Los estereotipos son inevitables y en la industria de las criptomonedas hay algunos que se repiten frecuentemente. El año pasado, en plena crisis del llamado “criptoinvierno”, muchos medios daban cuenta de la proliferación del “crypto bro” para aludir a los jóvenes que en apenas un par de años pasaron de ser “inversores marginales a piedras angulares de la cultura” amplificados además en redes como Twitter y Tik Tok.
Sin embargo, como todo estereotipo, hay varios puntos objetables. Uno de los más frecuentes es que se tiende a pensar el ámbito de las criptomonedas como un mundo esencialmente masculino a pesar de que la adopción de los activos digitales por parte de ellas viene creciendo en forma sostenida.