OPINIÓN: ¿Un billete de 2,000 pesos predice una mayor inflación?
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en su cuenta de Twitter @IvanFranco555 .Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) - Hace unos días el Banco de México (Banxico) anunció la puesta en circulación del nuevo billete de 500 pesos y notificó que el de 20 pesos se retirará para ser sustituido por monedas. Asimismo, el banco central contempló el lanzamiento de un nuevo billete con denominación de 2,000 pesos.
Estos anuncios generaron algunas especulaciones entre el público, como que la nueva familia de billetes anunciaría una próxima depreciación o una mayor inflación. Pero dicha especulación no es real y no está sustentada. De hecho, el asunto en el cambio del billete de 500 pesos es un tema de reforzamiento de la seguridad.
Si la oferta de dinero se mantiene en su trayectoria tendencial o se mantiene constante, el cambio de la denominación de los billetes no tiene por qué impactar a la cantidad total de dinero disponible en la economía. Simplemente se está modificando la denominación de los billetes, no su valor total.
OPINIÓN: Guerra comercial, ¿mezquindad o estrategia?
Un ajuste cambiario no tiene conexión con la denominación de los billetes emitidos por el banco central. Sí lo tiene con el nivel de precios de los productos consumidos localmente, pero eso es otra cosa.
Según información del Banxico, el billete con la mayor circulación en la actualidad es el de 500 pesos, con 43.4% del total de notas emitidas por el banco; le sigue el billete de 200 pesos, con un 17.7% por ciento. El billete plástico de 20 pesos -que desparecerá- representa apenas un 11.1% de la oferta en circulación, por lo que retirarlo no tiene mayor relevancia.
Sin embargo, el tema que podría causar controversia es la posible emisión de un billete de 2,000 pesos. La alta inflación registrada en los dos años pasados ha deteriorado el poder de compra de los billetes actuales. Hoy en día es más práctico, por ejemplo, llenar hoy un tanque de gasolina pagando con un billete de 2 mil pesos que con cuatro billetes de 500 pesos.
Lee: Adiós al billete de 20 pesos... y el Banxico perfila uno de 2,000 pesos
Sí hay un efecto monetario subyacente en el tema de la nueva familia de billetes, sobre todo si se emiten billetes de 2,000 pesos, además de una pérdida del poder de compra de la moneda y de la practicidad de pagar con billetes de alta denominación.
En teoría monetaria existe el concepto de la velocidad del dinero, que es el número de veces o de transacciones realizadas por unidad de dinero. Esta se calcula como la proporción entre el PIB nominal y alguno de los agregados monetarios: M1 o M2. El primer agregado está representado por los billetes y monedas en circulación más los depósitos en los bancos con exigibilidad inmediata.
En México la velocidad del dinero ha mostrado una tendencia a la baja en el tiempo. Durante la presente administración, en un contexto de expansión monetaria previa durante el periodo 2014-2016, la velocidad del dinero cayó hasta 2.7 en el primer trimestre de 2018 (cifras sin ajuste estacional). De hecho, tocó un mínimo histórico.
OPINIÓN: Hay acuerdo entre México y EU, pero ¿qué se negoció?
Uno de los puntos que indica la disminución de la velocidad del dinero es el enfriamiento de la economía. Si la velocidad del dinero fuera constante -algo que no sucede-, con aumentos en la cantidad de dinero en mayor proporción que el producto de la economía, el nivel de precios (inflación) tendría que aumentar también para compensar las inyecciones de dinero; sin embargo, dado que la velocidad del dinero también está cayendo, el traspaso hacia la inflación si sucedió, pero fue menor.
Por otro lado, durante el sexenio, la producción de la economía no estuvo aumentando de forma importante a pesar de la política monetaria expansionista del periodo 2014-2016. Recordemos que México tiene un tope de crecimiento promedio de alrededor de 2.5 por ciento.
De forma simultánea y ante el desborde de la inflación, el banco central implementó meses atrás un freno monetario con ayuda del mecanismo de la tasa de interés. Para 2018, y lo que se espera en 2019, el PIB se encuentra en fase de desaceleración moderada.
Lee: El Banco de México estrenará nuevo rostro en internet
En Estados Unidos pasa algo muy similar con la velocidad del dinero. Solo que el banco central tiene un mandato dual, es decir, que la política monetaria vela también por el pleno empleo (crecimiento). Además, su economía está basada más en el dinero electrónico que en el efectivo, mientras que en México, el efectivo sigue siendo muy importante en las transacciones comerciales diarias.
Los nuevos billetes
La baja velocidad del dinero en México indica que la economía está en “zona fría”. También puede implicar que, a pesar de las inyecciones de dinero a la economía, el público y las empresas prefirieron guardarlo, pagar deudas o cualquier otra cosa, menos gastarlo en la adquisición de bienes. La alta inflación también promueve una reasignación de activos a otros instrumentos diferentes al dinero.
Desde el punto de vista de la teoría cuantitativa del dinero, todas las variables involucradas están disminuyendo o, al menos, no están aumentando más. Es el caso de los precios (aunque la inflación sigue presionada se acerca a la meta de convergencia), de la producción, la cantidad de dinero y su velocidad.
Lee: 5 monedas de mercado emergentes que sufren una paliza
El cambio de algunos de los billetes en circulación a otros de mayor denominación, si se mantiene el crecimiento de la cantidad de dinero más o menos constante, tendería a acelerar la velocidad del dinero. Pero todo depende de qué porcentaje de billetes de 1,000 o 2,000 pesos fije el banco central.
Es decir, un billete de 2,000 pesos va a intervenir en un mayor número de transacciones que cuatro billetes de 500 pesos.
La percepción de escasez de efectivo que surge con billetes de mayor denominación puede generar cierta “hambre” de efectivo y promover que exista un mayor gasto en la economía.
OPINIÓN: Una guerra perdida cuyas consecuencias pagan los consumidores
Esto es lo que se busca, que el dinero “se caliente un poco” y que no sea inerte ante las políticas monetarias expansionistas del pasado.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión