Cabe señalar que, desde el punto de vista financiero, tener una gran cantidad de efectivo disponible puede considerarse ineficiente, o caro.
¿A qué me refiero con caro? Uno de los objetivos de una empresa es organizar y reunir talento y recursos bajo la dirección y misión de un equipo competente, para maximizar el valor a los accionistas y los stakeholders (capital humano, proveedores, socios comerciales, acreedores, entre otros.)
Una acumulación considerable de efectivo puede interpretarse como que la dirección no está encontrando un destino para esos fondos que puedan generar el efecto multiplicativo que tiene su empresa como objetivo. En otras palabras, ¿por qué dejar una fuerte cantidad de efectivo ocioso en vez de invertir en crecimiento, investigación y desarrollo, otros proyectos? Incluso, muchas empresas en una etapa madura consideran que lo diligente es regresar estos excedentes a los accionistas en forma de dividendos.
Entonces, ¿por qué alguien preferiría acumular este efectivo? Porque no hay dinero más caro que el que no se puede obtener.
Ante las primeras señales de alarma se vieron reacciones en el mundo corporativo, donde preservar el efectivo y garantizar la continuidad del negocio, pasada la crisis, se volvió una prioridad.
Las fuentes inmediatas de efectivo que podemos ver en el balance general de las compañías, después del mismo, son las cuentas por cobrar y los inventarios. En cuanto a las primeras, hay que tener en cuenta que lo que figura como una cuenta por cobrar en mi balance es la cuenta por pagar de alguien más. Y en este escenario negociar mayor plazo fue una de las estrategias fundamentales para todos, complicando la ejecución de la cobranza inmediata.
Por otro lado, hacer líquido el inventario depende de la naturaleza del negocio, así como la capacidad de mantener las operaciones en funcionamiento y que exista demanda por dichos productos.
¿Perdiste tu empleo? Aplica estos primeros auxilios para tu economía