Por otro lado, hay mucha literatura que nos dice que, detrás de cada persona, hay una razón por la cual es como es; que los mayores cambios en la historia se han producido cuando las personas pudieron deshacerse de lo que otros les dijeron que hicieran; que el mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia…
Sea lo que sea, y al margen de nuestras propias circunstancias, para cerrar 2023 y disfrutar de un mejor sabor de boca en 2024, bien cabe ejercitar dos sentimientos: la gratitud y la compasión.
Vamos por partes:
En el mundo emocional, hay emociones positivas y otras negativas. En el bando malo están el odio, la rabia, la frustración, la desesperanza. Del otro lado están la felicidad, la calma, la armonía, el florecimiento. En la vida hay de todo: momentos luminosos y baches. ¿Cómo transitamos de una emoción negativa a una positiva? A través de lo que se conoce como ‘adaptación hedónica’.
La ‘adaptación hedónica’, explica Lina Martínez, es un sesgo cognitivo que parte de la base de referencia de felicidad que cada persona considera tener. ¿En una escala del 1 al 10, qué tan satisfecho estás con tu vida? Al margen de la calificación, hay un ‘capital sicológico’, es decir, herramientas y capacidades emocionales para sobreponerse a las circunstancias. Resiliencia.
¿Tu calificación está en el 5 o más abajo? Eso se llama depresión. ¿Gozas de una calificación más alta? Con la ‘adaptación hedónica’ uno nunca está lo suficientemente feliz porque siempre hay algo más: un trabajo más, un millón más, una casa más, un carro más. Todo el tiempo siempre hay algo adelante.
Por eso, la gratitud es altamente poderosa cognitivamente porque ayuda a cambiar los puntos de referencia. Con el agradecimiento no se mira lo que hace falta sino lo que ya se consiguió. Así, una vez que se cambia el umbral de referencia, viene un poder expansivo que permite articular socialmente dado que se manifiesta la disposición de pensar en los demás y ayudar. Entonces, al dar las gracias generamos instrumentos de confianza y de cooperación.
El otro sentimiento que debería florecer en 2024 es la compasión; esa muestra de pena, ternura e identificación ante los males de alguien. No es empatía; es el deseo y la acción que pretende aliviar, reducir o eliminar por completo tal situación dolorosa.
“Yo veo la compasión como la posibilidad de entender que la gente actúa desde sus propias capacidades, que la gente hace lo que puede con lo que tiene y en el contexto en el que opera”, añade Lina Martínez.
En los negocios, un líder compasivo es un líder solidario y, eso, trae consigo muchos dividendos: lealtad, compromiso, más creatividad y productividad; se genera una conexión distinta con la o el colaborador, que provoca otros intangibles positivos.
Según la ONU, la compasión está vinculada a un mayor nivel de autoestima, bienestar y felicidad. Mejora la resistencia al estrés, fortalece el sistema inmunológico y puede conducir a prolongar la vida. También está relacionada con un mayor aprendizaje y un mejor rendimiento académico. “La compasión es el pegamento que mantiene unido al mundo”, afirma.