Buscar responsables a esta situación nos puede llevar a una discusión sin fin, que puede ir desde la falta de regulaciones en las redes sociales en materia de publicación de contenidos, la responsabilidad que tienen los influencers al momento de realizar sus posteos o las implicaciones de las campañas creadas por las marcas que glorifican estereotipos sociales.
El caso del suicidio de Molly Russell (14 años), ha abierto el debate del uso de redes sociales en Inglaterra. Su padre descubrió que seis meses antes de la muerte de su hija, ella había reaccionado a más de 2,000 contenidos en social media relacionados con autolesiones, depresión o suicidio, lo cual nos hace preguntarnos, ¿existe la facultad de culpar a las redes sociales o es responsabilidad individual decidir el tipo de contenidos que consumimos?
También hay que recordar que, en octubre de 2022, la exempleada de Meta, Frances Haugen, mostró estudios realizados por la empresa donde muestran que el consumo de Instagram conduce a problemas de salud mental, imagen corporal, trastornos alimentarios y pensamientos suicidas. Según el estudio interno, 13.5% de las adolescentes dijeron que Instagram empeora sus pensamientos suicidas, mientras que al 17% de las encuestadas hicieron saber que agrava sus trastornos alimentarios.
Las regulaciones de las redes y el uso que las personas les den no es algo que se pueda cambiar de la noche a la mañana. Pero donde sí podemos sumar, como estrategas digitales y de comunicación, es asesorando a nuestros clientes en sus campañas, para que éstas vayan acompañas de un componente de #mentalhealth. Por ejemplo, podemos evaluar el producto de nuestro cliente y ver en qué momentos puede afectar la salud mental y de ahí trabajar en mensajes para resarcir la posible imagen negativa.
También, añadir a las campañas una esencia positiva y autentica, lo cual ayudará a que los mensajes sean mejor recibidos o alentar a los consumidores a compartir historias positivas relacionadas con sus productos. Todo lo anterior tendrá mejor resultado, siempre y cuando la empresa tenga congruencia tanto en su comunicación externa como interna.
Lo más importante es que no se realice la comunicación solo en octubre, mes dedicado a la concientización de la salud mental, sino que sea un tema recurrente y de importancia durante el año.