La renuncia de Nielsen muestra la propia crisis migratoria de Trump
(CNN)- La renuncia forzada de la secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Kristjen Nielsen , no es la clásica historia de una administración cimbrada por el caos y la breve vida útil de casi todos los que trabajan para un presidente imperioso y vengativo.
No podría decirse que Nielsen fuera una moderada que disintiera del presidente Donald Trump en su tema característico: la inmigración. Fue el rostro de la política de tolerancia cero del gobierno estadounidense que despertó indignación generalizada luego de que separaran de sus padres a cientos de niños migrantes. No obstante, está pagando el precio de una crisis exacerbada por las decisiones del presidente ante el importante incremento de cruces de migrantes en la frontera.
Su salida es una victoria para las voces conservadoras en el tema de la inmigración —tales como el asesor de la Casa Blanca Stephen Miller— a las que Trump hace caso desde hace tiempo y que lo están presionando para adoptar una política aún más dura en las fronteras.
Es un signo de un gobierno lleno de secretarios interinos y que adolece de falta de personal, llevado más allá de los límites de la funcionalidad por los impulsos de Trump y por la tasa más prodigiosa de rotación de personal en cualquier presidencia moderna.
La partida de Nielsen refleja el patrón de obligar a irse a los funcionarios que se han opuesto a los instintos más radicales de Trump, que no han podido concretarlos o que se han ganado su ira por no haber estado dispuestos a desafiar las prácticas y las convenciones del gobierno igual que él. Entre ellos están el exsecretario de Estado, Rex Tillerson; el exsecretario de Justicia, Jeff Sessions; el exasesor de Seguridad Nacional, H. R. McMaster, y el exjefe de despacho, John Kelly .
Pese a todo, hay una razón más fundamental de la salida de Nielsen que tiene que ver con la conducta y la estrategia política de Trump más que casi cualquiera otra de las muchas renuncias y destituciones de su administración.
La salida de Nielsen es el indicio más claro hasta ahora de que es imposible reconciliar los instintos ideológicos y emocionales de Trump en el tema de la inmigración —mismos que ayudaron a llevarlo a la presidencia— con las realidades jurídicas, humanitarias e internacionales.
Nielsen "creía que la situación se estaba volviendo insostenible" porque Trump "estaba cada vez más trastornado con la crisis en la frontera y hacía peticiones poco razonables e incluso imposibles", dijo un alto funcionario estadounidense a Jake Tapper, de CNN.
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Su salida evoca a la del exsecretario de Defensa James Mattis, el año pasado. Mattis se había estado alejando cada vez más de su jefe y su autoridad quedó hecha trizas por un anuncio repentino y aparentemente espontáneo de Trump sobre el retiro de tropas de Siria.
En ambos casos, la complejidad de los problemas reglamentarios graves, a menudo en situaciones de vida o muerte, chocaban con los instintos políticos de un presidente que aborrece los detalles y prefiere gobernar por corazonadas, al tiempo que ignora la experiencia de subordinados a los que de ninguna manera puede considerarse moderados.
Conforme empeoraba la crisis en la frontera con México , a Trump se le acababa la paciencia con Nielsen.
Además, es probable que Trump también haya estado buscando un chivo expiatorio.
A principios de abril, se vio obligado a dar marcha atrás en su amenaza de cerrar la frontera con México luego de que las autoridades , los grupos de empresarios y los líderes políticos advirtieran que si procedía, el desastre económico sería inminente. Ocultó su vergüenza con un frenesí sobre la inmigración y uno de los discursos menos mesurados sobre el tema que haya dado cualquier presidente de Estados Unidos, arrasador incluso para los estándares del mismo Trump.
"Ya no podemos recibirlos. Ya no podemos recibirlos. Nuestro país está lleno. Ya no podemos recibirlos, lo siento. Entonces dense la vuelta. Así son las cosas", dijo Trump en un mensaje a los solicitantes de asilo en un viaje a la frontera, el viernes, 5 de abril.
