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Trump se lleva a Israel entre las patas en su pelea contra los demócratas

El presidente estadounidense pidió que se impidiera la entrada al país de Medio Oriente a dos representantes a las que ha atacado, sin tomar en cuenta los objetivos de su relación bilateral.
vie 16 agosto 2019 12:59 PM
Controversia
En Washington, muchas personas creen que las posturas de Ilhan Omar y Rashida Tlaib respecto a Israel son abominables.
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No hay indicios de que Trump haya considerado que su más reciente ataque a las diputadas Ilhan Omar y Rashida Tlaib se contrapone a los objetivos de Estados Unidos en política exterior, si refleja los valores estadounidenses, si beneficia a Israel a largo plazo o si coincide con los principios de dos democracias rigurosas que se precian de debatir con sus adversarios ideológicos.

La manifestación más reciente de la primera estrategia de Trump en política exterior fue un signo más de que el interés del país suele subordinarse a sus necesidades políticas inmediatas. Pasándose por alto las normas, como suele hacer —aunque no deja de sorprender—, el presidente de Estados Unidos cabildeó ante un gobierno extranjero para que le negara la entrada a dos de sus compatriotas.

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El que Trump celebrara su triunfo subraya su plan de ignorar cualquier barrera presidencial a la hora de librar una guerra cultural de la que depende para amarrar el segundo mandato.

"Lo que han dicho sobre Israel y el pueblo judío es horrible y se han vuelto el rostro del Partido Demócrata", dijo Trump horas después de que Israel anunciara su decisión.

Trump suele tener pocos reparos para usar los poderes de la presidencia —que son particularmente amplios en cuanto a política exterior— para sus propios fines. Podría decirse que el que niegue la interferencia de Rusia en las elecciones y su "romance" con el líder norcoreano Kim Jong Un, por ejemplo, fomentan su imagen y su ego por encima de las estrategias mundiales ortodoxas de Estados Unidos.

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Sin embargo, su jugada contra Israel fue incorregiblemente partidista, incluso para Trump.

Como reinaba la controversia en Washington e Israel, las autoridades israelíes permitieron más tarde que Tlaib entrara al país con el argumento humanitario de que visitaría a su familia en la Margen Occidental.

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"La diputada Tlaib envió esta noche una carta al ministro Deri, en la que se compromete a aceptar todas las exigencias de Israel respecto a las restricciones que se le impondrán durante su visita; también prometió no promover boicots contra Israel durante su estancia", señaló el ministro del Interior, Aryeh Deri, en un comunicado.

El AIPAC se deslinda de Trump

En Washington, muchas personas creen que las posturas de Omar y Tlaib respecto a Israel son abominables. Omar se vio obligada a ofrecer disculpas hace unos meses porque insinuó que el apoyo al Estado judío en el Congreso estadounidense surgía de las contribuciones a las campañas; en general, a la gente le parecieron antisemitas sus comentarios.

Sin embargo, a los miembros de ambos partidos les preocupa que esta nueva prohibición afecte la situación política de Israel en el Congreso, en donde el apoyo al Estado judío ha sido generalizado y bipartidista. Incluso el grupo de presión pro-Israel, American Israel Public Affairs Committee (AIPAC), que suele coincidir con las posturas de Trump y que ha criticado a las dos legisladoras por sus dichos, manifestó sus inquietudes pese a que dejó en claro que no estaba de acuerdo con las posturas de Omar y Tlaib.

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"Creemos que todos los miembros del Congreso deberían poder visitar y conocer a nuestro aliado democrático, Israel, de primera mano", tuiteó el AIPAC.

Los tuits de Trump también meten en un atolladero al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu . La presión pública que Trump ha ejercido sobre el primer ministro —quien usualmente no luce débil— lo mete en una situación peligrosa, ya que se avecinan elecciones y esto podría poner fin a su largo dominio en Israel.

Es probable que nada de eso le importe a Trump porque se hizo con una victoria política hábilmente diseñada para distraer de los rumores crecientes de recesión que podrían afectar sus posibilidades de reelegirse.

Trump ahora puede saborear que rechazaron a Tlaib y a Omar , a quienes quiere volver a poner bajo los reflectores como la cara antisemita del Partido Demócrata en la senda hacia las elecciones de 2020. Tiene que pulir sus credenciales pro-Israel que tanto gustan a sus bases, especialmente a los electores evangélicos a los que les encantó que reconociera a Jerusalén como capital de Israel. Además, todo esto ocurrió horas antes de su gran mitin de campaña en New Hampshire.

