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Cómo se esfumó el éxito de Uruguay ante el COVID-19

El país sudamericano era un ejemplo para Latinoamérica sobre cómo controlar la pandemia, pero en los últimos días tiene una de las tasas de contagios más altas del mundo.
mar 20 abril 2021 02:27 PM
Con la tasa de contagios más alta del mundo y la mayor aceleración de muertes en América Latina en los últimos 14 días, Uruguay vive el peor momento de la pandemia meses después de haber sido erigido como un ejemplo de éxito en el control de la emergencia sanitaria.
Una de las causas del aumento de casos en Uruguay es la frontera seca con Brasil, por donde ingresó la cepa P1, mucho más contagiosa y que actualmente afecta al 60% de los infectados en Montevideo

Con la tasa de contagios más alta del mundo y la mayor aceleración de muertes en América Latina en los últimos 14 días, Uruguay vive el peor momento de la pandemia meses después de haber sido erigido como un ejemplo de éxito en el control de la emergencia sanitaria.

Muy lejos quedó junio de 2020, cuando el país de 3,5 millones de habitantes era un oasis en medio de un planeta devastado por el virus: llegó a totalizar menos de 20 casos activos y sumó varios días sin contagios nuevos. El gobierno manejó incluso la idea de declarar al país libre del SARS-CoV-2.

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Esa posibilidad es una quimera en este abril en el que Uruguay viene batiendo récords de contagios y muertes que, en términos relativos, lo convierten en líder de los ránkings más oscuros.

En las últimas dos semanas, el país registró un promedio de 3,000 casos nuevos y casi 50 fallecimientos diarios por COVID-19. El jueves 15 de abril volvió a tocar un pico con 79 defunciones. Este lunes, el país sumó 63 muertes más por la enfermedad. Los 63 fallecidos del lunes fueron personas de entre 49 y 94 años.

Los números develan la tasa de contagios diarios más alta del mundo y lo dejan primero en América Latina en muertes por cada 100,000 habitantes en los últimos 14 días, según un conteo de la agencia AFP basado en cifras oficiales.

Aunque con 1,971 muertes su tasa total de fallecimientos desde el inicio de la pandemia (47 por cada 100,000 habitantes) sigue muy por debajo de las observadas en sus vecinos Brasil (170) y Argentina (130), el virus pasó a ser la principal causa de decesos en un país en el que, en tiempos de prepandemia, moría un promedio de 90 personas cada 24 horas.

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Además, la mitad de los decesos producidos por el COVID-19 han ocurrido en abril.

La ocupación total de camas de terapia intensiva alcanza el 73%, con un 54% ocupado por pacientes con coronavirus. El lunes 519 personas se encontraban en las camas de cuidados intensivos, se acuerdo con el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) de Uruguay.

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Actualmente, 18 de los 19 departamentos del país se encuentran en zona roja según el índice de Harvard, al acumular más de 25 casos por cada 100,000 habitantes en los últimos siete días.

Entre debates técnicos y discusiones semánticas sobre qué porcentajes indican "colapso" o "saturación" del sistema de salud, los médicos acusan agotamiento y falta de recursos humanos.

"Exceso de confianza"

¿Cómo se explica este derrotero de un extremo al otro?

"El exceso de confianza y la pérdida de percepción de riesgo fueron los dos factores principales que hicieron que Uruguay perdiera ese estatus de ser el mejor de la clase" y pasara a la situación actual, dice a AFP el virólogo Santiago Mirazo.

Durante 2020, explica, la epidemia en Uruguay "se comportó en formato de brotes, que eran rápidamente extinguidos, con una gran capacidad de testeo y un gran seguimiento epidemiológico de los casos positivos”.

Víctima de ese éxito, la población empezó a alejarse de las medidas básicas como uso de cubrebocas y distanciamiento social, en tanto rompió las "burbujas" sociales que impedían que los brotes se propagaran.

Mirazo apunta que "también se suma el cansancio, el desgaste individual" y la frontera seca con Brasil, por donde ingresó la cepa P1, mucho más contagiosa y que actualmente afecta al 60% de los infectados en Montevideo.

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La propia directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne, alertó a la prensa el viernes que "América del Sur sigue siendo el epicentro de la pandemia" en esa región, gracias, entre otros factores, al avance de las variantes.

La OPS advirtió en la conferencia de prensa que los países con frontera con Brasil —como Colombia, Perú, Venezuela, Uruguay, las Guyanas y Guayana— y otros como Chile, Argentina y las islas del caribe son los puntos donde estas mutaciones podrían estar influyendo.

