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Mejores prácticas, una oportunidad para las empresas ante la crisis

La actual crisis de salud pública como consecuencia del COVID-19 ha puesto al descubierto la urgencia por llevar a cabo sustanciales cambios en el modo de ver el mundo, opina Guillermo Fournier.
jue 28 mayo 2020 05:00 AM

(Expansión) – Hay sucesos históricos que consiguen sacudir a la humanidad y producir auténticos cambios de paradigma. Ocurrió hace ya varios milenios con la llegada de la agricultura, lo cual transformó la manera en que los seres humanos interactuaban y fue el paso fundamental para la creación de sociedades asentadas en un sitio específico con estructuras de organización más o menos complejas.

Mucho tiempo después, hace apenas unos cuantos siglos, la Revolución Industrial suscitada en Inglaterra significó un drástico cambio en la forma de comprender la capacidad de producción, desestabilizando enormemente el statu quo, pero logrando notables avances tecnológicos que a mediano y largo plazo elevaron la calidad de vida de las personas e impulsaron el desarrollo en varios países.

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Asimismo, las últimas décadas han sido escenario del fascinante boom de la evolución tecnológico-digital; nuestra generación es testigo de uno de los más impresionantes cambios de era que haya experimentado la raza humana. Desde la aparición del Internet el desarrollo del mundo digital ha sido exponencial. Siguiendo la famosa Ley de Moore, la tecnología de las telecomunicaciones se ha ido sofisticado a una velocidad insólita, prácticamente duplicando su capacidad cada 18 meses.

Hoy contamos con smartphones, redes sociales que nos permiten estar conectados permanentemente y aplicaciones digitales de suma utilidad para diferentes propósitos: el futuro nos ha alcanzado.

En medio de esta era de cambio por la cual transitamos y que aún no somos capaces de dimensionar por carecer de la perspectiva que solo puede dar el transcurrir del tiempo, tanto organizaciones como individuos nos hallamos en el proceso de asumir en plenitud, de la mano del compromiso y la visión de futuro, los desafíos que la historia contemporánea pone sobre nuestros hombros.

Cierto, las sociedades evolucionan, puesto que los tiempos cambian. A su vez, las organizaciones empresariales, con esa habilidad tan indispensable para su supervivencia, se adaptan ante los nuevos paradigmas que emergen. La forma de hacer negocios también se ajusta a las necesidades que se manifiestan en el entorno. El reto consiste en lograr una real evolución y no caer en la temida involución, es decir, el retroceso producto de la repetición de vicios aparentemente superados en el pasado.

La actual crisis de salud pública como consecuencia del COVID-19 ha puesto al descubierto la urgencia por llevar a cabo sustanciales cambios en el modo de ver el mundo. En primera instancia, nos ha hecho revalorizar la solidaridad. Ante una crisis sanitaria y económica global, es indispensable que exista un trabajo de colaboración basado en la confianza y la generosidad.

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Las empresas se han tenido que adaptar a las difíciles circunstancias para continuar con sus operaciones. Gran parte de las compañías ha evitado hacer recortes en su personal, además de estar al pendiente de las necesidades de los empleados. Es innegable la cooperación que ha prevalecido entre el sector privado y el sector público para superar la adversidad de la mejor manera posible. Priorizar se volvió indispensable: el sentido humano y el interés por el bien común se han hecho presentes.

En el mismo orden de ideas, diversas organizaciones están tomando la coyuntura crítica como una oportunidad de replantearse conceptos tan elementales como el de responsabilidad social empresarial, ya no como algo accesorio, sino como un pilar sobre el cual se sostenga la actuación organizacional.

La pandemia acelera la revolución 4.0 en las empresas

En efecto, sigue ganando terreno un mercado con clientes y consumidores que cada vez se preocupan más por cuestiones como la sustentabilidad, el respeto de los derechos laborales y la ética en los negocios. Las corporaciones deben comprender que la responsabilidad social empresarial requiere de un compromiso que se refleje en tiempo invertido y recursos orientados. Tal vez, la crisis de pie a nuevas consideraciones en torno a este punto clave; la responsabilidad social exige ser la esencia de las organizaciones y no una mera fachada.

Por último, la premura por encontrar soluciones para proseguir con las labores profesionales, ante la necesidad de tomar medidas de aislamiento social para prevenir la proliferación de la epidemia, nos ha hecho recurrir con mayor asiduidad a las plataformas tecnológicas y las herramientas digitales. Ahora más que nunca, somos conscientes de los alcances de estas aplicaciones y seguramente aprenderemos a aprovecharlas mucho mejor en el día a día. Quizá incluso seamos capaces de optimizar la tecnología y entrar por fin de lleno a la ansiada Revolución Industrial 4.0.

OPINIÓN: ¿Por dónde empezar para reactivar, recuperar y crecer tu negocio?

Probablemente, esta dolorosa crisis nos haga aprender valiosas lecciones y nos obligue a ser más resilientes ante la adversidad. De nosotros dependerá el vislumbrar un mejor mañana y trabajar con empeño, desde el mundo organizacional, en el propósito de instaurar un entorno profesional de mejores prácticas y de pleno sentido social y humanitario. La mejor forma de predecir el futuro es optando por construirlo nosotros mismos.

Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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