OPINIÓN: Las agresiones de Trump obligan al mundo a cambiar
Nota del editor: Nic Robertson es editor de CNN para asuntos diplomáticos internacionales. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) - Mientras la postura combativa Trump, quien arremetió contra Jim Acosta de CNN, se difundía por los periódicos más importantes del mundo y las declaraciones estridentes del presidente de Estados Unidos respecto a multitud de temas seguían resonando, el silencio de los aliados europeos de Trump tras la combativa conferencia de prensa del miércoles, 7 de noviembre, fue ensordecedor.
Muchos de los aliados de Trump se reunirán con él en París este fin de semana para conmemorar el centésimo aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial, conocida como "la guerra para acabar con todas las guerras".
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Trump llegará a esta conmemoración de la paz habiendo abierto hostilidades nuevas en casa, en donde amenazó con acabar con sus adversarios si no actúan según sus deseos. No solo arremetió contra la prensa, a la que insiste en acusar de difundir noticias falsas, sino que advirtió a los demócratas (que acaban de ganar la mayoría en la Cámara de Representantes) que si tratan de usar sus nuevos poderes para investigarlo, él los investigará también.
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Esta salva de apertura en la política radical de Trump, la del hombre más poderoso del mundo que se prepara para dos turbulentos años más de presidencia, fue la que acaparó los titulares del Times aquí en Londres.
La primera plana muestra a Trump apuntando con el índice a Jim Acosta, jefe de corresponsales de CNN en la Casa Blanca (además de amigo y colega mío), mientras Acosta le hace una pregunta y una asistente se le acerca para quitarle el micrófono.
Poco después de la conferencia de prensa, la Casa Blanca revocó la acreditación de Acosta. CNN ha sido firme en la defensa de Acosta y en general, de la Primera Enmienda y del papel de los periodistas en una democracia.
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La reacción de la Casa Blanca fue acusar falsamente a Acosta de haber actuado mal.
El mensaje que llegó a Europa fue claro: después de las elecciones intermedias, Trump está a la ofensiva, retoma sus viejos rencores y adopta una postura más agresiva.
No está claro si los líderes que se reunirán en París, quienes han observado a Trump alejarse de los principios democráticos que consideran sagrados, le plantarán cara a esta nueva hostilidad.
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Aunque quisieran hacerlo, en privado o no, será más difícil porque Trump planea rechazar la invitación a un foro por la paz de tres días, después de la conmemoración del armisticio, que organizó el presidente de Francia, Emmanuel Macron, para los aproximadamente 70 líderes mundiales.
Pese a que el silencio en París es ensordecedor, no significa que no lo estén juzgando.
En semanas recientes, las autoridades británicas han criticado a Trump por su postura agresiva frente a los periodistas. Al parecer, la portavoz de la primera ministra, Theresa May, reprendió a Trump por burlarse en un mitin de un periodista que trabaja para el diario británico The Guardian, a quien tacleó un miembro del Congreso estadounidense.
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La portavoz dijo: "Es obvio que [Trump] hizo comentarios en un mitin y que fueron para él. Pero en general, siempre diríamos que cualquier acto violento o de intimidación contra un periodista es completamente inaceptable".
Apenas a finales de septiembre, May defendió la libertad de prensa en Reino Unido. En una reunión del gabinete en la que se ponderaban cambios a las leyes que afectarían dichas libertades, dijo: "Era importante que el gobierno se resistiera a las reformas que socavarían la libertad de prensa".
Pero en sus tratos con Trump, particularmente cuando se reunieron en Reino Unido a mediados de este año, luego de que Trump la criticara duramente en el diario sensacionalista británico The Sun, su moderación británica pudo haber provocado que Trump asumiera que ella desdeña a los periodistas tanto como él.
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En una conferencia de prensa conjunta que se celebró en julio, Trump dijo: "Ella es toda una profesional, porque cuando la vi esta mañana y le dije que no me iba a disculpar porque dije cosas muy buenas de ella, contestó: 'No se preocupe, es solo la prensa'. Pensé que eso había sido muy profesional".
Para May y los demás líderes que asistirán a la conmemoración de este fin de semana, los dramas de Trump en Washington no serán el tema principal de conversación, aunque por fuera sus aliados susurrarán sobre él, sobre las elecciones intermedias y lo que todo esto significa.
Por la mañana del miércoles, el ministro del Exterior de Alemania, Heiko Maas, tuiteó que es "un error apostar ahora a que Donald Trump corregirá el rumbo". No obstante, el canciller insinuó que en Alemania sí corregirán el rumbo: "La cuestión sigue siendo que Estados Unidos es nuestro socio más importante fuera de Europa. Para conservar esta alianza, tenemos que volver a medir y realinear nuestra relación con Estados Unidos".
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Lo intrigante es que tal vez uno de los indicadores más esclarecedores de que Europa comparte el desagrado por Trump será una inusual cooperación a ambos lados del Canal de la Mancha.
Los activistas británicos les prestarán a sus homólogos franceses su arma más importante del arsenal anti-Trump: el globo del bebé Trump, que se hizo famoso este año en Reino Unido durante la visita de Trump a mediados de año.
El enorme Trump bebé en pañales voló sobre las protestas anti-Trump en Reino Unido y posteriormente lo instalaron afuera de la embajada de Estados Unidos en Londres.
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Un grupo francés que se autodenomina Trump significa guerra tiene planes de volar el globo lo más cerca posible de la conmemoración en el Arco del Triunfo, en el centro de París. Afirman que consideran a Emmanuel Macron responsable de invitar a Trump, a quien culpan de la "intensificación de la guerra contra el terrorismo" y al que responsabilizan de "la muerte de millones de personas".
Esto contrasta profundamente con la inmensa pompa y circunstancia que Trump gozó en su visita anterior a París, en medio del "romance" con el presidente de Francia en el desfile militar y las celebraciones del Día de la Bastilla, el 14 de julio del año pasado.
Macron y otros líderes mundiales saben ahora que tienen que ajustar sus parámetros respecto a Trump. Los resultados de las elecciones intermedias indican que la nueva calibración no ha terminado.
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