Pro-agroindustria, el complejo productor de urea comprado por Pemex durante la administración de su exdirector Emilio Lozoya, espera por fin entrar en operación en el segundo semestre de este año, tras años de reparaciones y millones de pesos invertidos para rescatar una infraestructura que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador quiere usar como parte de su estrategia para dar fertilizantes a campesinos a través del programa Sembrando Vida.
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El complejo forma parte de la cadena de producción de Pemex Fertilizantes, un negocio que arrastra pérdidas, deudas y que debería suministrarle de su materia prima, el amoniaco, pero que llevaba más de un año y medio sin funcionar. Apenas en diciembre logró operar una de las cuatro plantas que lo conforman, según datos del reporte anual de Pemex y de la evaluación anual de su Consejo de Administración, ambos de 2019.
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La administración de Andrés Manuel López Obrador continuó las averiguaciones que se llevaban en contra de Emilio Lozoya por la adquisición del complejo de Agronitrogenados –rebautizada como Pro-agroindustria- a la acerera mexicana AMHSA, debido a que entregó esta infraestructura en condiciones de “chatarra”.
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Pero el gobierno ha mantenido el proyecto de construir una cadena de producción de fertilizantes, que inicia con el suministro de gas natural por parte de Pemex para la elaboración del amoniaco en las instalaciones del complejo de Cosoleacaque. Este amoniaco se lleva a Agronitrogenados para crear urea, y de ahí trasladarlo a Fertinal, la última fase, para producir fertilizantes fosfatados.
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Las últimas dos infraestructuras se adquirieron durante la dirección de Lozoya, a costos y condiciones cuestionadas por posteriores administraciones de Pemex y por la Auditoría Superior de la Federación; mientras que la primera forma parte de los activos de Pemex desde hace décadas.
Viven de importaciones y de CFE
La compañía ha logrado poner en marcha Fertinal a través de importaciones de urea y, aunque Pro-agroindustria se encuentra en condiciones de operar, Pemex arrastra las fallas en el complejo de Cosoleacaque que, desde mediados de 2018, había parado su producción de amoniaco debido al mantenimiento que requerían sus cuatro plantas, además de la falta de gas natural por parte de Pemex.
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“El Complejo Petroquímico Cosoleacaque no produjo amoniaco, por lo que no se pudo cumplir con la meta anual de 420 millones de toneladas de producción. Para satisfacer la demanda nacional, Pemex Fertilizantes mantuvo la estrategia de importación, con un total de 577 millones de toneladas en el año”, explica el Consejo de Administración de Pemex, en su evaluación de los resultados de la compañía durante 2019.
La firma que dirige Octavio Romero Oropeza logró arrancar operaciones en una de las cuatro plantas del complejo en diciembre de 2019 gracias a un contrato de suministro de gas firmado con CFEnergía, el brazo comercializador de combustibles de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Además, espera incrementarlo durante 2020, con el fin de no depender del suministro de Pemex Exploración y Producción (PEP), quien se encarga de la extracción de petróleo y gas natural dentro de la compañía.
“Se tiene contemplado en 2020 establecer un nuevo contrato con CFEnergía, que podría incrementar el suministro de gas para cubrir el requerimiento de hasta tres plantas más, en la medida en que se lleven a cabo las rehabilitaciones”, explica el reporte.
Más deuda y capital
Pemex, sin embargo, cree que solo logrará poner en marcha una segunda planta durante este año, y que la tercera deberá aguardar hasta 2021. La cuarta no tiene fecha para su entrada, según explica la firma en su reporte anual 2019 a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC por sus siglas en inglés).
La empresa va a quintuplicar las inversiones en Pemex Fertilizantes para este año, al pasar de 203 millones a 1,069 millones de pesos (mdp), con el fin de poner en marcha toda la cadena de producción de fertilizantes.
“También esperamos que nuestra subsidiaria Pro-agroindustria comience a producir urea en el segundo trimestre de 2020”, dice la petrolera en su reporte anual a la SEC.
Pemex enfatiza que sus objetivos para este negocio se centrarán en la producción de fertilizantes a nivel nacional a precios competitivos para contribuir al fortalecimiento del sector agrícola, y establecer nuevos canales comerciales como a través del programa Sembrando Vida de Sader.
Un negocio en rojos
Pero Pemex Fertilizantes no sólo carga con las falta de mantenimiento y fallas en sus complejos, también lo hace con pérdidas en su operación, y con deudas por las que la compañía le ha tenido que inyectar capital para su cumplimiento.
La petrolera tuvo que poner 219.6 mdp en aportaciones de capital para “revertir la situación financiera desfavorable” de la empresa, en 2019 dice el Consejo de Administración de Pemex. Estas inyecciones continúan durante 2020, según se desprende de acuerdos tomados en algunas de las sesiones del Consejo llevadas acabo este año.
Pemex Fertilizantes, sin embargo, ha aumentado sus pérdidas netas y en operación entre 2018 y 2019, a pesar de las inversiones en capital y financieras destinadas para la rehabilitación de sus plantas.
Este negocio registró una pérdida operativa de 552.7 mdp en el primer trimestre de 2020, 13% más que en el mismo periodo de 2019; y su pérdida neta se elevó hasta los 4,174 mdp, 568% más que hace un año, según cifras de su reporte del primer trimestre de 2020 a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Las pérdidas netas se dispararon justo por un incremento en sus costos financieros.