, el fabricante de elevadores, quería que un tiro corriera a todo lo largo de la torre, cuya altura proyectada es de un kilómetro. Para ello, tuvo que inventar un cable de fibra de carbono porque los cables de acero convencionales serían demasiado pesados y se enredarían.
Los elevadores son uno de los medios de transporte más seguros, más que las escaleras eléctricas e incluso que las escaleras convencionales (debido a las caídas); sin embargo, pueden causar accidentes fatales y muy terribles. La Dirección de Estadística Laboral de Estados Unidos y la Comisión de Seguridad de los Productos para el Consumidor estiman que en Estados Unidos, los elevadores lesionan a 17 mil personas al año y causan la muerte de 72; la mitad de las muertes tiene que ver con trabajadores llevando a cabo instalaciones o reparaciones.
Los elevadores descompuestos tienden a dispararse hacia arriba de repente y no tanto a caer, cosa que es más difícil gracias a los frenos de seguridad. Una excepción famosa fue el accidente en el edificio Empire State, ocurrido en 1945: un bombardero B25 se estrelló en el piso 79 y cortó los cables de uno de los elevadores, que cayó desde el piso 38 hasta el sótano (la operadora, Betty Lou Oliver, sobrevivió a la caída).
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Hay personas para las que los elevadores son incómodos debido a la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados) y tal vez tengan buenas razones.
El despacho de ingeniería KJA calculó las probabilidades de que una persona que usa un elevador ocho veces al día, en promedio, se quede atrapada: son de una en 5,000 cada mes. A lo largo de 25 años, esa probabilidad aumenta a una en diecisiete, lo que significa que es un tanto probable que un citadino se quede atrapado en un elevador al menos una vez en la vida.
El récord del mayor tiempo atrapado en un elevador pertenece a Nicholas White, habitante de Manhattan que, en 1999, pasó todo un fin de semana (41 horas) atorado en un elevador del edificio donde estaba su oficina luego de que decidiera bajar a fumar un cigarrillo el viernes por la tarde. El elevador quedó desactivado para mantenimiento a medio trayecto y las cámaras de seguridad grabaron toda la aventura.
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¿En dónde te paras?
¿Por qué es incómodo viajar en un elevador lleno? La etiqueta para los elevadores es extremadamente variable según la época y la cultura, pero una característica universal es que no nos gusta estar de pie muy cerca de un desconocido, razón por la cual la mayoría de las personas tiende a maximizar su espacio personal dentro de un elevador.
"Si estás solo en el elevador, te paras en el centro porque es tu espacio y tú lo controlas. Si alguien más entra, te mueves a un rincón o a un costado", señaló Gray.
Rebekah Rousi, investigadora en ciencias cognitivas, llevó a cabo un estudio en el que observó cómo se usaba un elevador en un edificio de oficinas en Australia. Notó que los hombres se comportaban diferente que las mujeres. "Los profesionistas mayores, tal vez de mayor rango, se colocaban más al fondo de la cabina, mientras que las mujeres se situaban al frente. Las mujeres dudaban menos en verse al espejo si había otras personas de cualquier sexo en el elevador y era más probable que miraran al piso", detalló en un correo electrónico.
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Las normas sociales pueden suprimir los patrones individuales. Por ejemplo: Rousi explica que en Japón, una sociedad sumamente jerárquica, los empleados de rango menor dejan que el personal de rango mayor entre primero al elevador y luego presionan el botón por ellos.
En un episodio del programa Candid Camera, de 1962, titulado Face the Rear, basado en el trabajo del psicólogo social Solomon Asch, se ilustra lo rápido que las normas sociales pueden cambiar en el espacio cerrado de un elevador, a veces con efectos cómicos. En este episodio, el elevador se abre y se ve que los pasajeros (todos actores) están extrañamente mirando a la pared de atrás. Al principio, las personas que se suben se quedan desconcertadas, pero a final de cuentas hacen lo mismo, lo que demuestra el poder de la presión social.
A final de cuentas, los elevadores representan un concepto social único. "No hay muchos lugares en los que te encuentres tan confinado, con personas que tal vez no conoces, subiendo a una altura tremenda y luego bajando", señaló Rousi.
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Un futuro sin cables
Entre los cambios evidentes que los elevadores han propiciado en el mundo, Gray destaca dos que suelen pasarse por alto. "Primero, no hay duda de que han demostrado ser increíblemente útiles para quienes tienen dificultad para moverse a causa de una discapacidad. En segundo lugar, hasta la década de 1950, casi todos los elevadores tenían operadores que tenían que guiar la cabina en su viaje porque no se detenían automáticamente en el piso deseado. Esto brindaba una variedad de oportunidades laborales en muchas ciudades", explicó.
Los elevadores también están relacionados con una clase de música en específico, con la clásica propuesta rápida de negocios y, desde luego, con la #elevatorselfie.
Lo interesante es que casi nunca se ha desafiado la fórmula básica de la cabina colgada con cables, que sube y que baja, aunque hay una variación peculiar, llamada paternoster (una serie continua de compartimientos que hacen un circuito interminable y no tienen puertas), ha tenido cierto éxito en Europa.
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En los edificios nuevos con muchos elevadores están empezando a desaparecer los botones de selección de piso y usan un sistema llamado "despacho a destino". Los usuarios seleccionan el piso deseado y luego abordan al elevador que el sistema les indica.
"La idea es aprovechar las computadoras para lograr el flujo más eficiente en un edificio. Para algunos pasajeros es una especie de pérdida de control, porque fuera de oprimir el botón del piso deseado, no haces nada más. La tecnología lo hace todo por ti. No es exactamente un auto sin conductor, pero da una sensación parecida", señaló Gray.
Parece que para nosotros es importante oprimir botones, aunque uno de los que suele oprimirse más furiosamente, el de cierre de puertas, no funciona en la mayoría de los elevadores de Estados Unidos.
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La empresa alemana de ingeniería Thyssenkrupp reveló en 2017 un nuevo diseño de elevador llamado Multi, que funciona con magnetos en vez de cables. También puede mover varias cabinas en un solo tiro, incluso horizontalmente, con lo que se usa menos energía y se ahorra espacio. La empresa señaló que el nuevo sistema, que está en la fase de prueba, podría poner fin al reinado de 160 años del elevador dependiente de los cables.