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Con Bolsonaro, la deforestación de la Amazonía marca un récord desde 2008

De agosto de 2019 a julio de 2020, la destrucción de la mayor selva tropical del mundo aumentó un 9.5%, el segundo mayor aumento anual consecutivo.
mar 01 diciembre 2020 02:14 PM
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Los 11,080 km2 destrozados también equivalen a países como Líbano.

La deforestación en la Amazonía brasileña aumentó 9,5% entre agosto de 2019 y julio de 2020 en comparación con el período exactamente anterior, lo que constituye el segundo récord consecutivo en 12 años, según datos preliminares oficiales.

La destrucción de la mayor selva tropical del mundo totalizó 11,088 km2 entre agosto de 2019 y julio de 2020, equivalente a 7.4 veces el territorio de la Ciudad de México, arrojó el sistema de vigilancia de deforestación PRODES, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), revelados este lunes.

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La cifra, que es preliminar y solo se confirmará el próximo año, es superior a la registrada entre agosto de 2018 y julio de 2019, cuando llegó a los 10,129 kilómetros cuadrados, y la peor desde 2008 (12,911 kilómetros cuadrados).

El balance es además el primero bajo responsabilidad completa de Bolsonaro, que asumió el poder el 1 de enero de 2019 y está siendo fuertemente presionado por su política ambiental, objeto de críticas por parte de ecologistas, importantes fondos de inversión, grandes empresas y algunos gobiernos europeos.

El líder ultraderechista, que defiende la explotación de los recursos naturales de la Amazonía, incluso en reservas indígenas, ya puso en duda el año pasado las estadísticas oficiales sobre deforestación.

El incremento del último período se produce a pesar del envío de una operación militar a la selva para controlar las actividades ilícitas durante los períodos más intensos de deforestación e incendios.

La Operación Verde Brasil 2 es una de las principales medidas para la cuestión ambiental del gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, en el poder desde enero de 2019, cuestionado dentro y fuera del país por defender la explotación agropecuaria, energética y minera de la Amazonía.

El vicepresidente brasileño, Hamilton Mourao, en su condición de jefe del Consejo Nacional de la Amazonía, reconoció ante los periodistas que no hay motivos para "celebrar nada", pero señaló que los datos muestran que el "esfuerzo" del Ejecutivo "está dando sus frutos”.

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Mourao y el ministro de Ciencia y tecnología, Marcos Pontes, presentaron los datos en una conferencia de prensa en la que no participó el ministro del Medio Ambiente, Ricardo Salles, cuya cartera ha perdido protagonismo en lo relativo a la preservación de la selva amazónica.

El nuevo balance fue criticado por organizaciones no gubernamentales, que afirmaron que estos resultados reflejan "un proyecto muy exitoso de aniquilación de la capacidad del Estado y de los órganos de fiscalización" para luchar contra el crimen en la Amazonía.

"La visión de desarrollo del gobierno Bolsonaro para la Amazonía nos lleva de vuelta al pasado, marcado por altas tasas de deforestación. Es una visión retrógrada que no condice con los esfuerzos necesarios para lidiar con las crisis de clima y biodiversidad", cuestionó Cristiane Mazzetti, gestora ambiental de Greenpeace.

El brasileño Observatorio del Clima subrayó que "debido a la deforestación, Brasil debe ser el único gran emisor de gases de efecto estufa que incrementa sus emisiones en el año cuando la economía global paró debido a la pandemia".

La deforestación en la Amazonía brasileña supera los 7,000 kilómetros cuadrados

"Esto no es una sorpresa para quien sigue la destrucción de las políticas ambientales en Brasil desde enero de 2019", cuando Bolsonaro asumió el poder. "El balance del Prodes refleja el resultado de un proyecto exitoso en aniquilar la capacidad del estado brasileño y de los órganos de fiscalización que cuidan nuestra selva y combaten el crimen en la Amazonía", añadió.

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Los incendios también aumentan en la Amazonía

De acuerdo con el PRODES, el área deforestada en la Amazonía en el último año es en un 70% superior al promedio anual medido en la década anterior a la llegada de Bolsonaro a la Presidencia (6,500 kilómetros cuadrados por año).

También citaron como factores agravantes, la paralización del cobro de multas ambientales, el despido y persecución de fiscales ambientales, la desobediencia a informes de alerta emitidos por los técnicos y el envío al Congreso de proyectos de ley para legalizar la minería y eliminar reservas indígenas.

El estado de Pará, en el corazón de la Amazonía, respondió por el 46.8% de toda la superficie derribada. Le siguieron los estados de Mato Grosso (15.9%) y Amazonas (13.7%).

Mourao informó que el 45% de la deforestación ocurrió en propiedades y otro 30% en áreas públicas, "en tierras que no fueron entregadas a nadie" que ni son unidades de conservación, ni tierras indígenas, ni están en manos de particulares.

"Ese es nuestro gran problema", afirmó.

"Vamos a proseguir con nuestro trabajo" hasta que "la deforestación sea apenas aquella dentro de nuestra legislación", completó. Brasil se comprometió en el Acuerdo de París, que Bolsonaro amagó con abandonar, a dejar en cero la deforestación ilegal hasta 2030.

El vicepresidente también admitió que este año "iniciaron tarde" los trabajos de combate a la criminalidad en la Amazonía, solo en mayo, pero que a partir de ese mes se ha empezado a observar, según él, una tendencia "decreciente".

Fue a partir de mayo de este año cuando el gobierno lanzó la operación "Verde Brasil II" coordinada por las Fuerzas Armadas para perseguir los crímenes medioambientales en el mayor bosque tropical del planeta.

Unos 3,400 soldados del Ejército participan en el operativo que el Ejecutivo ha prolongado hasta abril de 2021, aunque ello no se ha traducido en un descenso drástico de los índices de destrucción.

La deforestación está estrechamente relacionada con los incendios en la Amazonía, que han vuelto a aumentar este año y hasta la fecha se habían contabilizado 99,586 focos, más que los 89,176 de todo 2019, cuando las imágenes de los frentes de fuego avanzando por la Amazonía dieron la vuelta al mundo.

La situación de este año se ha agravado además con una sequía severa en la región que ha favorecido la propagación de las llamas por las áreas previamente deforestadas.

Diversos informes de organizaciones medioambientales identifican la deforestación y los incendios como parte de un proceso que tiene como punto final la utilización de tierras para la agropecuaria, sector que Bolsonaro quiere impulsar todavía más durante su mandato.

Con información de AFP y EFE

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