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Trump tiene dos estrategias para combatir las amenazas nucleares, ¿alguna sirve?

El actual gobierno de Estados Unidos ha manejado de manera totalmente distinta a Irán y a Corea del Norte, sin embargo ninguna de las formas parece funcionar para reducir el peligro.
jue 20 junio 2019 05:34 AM
Irán
Donald Trump rompió con un acuerdo nuclear con Irán que fue negociado por su predecesor, Barack Obama.

LONDRES (CNN)- Heredar una crisis nuclear podría parecer mala suerte, pero desarrollar una segunda podría parecer falta de cuidado.

Irán y Corea del Norte son versiones muy diferentes de la misma amenaza y la Casa Blanca ha adoptado enfoques radicalmente diferentes para cada una.

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , heredó una economía en auge, dos de las guerras más largas que Estados Unidos haya librado prácticamente abandonadas y a ISIS de salida. Sin embargo, no logró apreciar uno de los regalos más frágiles que Obama le dio: el tratado nuclear con Irán.

Sí, el tratado tiene algunos defectos: no controla la conducta de Irán en la región en su totalidad ni para siempre. Sin embargo, lo que sí hizo (o hacía) fue lidiar con la cuestión más peligrosa —el desarrollo de una bomba nuclear— durante alrededor de una década, tiempo suficiente para que muchas cosas mejoraran y los radicales de todos los lados del conflicto se extinguieran.

Sin embargo, Trump solo vio los defectos del acuerdo. Escuchó a un triunvirato de asesores radicales (el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo ; el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Michael Bolton, y al líder de Israel, Benjamín Netanyahu) con la idea de que el discurso duro y la amenaza de tomar medidas severas revertiría la conducta de Irán y lo debilitaría.

Esta semana se demostró que esa predicción se cumplió a medias.

Lee: Las amenazas de Estados Unidos contra Irán preocupan a sus aliados europeos

La economía de Irán sigue sufriendo por las sanciones instigadas por Estados Unidos y podría sufrir más conforme expiren las exenciones relacionadas con el petróleo.

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Sin embargo, la reacción de Irán al incidente del buque petrolero en el golfo de Omán —discurso duro y la reducción gradual de las limitaciones al enriquecimiento de uranio, contempladas en el tratado nuclear— demuestra que no están dispuestos a retroceder. No pueden darse el lujo de parecer débiles, ya que viven en un barrio rudo y tienen pocos amigos.

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Pese a todo, Estados Unidos prefiere recurrir a las amenazas en vez de centrarse en la diplomacia. Su comandante supremo dice que en realidad no quiere la guerra y que estaría dispuesto a hablar con el gobierno iraní. Pero enviar mil soldados más a la región ahoga esas intenciones más serenas.

Cualquier conflicto de Estados Unidos con Irán sería complicado, desigual, prolongado y les costaría muchísimo a los aliados de Estados Unidos en la región; no cabe duda de que Estados Unidos soportaría lo que considera un costo aceptable a corto plazo. Lo más probable es que sus intermediarios en la región se encarguen de gran parte del combate.

Sin embargo, Trump y su equipo no necesitan todo este alboroto, especialmente porque se acercan las elecciones , así que están dejando en claro que no quieren llegar a nada horroroso pese a tanto discurso duro. A final de cuentas, la guerra con Irán sería caótica, pero no involucraría un holocausto nuclear. Al menos no todavía.

Por otro lado, con Corea del Norte, Trump comenzó con "fuego y furia", pero pronto se dio cuenta de lo feroz que podría ser un conflicto directo con una potencia nuclear inestable.

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Hay soldados estadounidenses directamente en la línea de fuego de las ojivas norcoreanas . También está Seúl, una ciudad de casi diez millones de habitantes. Un error de cálculo con Kim Jong Un podría costarle la vida a millones de personas en cuestión de horas. Sus cohetes, pese a que son torpes y probablemente no están armados con ojivas nucleares miniaturizadas —todavía—, podrían llegar a territorio estadounidense algún día. Hay mucho más en juego.

Entonces, Trump optó por ignorar la urgencia de esta amenaza y enfocarse en su capacidad de cerrar la brecha a fuerza de carisma.

Es perturbador enterarse de que el hombre más poderoso del mundo —y a veces el más seguro de sí— habla de las cartas hermosas que recibe de un dictador cuyos misiles podrían representar la amenaza más grave a Estados Unidos. Sin embargo, el círculo más cercano de Trump sabe, como lo sabía el de Obama, que es poco probable que los norcoreanos se desarmen voluntariamente si no se sienten abrumados por los beneficios económicos… y la presión de China.

Mientras tanto, al centrarse en su relación personal con un hombre fuerte que presuntamente usó un arma antiaérea para ejecutar a sus propios familiares, Trump ha permitido que el gobierno norcoreano gane el tiempo que necesita: con cada año que pasa, Corea del Norte desarrolla más su arsenal nuclear sin limitaciones y se acerca al punto en el que Washington no podrá seguir ignorando la amenaza nuclear que representa.

El enfoque de Trump ante uno de estos acertijos nucleares también determina cómo se desarrolla el otro.

Irán ve que Corea del Norte hizo mucho ruido y se mostró agresivo, que avanzó con sus trabajos para desarrollar la bomba y misiles balísticos y que la recompensa fue una cumbre personal con Donald Trump.

Lee: ¿Cierto o falso? Lo que sabemos sobre las sanciones contra Corea del Norte

El gobierno iraní puede estar seguro de que la oferta de Trump de responder a la llamada del presidente de Irán seguirá sobre la mesa una vez que estén mejor armados.

Corea del Norte ve muy claramente que Estados Unidos quiere mostrarse rudo con Irán, pero que en realidad no quiere un conflicto. Sin embargo, no se puede jugar con la idea de la guerra. No es una amenaza que se pueda hacer de dientes para afuera: hacerlo desencadena un ciclo de intensificación.

Kim Jong Un también verá algo más con mucha claridad: que Trump no quiere una guerra con un país económicamente dañado y aislado como Irán, que no representa una amenaza grave a Estados Unidos en un conflicto militar directo.

Entonces, tenemos una crisis en la que se abandonó la diplomacia cuidadosamente construida a favor de una amenaza militar vacía y otra en la que se trata de evitar una amenaza nuclear grave e ineludible a través de la diplomacia torpe y centrada en la personalidad .

Cada uno de los enemigos de Trump está aprendiendo de las experiencias de los otros y la Casa Blanca sigue sin enterarse.

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