Al día siguiente, Trump se burló de quienes huyen de la persecución y buscan una vida mejor en Estados Unidos; pintó a los solicitantes de asilo como delincuentes y pandilleros y no como familias, como los describió Nielsen en una entrevista para CNN, a principios de abril.
"Temo mucho por mi vida", dijo Trump burlándose en un discurso ante la Coalición Judía Republicana el sábado, 6 de abril. "Me preocupa mucho de que me intercepten si me regresan a casa. No, no. ¡Él va a ser el que intercepte! ¡Asilo, denle asilo! ¡Tiene miedo!", dijo Trump.
Una reunión tensa
La salida de Nielsen, que se confirmó en una reunión tensa en la Casa Blanca con Trump, el domingo por la mañana, ocurrió tras días de especulación y fue, en retrospectiva, la consecuencia lógica de la intensa frustración del presidente de Estados Unidos, quien había estado insatisfecho con Nielsen desde hacía meses pese a que parecía que su relación había mejorado levemente durante el cierre de la administración, a principios de este año, que representó otro revés político para Trump.
Abundaron las especulaciones sobre su situación la semana pasada, luego de que Trump declarara repentinamente que dejaría de entregar cientos de millones de dólares en asistencia a Honduras, El Salvador y Guatemala, países a los que acusó de enviar migrantes a la frontera con Estados Unidos.
Con esta maniobra, pasó por encima de Nielsen, quien apenas hacía unos días había firmado lo que su dependencia llamó "un pacto regional histórico" para abordar la inmigración de indocumentados en la fuente.
Los expertos en inmigración dijeron que la suspensión de la asistencia empeoraría mucho más la situación tarde o temprano porque exacerbaría las privaciones y la ingobernabilidad en Centroamérica, uno de los principales motores de la migración y las solicitudes de asilo.
La salida de Nielsen ocurre en un momento en el que las crisis a las que la administración se enfrenta seguramente pondrán a prueba el equilibrio de Trump, quien de por sí está furioso con la situación en la frontera.
Cuando no estaba despotricando sobre la inmigración, el fin de semana, estaba atacando al fiscal especial, Robert Mueller, y a los demócratas que exigen que se dé a conocer su informe completo.
El secretario de Justicia, William Barr, quien está atrapado entre un presidente furioso y los demócratas del Congreso luego de haber concluido que no hay pruebas de la colusión electoral entre el equipo de campaña de Trump y Rusia, se comprometió a publicar una versión del informe con supresiones para mediados de abril.
La Casa Blanca también está tratando de escapar de su fracaso autoimpuesto en las políticas sobre servicios de salud tras enviar señales contradictorias respecto a si Trump quiere una nueva propuesta para reemplazar Obamacare antes o después de las elecciones de 2020 .
Además, esta semana, se espera que el gobierno intensifique considerablemente las tensiones con Irán otra vez al dejar a un lado la prudencia y calificar al Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos como organización terrorista, medida que, en opinión de algunos miembros de las comunidades de defensa e inteligencia, podría exponer a represalias al personal estadounidense en Medio Oriente.
Inmigración, la piedra angular de la campaña
Mientras busca manejar la crisis inmigratoria, Trump ahora tiene la oportunidad de poner a alguien que piense como él e n lugar de Nielsen para encargarse de lo que cada vez parece más un trabajo imposible .
Trump ya señaló que la inmigración será el eje de su propuesta para la reelección en 2020 y como está basando sus esperanzas de reelegirse en la reactivación de sus bases, tiene todos los incentivos políticos para subirle el tono a este tema.
El nuevo secretario también se enfrentará a los mismos límites que Nielsen encontró. Pese a que a Trump le enfurecen las solicitudes de asilo, están codificadas en las leyes estadounidenses e internacionales que, en la práctica, no puede ignorar así nada más.
