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Joe Biden hizo su mejor debate, pero no le será suficiente

El ex vicepresidente puede conservarse como el aspirante favorito, pero cometió errores que le permitirán sobrevivir a sus principales rivales.
vie 13 septiembre 2019 12:10 PM
El mínimo esfuerzo
Un desempeño tan sólido aunque poco espectacular podría bastarle al ex presidente de Estados Unidos para ganar la candidatura demócrata a la presidencia e incluso la Casa Blanca

(CNN)- Joe Biden tuvo tan buen desempeño en el debate de la noche del jueves, 12 de septiembre , como lo ha tenido en toda la campaña y tal vez más bueno, no se puede.

En algunas proyecciones sobre el desarrollo de las elecciones de 2020, un desempeño tan sólido aunque poco espectacular podría bastarle al ex presidente de Estados Unidos para ganar la candidatura demócrata a la presidencia e incluso la Casa Blanca.

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Tras un verano marcado por traspiés ocasionales que indicaba que tal vez su mejor momento había pasado hace una década, Biden encarnó una de sus características más ganadoras (la resiliencia) al mantenerse firme en su campaña por la candidatura presidencial. Es probable que su actuación en Houston acalle los temores de que su tercera candidatura presidencial podría desplomarse en cualquier momento, como ocurrió en sus campañas anteriores, y deja para otro día las dudas sobre sus desventajas más profundas. Mantiene intacta su consigna medular de que es el demócrata más elegible en una carrera feroz contra el presidente en funciones, Donald Trump.

Sirvió de mucho que uno de sus rivales, el ex secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, Julián Castro, disipara cualquier duda respecto a su edad con la insinuación burda de que Biden tenía problemas de memoria, misma que al parecer hizo palidecer a otros de los precandidatos presentes.

Además, como la senadora Elizabeth Warren —quien ha subido en las encuestas y ha llamado mucho la atención en los medios— no tuvo una actuación destacada, es probable que el debate congele la carrera como está: con Biden como el favorito claro, aunque no definitivo.

Tras lucir un poco desconcertado en debates anteriores, Biden se mostró más agudo, intercambió golpes más fácilmente con los otros precandidatos y se mostró más firme que nunca en cuanto a posturas políticas, tanto en la propia como en las debilidades de las plataformas de sus contrincantes.

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Hizo su intento más firme por dar vida a un argumento de centro-izquierda para los demócratas, mismo que lo enfrenta con los elementos más ruidosos y progresistas de su partido.

Además, empezó a desentrañar el debate ideológico con Warren y con el senador por Vermont, Bernie Sanders , debate que podría definir esta contienda. Su mensaje fue que las grandes ambiciones en temas como atención médica son geniales, pero a final de cuentas no significan nada si no se tiene un plan para implementarlos en un Congreso probablemente indiferente.

Biden también demostró sus desventajas

No obstante, Biden estuvo lejos de la perfección.

En una interacción casi imposible de entender, dio la impresión de estar despotricando y de ser muy cerrado cuando le preguntaron sobre sus actitudes del pasado respecto a la discriminación racial.

Dio la impresión de que insinuó que algunos afroestadounidenses son malos padres, hizo una referencia a tecnología que ha sido obsoleta desde hace años y luego trató de desviar la atención al tema de Venezuela.

OPINIÓN: La larga carrera demócrata

"Llevamos trabajadores sociales a los hogares y a los padres para que les ayuden a encontrar la forma de criar a sus hijos", dijo Biden. "No es que no quieran que no quieran ayudar. No… no saben bien a bien qué hacer. Poner la radio, asegurarse de que la televisión… disculpen, asegurarse de que el tocadiscos esté encendido en la noche, que el… que el… asegurarse de que los niños oigan palabras".

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Castro, quien tenía el siguiente turno, bromeó: "Muchas gracias. Vaya, eso es bastante".

Biden no pudo armar un argumento completo para explicar por qué habría que impedir que Trump tenga un segundo mandato en la Casa Blanca. Eso es muy extraño dado que su campaña entera descansa sobre la premisa de que Trump es una agresión a los valores estadounidenses básicos. Le correspondió a la senadora por California, Kamala Harris , volver a tocar ese tema y es probable que Biden se arrepienta de haberle abierto ese espacio.

