El S&P 500, el Nasdaq, el Dow Jones y el IBEX 35 registraron caídas históricas.
Este tipo de contracciones en los mercados financieros mundiales no se veían desde marzo del 2020, cuando comenzó la pandemia del Covid-19.
México no se quedó atrás. En línea con el declive generalizado, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) descendió 1.80 por ciento en su arranque, una baja moderada frente a otras caídas.
Tras la baja en la apertura, el principal índice bursátil en México el S&P/BMV IPC, que integra las acciones de las emisoras más negociadas del mercado, cerró la jornada del lunes con un descenso del 0.8%.
La baja en la Bolsa mexicana y la volatilidad en el tipo de cambio no se relacionan con factores locales o domésticos, pero aún así las influencias externas podrían afectarnos.
Pero, ¿qué podemos hacer frente a las influencias externas? Primero, comprender cuál es la situación y después anticiparnos a posibles escenarios, por ejemplo, a una posible desaceleración económica en Estados Unidos.
Las influencias externas son poderosas e impactan la economía, debemos estar atentos a qué ocurre en el mundo porque México ya ha vivido crisis como la del Covid-19, donde un mercado lejano generó una contracción local y amplificada en el tiempo.
Las bolsas son un termómetro que nos indica riesgos, fortalezas, temores y especulaciones de los inversionistas. Muchas veces pueden ser temores injustificados, pero otras veces son el preámbulo de una crisis.
Tras los hechos de volatilidad, Banco de México recortó la tasa de interés de referencia a 10.75%, una medida que causó revuelo en el mercado sobre todo por que la inflación sigue al alza en el país.
Las tasas de referencia aumentan para tener un impacto directo en la economía y en la mayoría de los casos para detener el aumento generalizado de los precios y servicios. En este caso la expectativa hoy apunta a un aumento de la inflación.
Las razones del colapso en las Bolsas son amplias y variadas, pero existen cuatro factores que pueden dar mayor contexto sobre este hecho.
En primer lugar, en la reunión del 30 y 31 de julio de este año, el Banco de Japón (BoJ) decidió subir su tasa de interés a un día hasta 0.25%.
Esta decisión del BoJ representó la segunda alza del precio del dinero desde marzo y colocó a la tasa de interés en niveles máximos desde 2008.
Cuando se aumenta una tasa de interés se encarece la adquisición de préstamos y en general del dinero. Al suceder esto, la producción se vuelve más cara y esto repercute en el aumento de los precios de bienes y servicios.
En segundo lugar, el 1 y 2 de agosto de este año, Estados Unidos dio a conocer datos sobre su actividad manufacturera y de su mercado laboral.
En cuanto a la actividad manufacturera estadounidense, ésta se ubicó en 46.8 puntos, por debajo de la expectativa del mercado, ligando así cuatro meses consecutivos de caídas.
Por su parte, el crecimiento del empleo en Estados Unidos se desaceleró más de lo esperado en julio y la tasa de desempleo avanzó al 4.3%.
¿Qué reflejan estos datos? Las cifras aumentan los temores de una posible recesión económica en Estados Unidos.
Por su cercanía con el vecino del norte, México es vulnerable a una situación adversa a esta economía. Basta con recordar el dicho que si al mercado estadounidense le da una gripa a nuestra economía le da una neumonía.
La situación de la economía estadounidense también alimentó la posibilidad de que la Reserva Federal (Fed, por sus siglas en inglés) pueda reducir la tasa de interés en septiembre próximo.
Bajar la tasa representaría una medida de emergencia para incentivar el dinamismo del mercado.
Cuando disminuye la tasa de interés se reduce el costo del dinero, es decir, las empresas pueden acceder a préstamos más baratos y esto a su vez repercute en mayor disponibilidad de dinero, lo cual genera créditos de autos o hipotecarios más accesibles, esto aumenta la demanda de bienes y servicios.
Un tercer factor sobre la situación de las bolsas es el tema de Medio Oriente.
Por un lado, Israel alista una posible defensa ante Irán por los asesinatos de miembros de Hezbolá y Hamás.
La escalada de tensiones y la posibilidad de que la oferta de petróleo pueda contraerse si Irán entra en el conflicto armado de la región, hizo que el mismo lunes 5 de agosto el referencial West Texas Intermediate (WTI) bajara.
El WTI arrancó la semana con una caída del 1.37%, cotizando en 72.51 dólares por barril y tocando un mínimo visto desde el 5 de febrero pasado.
El petróleo es un commoditie, es decir, un bien básico indispensable para el funcionamiento de diversas industrias a nivel global y de ahí la importancia de un riesgo en su disponibilidad.