Tal vez lo más placentero para Trump haya sido que tuvo la oportunidad de meter en aprietos a los líderes demócratas, como la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y obligarlos a defender a las miembros clave del llamado "escuadrón", como cuando despertó un furor racial al decir que las cuatro legisladoras estadounidenses deberían "regresar" al lugar de donde vinieron.

"Las declaraciones del presidente sobre las legisladoras son signo de ignorancia y una falta de respeto, son indignas de la presidencia", señaló Pelosi en un comunicado.

En realidad, el que las tácticas agresivas de Trump suscitaran la indignación del aparato diplomático y las censuras de los medios fue un beneficio más para Trump tras un día de trabajo en Twitter.

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Romper con la tradición

Los países soberanos tienen todo el derecho de impedir la entrada a detractores que, en su opinión, no compartan sus valores. Además, desde hace mucho, los presidentes han tomado en cuenta sus propios intereses políticos a la hora de lidiar con Israel y con la política complicada en Medio Oriente. La promoción de objetivos de política exterior también ha sido una herramienta electoral desde hace mucho; Franklin Roosevelt, Richard Nixon y George H. W. Bush recurrieron a ella. Sin embargo, la mayoría de los presidentes trata de evitar dar la impresión de que están actuando movidos por sus intereses personales. A menudo, sus actos en beneficio del país y en prejuicio de sus propios intereses políticos sirven, a final de cuentas, para reafirmar su legado presidencial.

Sin embargo, el 45º presidente de Estados Unidos está cortado con otra tijera.

"En mi experiencia, nunca ha habido un presidente que haya sometido tanto el interés nacional de Estados Unidos no solo a sus intereses políticos, sino a sus sensibilidades personales y, en algunos casos, a su propia vanidad y a su ego", dijo Aaron David Miller, negociador de paz en Medio Oriente de presidentes tanto demócratas como republicanos, a Bianca Nobilo de CNN.

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A algunos republicanos les preocupa que todo esto resulte contraproducente y termine siendo una recompensa política para Omar y Tlaib por sus críticas abiertas a Israel y su respaldo al movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones.

"Negarles la entrada a Israel es un error. Lo que ellas de verdad querían era que las bloquearan para afianzar sus ataques contra el Estado judío", tuiteó el senador republicano por Florida, Marco Rubio.

La intervención de David Friedman, embajador de Estados Unidos en Israel, también está causando polémica. En un comunicado del jueves, el diplomático respaldó la decisión de Israel. Sin embargo, el diputado demócrata por California, Ted Lieu, pidió su renuncia. "Al parecer no entiende que debe ser leal a Estados Unidos, no a una potencia extranjera. Debería estar defendiendo el derecho de los estadounidenses a viajar a otros países", dijo Lieu en el programa The Situation Room de CNN con Wolf Blitzer. Más tarde, Lieu tuiteó algo parecido, pero lo borró porque lo criticaron por argüir la lealtad doble, un lugar común antisemita.

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Las consecuencias adversas para Israel

La intervención de Trump también tendrá repercusiones políticas en Israel y algunas podrían afectar a Netanyahu.

Hace apenas una semana, el embajador de Israel en Estados Unidos, Ron Dermer, dijo que su país no les negaría la entrada a dos miembros del Congreso estadounidense.

El que el gobierno al que sirve haya cedido podría provocar que Netanyahu quede como un suplicante que ha cedido la soberanía de Israel a un líder extranjero.

Al igual que otros líderes mundiales que lo precedieron, Netanyahu aprendió que cualquier apoyo de parte de Trump exige retribución… en las condiciones y en el momento que más favorezcan a sus objetivos políticos.

Netanyahu ha promovido incansablemente su relación con Trump, incluso en las elecciones que se celebraron hace unos meses en Israel. Sin embargo, a sus detractores en Estados Unidos les preocupa que su intervención en la política estadounidense —contra el ex presidente Barack Obama y a favor de Trump— debilite el apoyo de ambos partidos a Israel y, por lo tanto, arriesgue su seguridad a largo plazo.

"Negarles la entrada a miembros del Congreso de Estados Unidos es signo de debilidad, no de fuerza. Nada más afectará la relación entre Estados Unidos e Israel y el apoyo a Israel en Estados Unidos", dijo el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer.

Llegará el momento en el que Netanyahu —o algún líder israelí posterior— tenga que lidiar con un presidente demócrata. Las consecuencias diplomáticas de los acontecimientos del jueves estarán presentes cuando dichas reuniones tengan lugar.

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