Tras haber acelerado la aplicación de vacunas a comienzos de junio, la cantidad de dosis diarias volvió a retroceder en los últimos días. Con solo el 8.9% de la población con el esquema completo, continúan las restricciones a la movilidad y concentración de personas en buena parte del país.
"El ritmo de vacunación viene lento y eso influye mucho en la recuperación de la economía", dice Hugo Ñopo, economista e investigador principal de Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), en Lima. "El mercado peruano de trabajo y de consumo es altamente informal, las transacciones se hacen cara a cara, y eso es lo que justamente la pandemia imposibilitó".
En el resto de los países del sur del continente, la mayor lentitud a la esperada en el proceso de inoculación está provocando un ajuste hacia abajo de las proyecciones económicas.
En Ecuador, el presidente Guillermo Lasso, quien asumió el 24 de mayo, lanzó un plan para vacunar a nueve millones de ecuatorianos en los primeros 100 días de gobierno como parte de su estrategia para reactivar la economía. Sin embargo, un mes después de aquel anuncio reconoció dificultades para adquirir las dosis necesarias.
Con solo el 7.7% de la población vacunada con dos dosis, el Banco Central revisó a la baja el crecimiento esperado para este año: pasó del 3.1% estimado en noviembre pasado al 2.8% en junio. En cualquier caso, el alza estará muy por debajo de la caída del 7.8% del PIB en 2020.
El panorama es similar en Paraguay. A fines de abril, el Banco Central del Paraguay (BCP) rebajó las perspectivas de crecimiento del PIB para este año del 4% estimado en diciembre de 2020 al 3.5% ante la lentitud de la vacunación. Esas correcciones a la baja podrían continuar en un contexto en el que a fines de junio solo el 1.9% de los paraguayos habían recibido el esquema vacunatorio completo.
La vigorosa recuperación esperada para las economías del sur del continente este año está enfrentando un obstáculo: la llegada de las vacunas no se está concretando al ritmo estimado a fines de 2020. Ese déficit no solo podría agravar la crisis sanitaria ante la expansión de variantes altamente contagiosas del COVID-19, como la Delta, sino que también está colocando un techo cada vez más bajo a la recuperación económica en varios países. Un factor más de convulsión para una Sudamérica en ebullición.