Los ecuatorianos acudían a las urnas el domingo para elegir a su próximo presidente, sopesando las promesas de mejorar la economía y controlar una creciente inseguridad por parte de un empresario y una política de izquierda que sería la primera mujer en liderar el país andino.
Las principales preocupaciones de los votantes se centran en gran medida en la economía, que ha tenido problemas desde la pandemia de coronavirus y motivó a muchos miles de ecuatorianos a migrar, y el aumento de la delincuencia, incluidos asesinatos, robos y disturbios carcelarios.
La violencia, que el gobierno saliente atribuye a las bandas de narcotraficantes, alcanzó un punto culminante durante la campaña con el asesinato del candidato anticorrupción Fernando Villavicencio en Quito antes de la primera vuelta de agosto.