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Aunque Biden se mostró más ágil, a veces comenzó frases como si no supiera en dónde terminaría. Ocasionalmente, hacía énfasis inadvertidamente en su edad, uno de los principales desafíos de su campaña dada la naturaleza desgastante de la presidencia y de la potencia del voto joven en su partido. Por ejemplo, abrió el debate hablando de la misión del presidente John F. Kennedy de llegar a la Luna. JFK es una leyenda entre los demócratas, pero también es un personaje del pasado para los activistas jóvenes que, a diferencia de Biden, no llegaron a la mayoría de edad de la época de Camelot.

Por otro lado, cuando Biden explicó por qué apoyó originalmente la guerra en Irak, fue confuso y se enredó en divagaciones sobre Afganistán. Se supone que la política exterior es su fuerte.

Además, el que Biden invocara repetidamente la presidencia de Barack Obama —quien se ha vuelto una especie de talismán en su partido— empieza a parecer más una muleta que un argumento político sólido.

Biden ya no es el político ocurrente y animado que fue en la precampaña demócrata de 2008, un orador chispeante que cayó en el primer obstáculo en Iowa. Desde entonces, los años le han pasado la factura, más en lo personal que en lo político.

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Sin embargo, sigue ahí, incólume y decente, y eso podría ser una ventaja en una era política amarga en la que dichas cualidades parecen inusuales.

Los precandidatos les dan a los demócratas una opción ideológica

Biden no puede controlar gran parte de la campaña de 2020, así que lo único que puede hacer es presentar la mejor versión de sí. Si los demócratas decidieran que quieren un ícono progresista que inspire a las bases liberales y prometa desencadenar una revolución social que transforme la política, entonces no tiene oportunidad. En ese caso, Warren o incluso Sanders tienen un espacio. Si un candidato carismático de los que están actualmente en el segundo nivel —como Harris o el senador por Nueva Jersey, Cory Booker— toma vuelo de repente, el ex vicepresidente podría quedar rezagado.

Pero si los demócratas razonan que el país necesita retomar una política más tradicional, un periodo de paz y de dignidad presidencial luego de las erupciones diarias de la Casa Blanca de Trump y un candidato moderado, entonces tal vez sea su momento.

En vista de dicha ecuación, Biden debe demostrar que puede presentar argumentos convincentes de centro-izquierda en el escenario y que puede esquivar ataques de rivales mucho menos violentos que Trump.

En retrospectiva, eso fue lo que Biden hizo el jueves.

Aunque aceptó que es necesario hacer grandes reformas en temas como la atención médica, Biden mostró que tenía en cuenta a los electores de los comicios generales y a los demócratas moderados que desconfían del radicalismo de algunos de sus rivales.

Ataques torpes

Además, el ex vicepresidente pudo aprovechar algunos ataques torpes de otros precandidatos.

Castro, quien fuera secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano en el gobierno de Obama, intentó propinarle un golpe a Biden con un comentario impulsivo sobre su edad: "¿Está olvidando lo que dijo hace dos minutos?".

El ataque —un acto de un candidato desesperado por ganar tracción en la contienda— probablemente no haya caído bien entre los demócratas, para quienes Biden es un personaje muy querido y respetado. También cometió el pecado de emular el ataque de Trump contra el veterano demócrata de 76 años.

Sanders provocó una réplica apasionada de Biden y le hizo un espacio político cuando dijo que su plan de atención médica era el único que podría garantizar que una persona que tuviera cáncer no terminara en la bancarrota.

"Sé mucho sobre el cáncer, déjenme decirles. Para mí, es personal", dijo Biden, quien tras una serie de tragedias familiares perdió a su amado hijo adulto, Beau, a causa del cáncer.

A Biden le sirvió que Warren tuviera una noche tranquila, así que su enemigo principal en la contienda entre progresistas y moderados fue Sanders, cuya voz, aparentemente afectada por un resfriado, sonaba más áspera de lo normal.

Una de las cualidades más conmovedoras de Biden y una de sus habilidades políticas más poderosas es que se identifica con los electores a través del cristal de su propia vida de penurias y pérdidas.

Recordó la muerte de su primera esposa y su hija en un accidente automovilístico y la muerte de Beau en su última respuesta a la pregunta sobre cómo mostraría resiliencia si fuera presidente.

"Para mí, la forma de lidiar con ello ha sido encontrando un propósito. Mi propósito es hacer lo que siempre he tratado de hacer y seguir involucrado en la política pública".

"Sin embargo, hay mucha gente que ha pasado cosas peores que yo y que se levanta todos los días y sigue adelante, paso a paso, sin la ayuda que yo tuve", dijo. "Allá afuera hay héroes de verdad. Héroes de verdad".

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