De las 3,000 personas que hay en Twayn, casi todas provienen de Ras al Ain, en la frontera con Turquía. Ras al Ain solía ser 75% kurda, según un grupo local de monitorización. Ahora, según dicen, solo queda un puñado de kurdos.
Las condiciones del campamento son muy duras. El terreno es estéril y rocoso. Por la noche, las temperaturas bajan del punto de congelación. Fátima, de 31 años, nos cuenta amargamente que es imposible llevar una vida decorosa aquí.
"No hay pan, no hay leche para los niños, el agua es mala. Hace frío y no tenemos colchones adecuados para dormir". Dice que no sabe si algún día podrá volver a casa.
Recomendamos: Macron dice que la OTAN está en "muerte cerebral" por culpa de Trump
Turquía ha hecho poco para paliar sus temores. Mientras los kurdos salen de la zona fronteriza a raudales, llegan árabes en autobuses: refugiados sirios que, según las autoridades turcas, son originarios de esta zona.
Tras ocho años de guerra civil, Siria está llena de historias de gente que se vio obligada a dejar sus hogares. Cada fase del conflicto parece traer consigo una nueva agitación.
En el pueblito cristiano de Tal Nasr encontramos más familias de Ras al Ain, refugiadas en las ruinas de una iglesia.
ISIS expulsó a los cristianos de esta zona cuando estaba bajo su control. Cinco años después, ISIS prácticamente está derrotado, pero los cristianos no han regresado. Ahora, el pueblo da refugio a otro grupo de personas que se vieron obligadas a huir de sus hogares y no tienen idea de cuándo podrán regresar.
ISIS planea escapes masivos de cárceles y tiene los recursos para reorganizarse
Mientras nos preparamos para partir, un combatiente kurdo de cabello plateado, de nombre Ramadan, se nos acerca y nos pregunta de dónde somos. Le decimos que somos reporteros estadounidenses. Hace una pausa antes de hablar.
"Al principio, ISIS era un enemigo común de Estados Unidos y los kurdos. Éramos hermanos de armas", dijo. "Los soldados estadounidenses debieron haber sido los primeros en el frente cuando Turquía atacó".