¿Qué nos espera en salud? Junto con la influenza, se acerca una depresión estacional que se manifiesta a través de una reducción en la intensidad luminosa, lo que provoca cambios emocionales y la sensación de tristeza y melancolía. Por su parte, la Navidad desata estresores en muchas personas, al tiempo que la pandemia ha dejado consecuencias fatales en muchas familias. Habrá entonces una conjunción de duelos que podrían derivar en estrés postraumático, consumo de sustancias que modifiquen el estado de conciencia, antidepresivos y hasta suicidios.
El saldo del prolongado confinamiento, además, ya está impactando en la salud mental de muchos y pensar que el encierro continuará puede generar una extraña (y peligrosa) sensación de libertad y rebeldía. Según la valoración de médicos, después de más de 7 meses de permanecer en casa es muy posible que muchas personas decidan salir a la calle y guardar en el cajón su miedo al contagio. Mención aparte para quienes piensan que la pandemia es una invención política y no han seguido las medidas de prevención. El repunte de contagios podría venir por ahí.
El curso económico dependerá del alcance de la estrategia para evitar un disparo en la estadística de contagios. Pero, si no hay ajustes y no se aprende de los errores cometidos en la gestión de la primera etapa de la pandemia habrá que revisar las estimaciones económicas. Después de algunos meses de una leve recuperación, podríamos volver a caer, lo que implicaría prepararnos para un invierno austero y crudo, y un lento primer trimestre de 2021.
En el sector privado hay mucha, mucha preocupación ante la carencia de un plan que los involucre para saber qué hacer cuando el repunte de contagios esté aquí. El aumento de pruebas y el rastreo de casos, que han demostrado su eficacia en otros países, siguen sin ser considerados en México, al tiempo que la angustia atrapa a muchas empresas ante la carencia de información frente a lo que podría ser un repunte en los contagios de COVID-19.
El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico se pronuncia por tener claros los sectores estratégicos para contener el segundo avance del COVID-19; por ejemplo, definir sectores y sus cadenas de valor para asegurar que la recuperación inicie en abril de 2021, así como una coordinación entre la Federación, gobernadores, alcaldes, empresarios, sindicatos y sociedad civil para que el uso de los semáforos por entidad federativa no afecte la creación de empleos y el suministro de bienes y servicios.
Va más allá pues sostiene que los países socios del T-MEC, entre ellos México, deberían pensar ya en los sectores que Norteamérica debe considerar sí o sí como estratégicos, imposibles de detener ante un cierre de actividades.