Sin duda, de la efectiva comunicación al exterior de la organización, depende que la crisis sea superada y el daño sea minimizado. Seleccionar el contenido del mensaje, el canal y la forma, es una tarea que requiere concentración, sensibilidad y criterio.
El objetivo del mensaje precisa estar bien definido: ¿Qué se pretende lograr al emitir este comunicado? Si la empresa se ha visto envuelta en un escándalo que pone en entredicho su credibilidad, se buscará transmitir confianza.
Si la crisis obedece a un agravio hecho por parte de la organización, se buscará dirigir una disculpa y ofrecer la reparación del probable daño. El mensaje en el manejo de crisis es un traje a la medida, pues cada caso es distinto y exige respuestas distintas. Desde luego, nunca debemos perder de vista cuál es la audiencia a la cual nos dirigimos.
Por último, después de superada la crisis, se hará un análisis retrospectivo de lo acontecido a nivel interno para crear protocolos de actuación ante futuras contingencias. Además, se llevará a cabo una valoración sobre lo ocurrido para buscar formas viables de prevenir que se den situaciones similares.
Incluso en esta fase final, la retroalimentación entre el personal corporativo es esencial, pues de ella se desprende el cúmulo de lecciones adquiridas a través de la experiencia que deja la crisis.
De esta forma, los procesos comunicativos no solo son necesarios para la operación habitual de una organización, sino que toman particular importancia en las horas más obscuras, donde el caos parece imperar y la incertidumbre nos toma por sorpresa.
Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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