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Irán pone a Donald Trump en un dilema entre la guerra y la paz

El presidente de Estados Unidos canceló de último minuto los ataques contra el país asiático en represalia al derribo de un dron estadounidense.
vie 21 junio 2019 10:46 AM

WASHINGTON (CNN)- Donald Trump se está enfrentando al dilema más solitario de su presidencia.

Al anular las fuerzas estadounidenses que estaban preparadas para lanzar ataques de represalia contra Irán, Trump se alejó del borde de una escalada peligrosa en el enfrentamiento, pero planteó una serie de preguntas inmediatas sobre su desempeño como comandante en jefe.

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"Fuimos amartillados y cargados para tomar represalias anoche en 3 lugares diferentes cuando pregunté, cuántos morirán. 150 personas, señor, fue la respuesta de un General. 10 minutos antes de la huelga lo detuve, no ... proporcional a derribando un avión no tripulado. No tengo prisa ", escribió Trump en Twitter la mañana del viernes.

A primera vista, el pivote de último minuto provoca la pregunta de por qué no preguntó por el costo humano de los ataques propuestos, que los funcionarios estadounidenses dijeron que estaban utilizando baterías de misiles y radares, antes de firmar la misión para vengar el derribo de los aviones no tripulados de Estados Unidos .

Es probable que cada respuesta militar o diplomática concebible provoque una reacción mayor de parte de Irán que profundice este duelo cada vez más grave.

Trump está atrapado entre los republicanos que exigen una respuesta más radical, los demócratas que advierten que podría meterse en una guerra "a tropezones" y los miembros de su equipo de seguridad nacional que quieren una postura más radical y que recibirían el enfrentamiento con los brazos abiertos. Ningún desenlace le brindaría el triunfo político claro que usualmente motiva sus incursiones en política exterior.

Cuando le preguntaron qué rumbo tomaría, el jueves, Trump les dijo a los reporteros: "Ya verán" y no dio signos de haber tomado una decisión respecto a las represalias que Estados Unidos tomaría.

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Ya se habían programado ataques, incluso contra unas baterías de misiles iraníes; sin embargo, los cancelaron cuando estaban a punto de empezar, según explicó a CNN un funcionario estadounidense que tiene conocimiento directo de la situación.

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En Washington suele decirse que Trump ha tenido suerte de no tener que lidiar con una emergencia nacional repentina grave a estas alturas de su presidencia. Bueno, pues se le acabó la suerte, aunque no contará con la empatía de sus detractores, quienes desde hace mucho predijeron que sus posturas duras respecto a Irán provocarían justamente esta situación.

Esta crisis que se agrava someterá a su administración a una prueba de cohesión sin precedentes. Es probable que Trump tenga que pedirle ayuda a aliados a los que ha estado insultando desde hace meses. Al destrozar la verdad y emprender una campaña inexperta de relaciones públicas para armar su argumento contra Irán, pudo haber reducido sus probabilidades de convencer al pueblo estadounidense de tomar medidas potencialmente peligrosas.

¿Qué rumbo tomará Trump?

Usualmente, una buena forma de saber qué medidas tomará Trump en política exterior es identificar el rumbo que lo beneficiaría políticamente en el menor tiempo posible.

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Sin embargo, al parecer la crisis actual contrapone dos de los aspectos de los intereses personales de Trump.

Uno de los principios esenciales del trumpismo es evitar involucrarse en líos en el extranjero. Este presidente ni siquiera quiere que Estados Unidos despliegue tropas en países aliados en tiempos de paz, ya no digamos una guerra en el golfo Pérsico.

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Sin embargo, una respuesta militar "proporcionada" de Estados Unidos, como derribar a un dron iraní o atacar la base que lanzó el misil que derribó la aeronave estadounidense, probablemente obligue a la república islámica a subir la apuesta considerablemente, otra vez. Trump se vería inevitablemente arrastrado a las arenas movedizas de Medio Oriente.

