Pese a este descenso del PIB en el segundo trimestre, el Reino Unido no entró en recesión, pues para eso se necesitan dos trimestres consecutivos en retroceso. Así, los datos del tercer trimestre se estudiarán cuidadosamente cuando se publiquen este otoño.
En cualquier caso, esta contracción de la actividad es una mala noticia para el gobierno del "brexiter" Boris Johnson, que asumió el cargo recientemente, y quien prometió que Reino Unido abandonará la Unión Europea el 31 de octubre con o sin acuerdo con la UE.
Varias organizaciones económicas de peso avisaron que una salida abrupta de la UE comportaría consecuencias negativas para la economía del país. El Banco de Inglaterra prevé que el crecimiento se ralentice y la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, por sus siglas en inglés), encargada de las previsiones económicas para el gobierno, considera que el país podría entrar en recesión en un escenario así.
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Al comentar el primer semestre, la ONS juzgó que "el PIB y sus componentes son muy volátiles desde principios de año, lo que refleja los cambios de actividad relacionados con la fecha inicial de salida de la UE".
Muchas empresas se organizaron en este sentido, pensando que el brexit tendría lugar, como estaba previsto, el 29 de marzo. Pero ese plazo fue atrasado dos veces, debido a que la cámara de los Comunes rechazó aprobar el acuerdo de salida que negoció la primera ministra de la época, Theresa May, con Bruselas.