(Expansión) - Un país competitivo se forma, entre otras cosas, de unidades de negocio que sean atractivas para la inversión y el talento. Esto implica que, además de preocuparse por la productividad, tomen decisiones de una forma sostenible, es decir que no comprometan las oportunidades de las próximas generaciones. Para cumplir con esta idea, las empresas necesitan tener una visión de largo plazo y considerar los impactos que sus acciones tienen sobre ellas mismas, sobre sus colaboradores y sobre su entorno.
Mejorar empresas para transformar a México
Desde hace tiempo, han surgido diversas iniciativas a nivel internacional para aterrizar este concepto en objetivos más específicos para que las empresas dimensionen qué tan sostenible es su operación y qué pueden hacer para mejorar. Así nacieron en 2004 los criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG o ESG por sus siglas en inglés), con el fin de que inversionistas y empresas puedan evaluar y gestionar riesgos no financieros. Esto, a su vez, ha servido para que algunos inversionistas orienten sus recursos hacia las empresas más responsables.
El concepto es complejo porque dentro de una empresa todos estos elementos están relacionados e influyen en la generación de valor. Por ejemplo, en la medida en la que ofrecen condiciones laborales de calidad y crean ambientes inclusivos se pueden volver más atractivas para llenar vacantes y para detonar innovación que se refleje en los productos que ofrecen. O cuando implementan procesos más sustentables se espera reducir costos por ahorros de agua o energía.
A pesar de estos beneficios, los criterios ESG han estado bajo escrutinio en los últimos años como lo documentó la revista británica The Economist el año pasado. En parte, esto se debe a que sus objetivos son diversos y no todas las métricas que se usan para medir avances son comparables, lo que ha levantado dudas sobre el alcance de las inversiones ESG.
Esto es el inicio de un debate largo que aún no tiene una respuesta definitiva, porque cada vez se levantan más voces en su defensa. En abril de este año, representantes de la industria aseguradora de Estados Unidos argumentaron que los criterios ESG son necesarios para su negocio puesto que les permite saber qué tan expuestos están sus clientes ante riesgos climáticos, lo que sirve para adaptar sus coberturas. Es conveniente tener el tema en el radar, porque podríamos ver más casos de esta naturaleza.
Más allá de lo que se observa a nivel agregado, en mi opinión los ESG abren una oportunidad para transformar empresas de fondo y cada vez más de ellas tienen incentivos para seguir estos criterios. Algunas lo harán por responsabilidad social, otras para conseguir financiamiento, otras para atraer talento joven, otras para sumarse a la cadena de suministro de empresas con agendas de sostenibilidad más avanzadas y otras por prestigio o posicionamiento de marca. Por la razón que sea, cada vez hay más interés y eso puede detonar cambios para formar empresas más íntegras, más sustentables y comprometidas con las personas y comunidades con las que interactúan.
Ante este panorama, me uní al equipo de ISD Initiatives for Sustainable Development , una firma que desde 2016 busca incrementar el número de empresas sostenibles en México con soluciones integrales para fortalecer la gobernanza corporativa, gestionar los impactos ambientales y mejorar la relación que tienen los clientes con sus grupos de interés. Entro como directora de Análisis Económico y Social con la esperanza de consolidar mejores negocios a través del diseño y la implementación de acciones concretas.
Estoy convencida de que este país tiene todo el potencial para ser más competitivo. Lograr que más empresas operen de forma sostenible es un camino para avanzar en este sentido y transformar a México.
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Nota del editor: Fátima Masse es Economista especializada en temas sociales. Síguela en Twitter como @Fatima_Masse . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.
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