Trump también tiene que pensar en su imagen y en su credibilidad.

Si no responde a la intensificación de Irán, crecería la impresión de que el discurso de "fuego y furia" de Trump y su imagen de hombre fuerte rara vez se traducen en hechos. Sabe que los poderes extranjeros como China, Corea del Norte y Rusia están bien atentos. Aborrecería dar la impresión de ser débil previo a las reuniones de la cumbre del G20 en Japón , con Vladimir Putin y Xi Jinping.

Este es un dilema mucho más agudo que cuando Trump disparó misiles de crucero a Siria en 2018 en represalia a un ataque con armas químicas, acto inaceptable que el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, decidió pasar por alto.

Luego, Trump saboreó una victoria política rápida por haberle ganado a Obama, porque dio la impresión de ser duro y sabía que había poco riesgo de represalias que pusieran en peligro a los estadounidenses o que agravaran la crisis.

La situación con Irán no ofrece ninguna de esas victorias rápidas.

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"Tiene que tomar una decisión muy difícil", dijo Jeh Johnson, secretario de Seguridad Interior en la presidencia de Obama y uno de los principales abogados del Pentágono, en el programa The Situation Room with Wolf Blitzer.

"Su instinto le indica que no debe involucrarse en el extranjero, pero alguien emprendió acciones contra nuestras fuerzas allá y el presidente tiene la obligación de proteger a las fuerzas destacadas en el golfo, en el estrecho".

"Está lidiando con una decisión difícil. Es mucho más fácil comenzar una de estas peleas que terminarla", dijo Johnson.

El clásico dilema presidencial

Tal vez por primera vez, Trump se está viendo forzado a tomar una decisión agónica para resolver el clásico dilema presidencial, uno que no tiene desenlaces buenos y que termina en el escritorio del presidente porque nadie más ha podido resolverlo.

Trump suele tener un concepto muy peculiar de lo que le conviene a Estados Unidos cuando toma en consideración una cuestión delicada de política exterior.

Sin embargo, esto es diferente. Es probable que la vida de muchos estadounidenses dependa de su reacción. El país podría estar deslizándose a una guerra importante con un poder mucho más capaz que Iraq, país que se las arregló para tener empantanadas a las tropas estadounidenses durante una década. Un conflicto prolongado con Irán podría desencadenar fuerzas geopolíticas e internas que podrían destruir su presidencia si algo sale mal.

Trump gobierna por instinto, desdeña los detalles y usualmente da la impresión de que lidia con las crisis diciendo o haciendo lo que sea necesario para llegar al final del día. Esta crisis que se está gestando exige estudio, pensamiento estratégico tres, cuatro o cinco pasos adelante y una evaluación de la cascada de consecuencias que podría tener cualquier curso de acción.

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Hasta ahora, a unas cuantas horas de que un misil iraní derribara un dron de vigilancia de 110 millones de dólares sobre el golfo de Omán, Trump ha tardado —sorprendentemente— en jalar el gatillo.

Ha controlado sus instintos impulsivos y ha mostrado un autocontrol inusual para un hombre del que Hillary Clinton dijo que había que mantener lejos de los códigos nucleares porque podría engancharse con un tuit.

Como habrían hecho otros presidentes, Trump buscó comprar tiempo y espacio político antes de sostener reuniones estratégicas con sus asesores militares y políticos. Mostró prudencia al incluir a los líderes del Congreso. Especuló que el incidente pudo haber sido obra de un general rebelde "suelto" y minimizó que Irán estuviera intensificando la presión para ponerlo a prueba, como se cree en Washington.

"Me parece difícil de creer que fuera intencional", dijo Trump.

No estuvo claro si Trump lo decía porque tiene información de inteligencia que indica que había divisiones en la cadena de mando iraní o si estaba proponiendo un escenario que le ofrecía una forma de no intensificar el enfrentamiento con Irán.