Hace poco se enteró de que su solución dramática preferida —cerrar la frontera— tendría consecuencias económicas expeditas y enormes que en sí podrían afectar sus probabilidades de reelegirse.
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Trump está llevando su poder al límite —y tal vez más allá— con su pretensión de declarar una emergencia para redirigir recursos que el Congreso destinó a otros proyectos a la construcción del muro fronterizo, eje simbólico de su campaña en 2016.
Pese a todos sus discursos fervientes, es difícil que Trump convenza de que su postura dura en inmigración está funcionando.
Tras años de haber disminuido, la oleada de solicitudes de asilo y de cruces de indocumentados en la frontera ha aumentado radicalmente.
La Casa Blanca señaló que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos participó en más de 100,000 acciones de protección de la frontera en marzo, la cifra más alta en más de una década. La dependencia argumentó que Trump reasignó a agentes de aduanas a la frontera y les indicó que regresen a México a todos los inmigrantes que puedan para que esperen el procedimiento inmigratorio allá.
Pero a final de cuentas, no habrá solución al problema en la frontera y al retraso crónico en el sistema judicial de asilo si el Congreso no actúa.
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Nielsen hizo "todo lo que pudo para que las cosas mejoraran", dijo un alto funcionario del Departamento de Seguridad Interior a Geneva Sands, de CNN. "La peor situación en la que puedes estar es aquella en la que necesitas que el Congreso actúe", agregó.
La Casa Blanca quiere que la ley sobre asilo sea más estricta y que se le concedan facultades para detener a las familias que viajan con niños, práctica que los demócratas consideran inhumana.
Trump designó a Kevin McAleenan , comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, como reemplazo de Nielsen en Seguridad Interior. No se considera que McAleenan sea un ideólogo y sirvió en la presidencia de Barack Obama, así que debe haber dudas considerables sobre cuánto tiempo durará en el cargo, aunque tiene lazos menos problemáticos que Nielsen con el Congreso.
Los intentos de encontrar una solución política amplia en la frontera se complican porque Trump optó por usar la inmigración como tema para unificar a sus bases y porque recurre a un discurso que mancha cualquier acuerdo político.
Varias veces se ha retirado de acuerdos inmigratorios con los demócratas que podrían haber servido para mitigar la situación en la frontera, aparentemente porque temía las represalias de sus partidarios más fervientes y de sus porristas en la prensa conservadora.
Los demócratas se quejan de que el supuesto maestro de la negociación quiere ganar en todas sus prioridades relativas a la inmigración sin dar nada a cambio, por ejemplo una vía a una situación legal para las personas que llegaron ilegalmente a Estados Unidos y que están protegidas en el Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).
También afirman que su discurso en incompatible con los principios fundacionales de un país que surgió de la inmigración.
"Cuando ni siquiera las voces más radicales de la administración son lo suficientemente radicales para el presidente Trump, sabes que ha perdido totalmente el contacto con el pueblo estadounidense", dijo Chuck Schumer, líder de la minoría en el Senado, refiriéndose a la salida de Nielsen.
Pese a que hay pruebas de que los comentarios incendiarios de Trump sobre la inmigración afectaron a los republicanos en los distritos indecisos y ayudaron a los demócratas a ganar la Cámara de Representantes en las elecciones intermedias, sus partidarios lo respaldan ampliamente cuando advierte que Estados Unidos está bajo ataque de las caravanas de inmigrantes merodeadores.
Es por eso que, a final de cuentas, hasta Nielsen —quien recibió duras críticas de la izquierda por la separación de las familias y su intento por transformar los instintos de Trump en una política funcional— parecía condenada a fracasar.
Trump ha demostrado que siempre se pondrá del lado de los temas y los electores que propiciaron su ascenso político aunque encuentre obstáculos reglamentarios y prácticos insuperables.
Con información de Jim Acosta, Geneva Sands, Jeff Zeleny, Kaitlan Collins, Jeremy Diamond y Jake Tapper, de CNN.