(Expansión) – Cuando pensamos en el liderazgo, casi siempre – mujeres y hombres incluidos – visualizamos a una figura masculina. Esto no nos debería sorprender dado que a lo largo de la historia el liderazgo ha sido ejercido casi exclusivamente por los hombres.
La necesidad del uso de la fuerza bruta para obtener el poder y la intimidación para mantenerlo; someter al otro de manera institucional (la guerra) o con otros métodos (crimen organizado) sigue siendo común hoy en día.
Pero mirando hacia adelante en medio de una pandemia que no da tregua, la pregunta que enfrenta a nuestra especie es cómo vamos a sobrevivir a retos como el cambio climático y la desigualdad entre países y comunidades con el actual paradigma del liderazgo. Un buen manotazo en la mesa no va a solucionar nada.
Nuestra existencia en este planeta depende de nuestra capacidad de crear alianzas transfronterizas, generar consensos y adoptar actitudes de empatía hacía los demás. Estos retos no requieren bravuconería, sino la capacidad de encontrar soluciones basada en la razón y apuntar en la dirección camino al bien común.
Estamos confundidos. Pensamos que ser un líder es mandar, girar órdenes, levantar la voz e intimidar a los subordinados. De este tipo de liderazgo normalmente se consigue obediencia, pero rara vez creatividad, complicidad y buena voluntad. Tenemos que cambiar la noción de liderazgo y entender que ser jefe no es lo mismo que ser líder.
Reflexionemos sobre lo que requerimos hoy en día para la generación de resultados positivos. Podemos empezar a cultivar nociones nuevas de los componentes de un liderazgo sano que produzca resultados favorables para la sociedad. Entre estas cualidades incluimos: conocimiento, comprensión, empatía y disciplina.
Warren Bennis, considerado un pionero en el estudio de liderazgo, habla del ejercicio de liderazgo como el ofrecimiento de esperanza y claridad; ¡me encanta la idea! Nuestros líderes, mujeres y hombres por igual, deberían marcar un rumbo que incluya la construcción de organizaciones y comunidades sanas en todos los sentidos.
Es notable que durante la pandemia los países que han obtenido mejores resultados en la atención y recuperación están liderados por mujeres. ¿Por qué? Sin caer en estereotipos, vale la pena reflexionar al respecto.
La periodista de The Atlantic, Helen Lewis, argumenta que “Mujeres que son líderes no son la causa de un mejor gobierno, pero sí son un síntoma”. En otras palabras, las sociedades avanzadas – los países Nordicos, Alemania y Nueva Zelanda, por ejemplo – han logrado un alto grado de equidad y educación y, por lo mismo, los ciudadanos están listos para aceptar el liderazgo de una mujer.
Brené Brown, una profesora reconocida de UT Austin, frece una reflexión sobre la necesidad de ser vulnerable para ser líder. Se requiere humildad y la fuerza para admitir que uno es imperfecto. ¿Por qué? Solamente con la humildad somos capaces de escuchar a los demás e incorporar sus ideas a nuestras estrategias.
Mostrarse vulnerable genera una conexión que impulsa a los demás a seguir un camino sin el uso de la fuerza o la intimidación. Estas no son cualidades femeninas necesariamente, pero las mujeres han practicado estos comportamientos más que los hombres y tienen esa ventaja comparativa.
OPINIÓN: Los líderes que México necesita
El mundo está cambiando y los nuevos retos nos ofrecen una oportunidad de recalibrar y analizar qué queremos construir hacia adelante como individuos y sociedades. Deberíamos forjar una nueva noción de liderazgo como algo que aporta no al ego de la persona en turno, sino a la vida de los que siguen su guía.
Nota del editor: Amy Glover Drake es presidenta y socia fundadora de Agil(e) asesoría estratégica. Siguela en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión
