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Pereza 2.0

La verdadera solución al reto de la transformación digital no es usar herramientas tecnológicas, dice Teresa Ramos.
dom 24 noviembre 2019 07:30 AM
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Un error muy común en los procesos de transformación digital es pensar que añadir tecnología es la solución, dice Teresa Ramos.

(Expansión) - En mi trabajo en educación tengo la suerte de estar en contacto con gente de generaciones muy distintas. Desde adolescentes recién llegados a la universidad hasta altos ejecutivos, pasando por líderes a punto de jubilarse que quieren seguir contribuyendo a la sociedad.

El colectivo más fascinante para mí son los alumnos universitarios; particularmente los más jóvenes; nativos digitales, venidos al mundo en plena era de la revolución digital. Hicimos un experimento con ellos y les pedimos que estuvieran 8 horas de vigilia de tecnología digital. La mayoría fueron incapaces de conseguirlo y tuvieron que mirar las pantallas de sus móviles pasadas unas pocas horas.

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Sin embargo, en estos momentos, estoy viviendo una situación curiosa. Algunos de mis alumnos de grado están preparando su intercambio con una universidad extranjera. Llevan particularmente interesados en este intercambio desde que empezaron sus estudios hace tres años. Al darles el recibimiento en primer año me preguntaron: “¿cuándo iremos de intercambio a otras universidades extranjeras?”.

En segundo año elaboraron una lista con las mejores universidades tecnológicas y de innovación del mundo. Me la entregaron, pidiéndome que firmara acuerdos con ellas para poder realizar su intercambio allí.

Estudiar un semestre en una universidad extranjera ha sido su gran sueño en estos últimos 3 años.

Curiosamente, cuando hace un par de meses llegó el momento de la verdad, empecé a ver una realidad distinta. Lo único que tenían que hacer estos nativos digitales era subir los programas de estudio que quieren cursar a una plataforma informática; es decir, tenían que guardar un archivo en una página web.

Pensé que sería un proceso fácil dado su interés y su edad. Se los expliqué con unos meses de antelación y no hubo dudas ni preguntas. Sin embargo, unos meses después, solo una alumna había subido los programas. Otros alumnos me los habían mandado por correo electrónico. Les respondí que el proceso oficial exigía subirlos a la página web.

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Meses después seguía sin haber programas de estudios en la página. Me empecé a preocupar. ¿Habría algún error informático? ¿Estaría mal el sitio web?

Compartí esta preocupación con algunos colaboradores y empezamos a hacer pruebas. Todo funcionaba a la perfección.
Pasaron los meses y seguía sin haber actividad por parte de los alumnos. La página web continuaba vacía. Yo estaba cada vez más preocupada por su inexplicable falta de interés. Si seguían así, no iban a poder irse fuera por no aportar la documentación necesaria en los plazos requeridos.

Preocupada, le pregunté otra vez a la alumna que sí había subido los documentos ¿Qué había pasado? Su respuesta me dejó sin palabras. Seguían teniendo interés. El problema era otro: no sabían cómo usar la página web.

Estos nativos digitales, incapaces de pasar un par de horas sin sus smartphones, entraban en la página y se sentían asustados. Aunque la página es muy intuitiva, ellos se perdían y abandonaban.

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Era imposible que la verdadera razón fuera el desconocimiento del funcionamiento de la web. Cuando salí de mi asombro, empecé a preguntarles y llegué a la conclusión de que lo que verdaderamente les asustaba era el proceso burocrático en sí. Les daba miedo el hecho de enfrentarse al “papeleo”; aunque, en este caso, el papeleo fuera digital.

La verdadera razón era, como en todos los temas de transformación digital, el factor humano.

Nosotros, los adultos, inmigrantes digitales que hemos aprendido la tecnología en vez de haber nacido con ella, pensamos que, con sólo digitalizar un proceso, éste va a resultar más fácil de completar y menos intimidante. Tenemos la convicción de que la tecnología va a solucionar todas nuestras dificultades. Sin embargo hay problemas que nos resultan difíciles dada nuestra condición de humanos. Los procedimientos burocráticos son uno de ellos; a nadie le gusta hacerlos, sea con papel y lápiz o con ordenador e internet. Nuestros alumnos se sienten intimidados por la burocracia y la página web del mismo modo que generaciones mayores, a su edad, nos sentíamos intimidados por la burocracia y los formularios certificados con sellos oficiales.

Un error muy común en los procesos de transformación digital es no entender bien la raíz del problema y pensar, erróneamente, que añadir tecnología lo va a resolver

En este caso, creemos que un tedioso proceso administrativo se va a convertir en ameno simplemente al poder hacerlo en una página web.
Pero no se trata de tecnología sino de la naturaleza humana. Aunque hemos cambiado la ventanilla por la página web, el reto sigue siendo el mismo: formularios y burocracia.

La burocracia y el papeleo serán siempre tediosos. Sean hechos en papel o en ordenador. El problema no es la manera de realizar el proceso sino el proceso mismo.

No se trata de tecnología sino de seres humanos y de la pereza que nos causan ciertas situaciones. La tecnología no nos va a quitar la pereza. Sólo la va a convertir en pereza tecnológica: Pereza 2.0.

Lo que nos motiva y lo que nos aburre como humanos no va a cambiar porque usemos tecnología digital. La verdadera solución al reto de la transformación digital no es usar herramientas tecnológicas. La verdadera solución pasa por entender en profundidad nuestras necesidades y motivaciones y ver cómo la tecnología puede ayudar a hacer nuestras vidas más fáciles y cómodas.

Nota del editor: Teresa Ramos es experta en Tecnología e innovación. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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