Uno de los problemas claros a los que Trump se enfrenta es que aunque quiera aliviar las tensiones con Irán, tal vez Teherán no tenga muchos incentivos para cooperar. Eso se debe a que las sanciones que Estados Unidos ha impuesto como parte de la campaña de presión máxima de Trump han estrangulado a la economía iraní y le han causado privaciones graves a la población.

arece que los incidentes recientes, como el derribo del dron, los ataques a barcos en el golfo de Omán y la advertencia de que la república islámica violaría los límites al enriquecimiento de uranio, son un intento de tomar represalias contra Estados Unidos.

Así, si no se levantan las sanciones —cosa que Washington no tiene ganas de ofrecer— y sin una oferta considerable de Trump que convenza a Irán de negociar, las cosas podrían seguir inevitablemente el curso actual. Y en todo caso, el líder supremo de Irán, Alí Jamenei, dijo que la decisión de Trump de retirarse del tratado nuclear de Obama significa que nunca se puede volver a confiar en Washington.

Trump podría 'entrar en una guerra a tropezones'

Lo raro es que el estado de ánimo de Trump al día siguiente del ataque contra el dron parecía más a tono con el de los demócratas que con el de los senadores republicanos, que rara vez rompen filas con el presidente.

Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, salió con una expresión de gravedad de una reunión informativa de la presidencia y los líderes del congreso. Dijo que pensaba que Trump no quiere la guerra, pero agregó que "los cables de alta tensión ya están tendidos en la región. Debemos aliviar las tensiones".

Más tarde, Pelosi se reunió con Trump en la Casa Blanca, junto con el demócrata de más alto rango en el Senado, Chuck Schumer, y otros legisladores líderes de ambos partidos.

"Tal vez la intención del presidente no sea ir a la guerra, pero nos preocupa que él y la administración terminen entrando en una guerra a tropezones", dijo Schumer a los reporteros después de la reunión.

Sin embargo, los republicanos están presionando a Trump para que emprenda acciones militares firmes.

"Yo exhortaría a tomar medidas firmes para impedir esta conducta antes de que provoque un conflicto más grande", dijo Lindsey Graham, senador republicano por Carolina del Sur y uno de los mejores amigos de Trump en el Capitolio.

"No hacer algo tiene sus propias consecuencias. Si no haces algo, los iraníes nos verán débiles", dijo Graham, quien pidió ataques contra navíos de la Marina iraní en el estrecho de Ormuz.

Marco Rubio, senador por Florida, tuiteó que aunque la administración no quiere la guerra con Irán, "también ha dejado en claro que reaccionará con fuerza a un ataque".

En Washington reinaban las especulaciones el jueves alrededor del secretario de Estado, Mike Pompeo, y el asesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, a quienes se considera promotores de las políticas duras contra Irán.

Los críticos consideran que estos hombres, que reemplazaron a funcionarios que se opusieron a que Trump se retirara del tratado nuclear con Irán, crearon la crisis con los consejos que le dieron a Trump.

Sin embargo, Brian Hook, enviado especial de Estados Unidos a Irán, insistió esta semana que pese a las provocaciones de Irán, la política de la administración estaba funcionando y había debilitado a Irán.

Defendió el argumento de que partes de la administración están satisfechas con que haya un enfrentamiento luego de rechazar la noción de que el tratado con Irán por lo menos había congelado la cuestión de la bomba iraní a lo largo de una década.

"En vez de esperar a que todas estas cosas pasen en diez años, cuando Irán sea más fuerte, lo hemos adelantado", dijo Hook ante una comisión adjunta de Asuntos Exteriores de la cámara baja estadounidense el miércoles, 19 de junio.

"De verdad creo que todo lo que estamos viendo hoy es inevitable", añadió.

Este es un problema que no se resolverá con un tuit y que representa interrogantes que Trump no había tenido que responder antes.

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