Etienne consideró, sin embargo, que aunque este "aumento del número de infecciones observado en toda la región es alarmante, no es ninguna sorpresa", teniendo en cuenta que América Latina ha relajado sus medidas de protección.

"Las variantes altamente transmisibles se están propagando, y las medidas de distanciamiento físico ya no se cumplen de forma tan estricta como antes. Como resultado, cada vez hay más casos de hospitales llenos, escasez de suministros médicos y desafíos para proporcionar una atención adecuada a los pacientes”, dijo.

La OPS recomienda seguir aplicando vacunas anticovid de AstraZeneca

Coherencia o capricho

Una característica destacada durante el período de éxito uruguayo en la gestión de la pandemia fue que pudo lograrlo sin recurrir a una cuarentena general obligatoria ni otras medidas coercitivas.

El presidente Luis Lacalle Pou, de centroderecha y que se embanderó en el concepto de "libertad responsable", sostiene que no cree en "un Estado policíaco" y argumenta que no pondrá obstáculos "al que sale a ganarse el pan todos los días".

Una convicción que, en el contexto actual, sus seguidores entienden como coherencia y sus detractores, como capricho.

Los reclamos de medidas más restrictivas de la movilidad llegan ahora de todas partes. Desde la comunidad científica y médica hasta la oposición, pero también socios políticos del gobierno insisten en que, de no intervenir con más firmeza, el panorama solo puede empeorar.

El 74% de los uruguayos cree que es necesario endurecer restricciones, según una encuesta de la consultora Factum difundida esta semana.

El Guiad, un conjunto de científicos independientes creado para analizar datos sobre el virus, detalló el lunes en un informe que compara la evolución de la pandemia en países similares a Uruguay que "solo las medidas estrictas" logran bajar la movilidad para frenar el aumento de casos.

Otro grupo de científicos, el Gach, que asesora al gobierno y se ha vuelto referente para la población, elaboró un documento aconsejando nuevas medidas, varias de las cuales han sido desestimadas por el Ejecutivo.

Entre ellas, suspensión total de ceremonias religiosas y torneos deportivos profesionales, cierre de bares y restaurantes o mayores restricciones en el ingreso al país, que mantiene sus fronteras cerradas pero permite excepciones.

El presidente uruguaya había considerado hasta hace poco que las medidas vigentes, como la suspensión de las clases presenciales o el cierre de las oficinas públicas no esenciales eran suficientes si son acompañadas por el comportamiento individual.

Sin embargo, Lacalle admitió este lunes que "otras conductas" podrían haber evitado” algunas muertes por el COVID-19.

"Por supuesto que algunas de esas muertes podrían haber sido evitables. Con otras conductas podrían haber sido evitables", dijo el mandatario a la prensa este lunes, durante un acto público en el departamento de Soriano, en el suroeste del país.

Tras ser consultado por la cantidad de fallecidos durante las últimas semanas el mandatario uruguayo señaló que "Cada muerte es una tristeza" y que estas "no se pueden medir" en números.

"¿Cuántas son muchas muertes? ¿10, 20, 70? Si es un familiar de nosotros, un ser querido, con una muerte debería dolernos. Me parece que contar los muertos como si fueran una cifra es demasiado frío". aseguró.

No obstante, valoró el trabajo durante las jornadas de vacunación en el país gracias a una "muy buena organización" y personal que lo hace de forma profesional desde el 1 de marzo, cuando comenzó el plan de inoculación.

"Es una combinación de medidas restrictivas que el gobierno ha tomado hace bastante tiempo y, al mismo tiempo, la vacunación en buenos términos. Es una vacunación que excede lo que preveíamos", apuntó.

El gobierno uruguayo apuesta todas sus fichas al plan de vacunación, que avanza muy rápidamente y aparece como la luz al final del túnel. Hasta ahora, el 40.15% de la población ha sido vacunada con una dosis de la vacuna de Sinovac, Pfizer o AstraZeneca y el 9.1% con el esquema completo.

De esta forma, el país suramericano ya vacunó a un millón 407,588 personas, un millón 75,285 con la primera dosis y 332,303 con la segunda.

Pero los científicos insisten en que la vacunación por sí sola no frenará el aumento de contagios en el corto plazo.

"Ningún país del mundo, continental al menos, pudo revertir la curva de contagios sin medidas restrictivas fuertes. Ese es un dato de la realidad", dice Mirazo.

Sin esa intervención, añade, "queda todo un poco supeditado al comportamiento de la sociedad" y el efecto será "mucho más lento y progresivo”.

Con información de AFP y EFE

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