Igualmente, suponen un espaldarazo a la estrategia de distensión, que le llevó a aprobar medidas como el indulto de dirigentes separatistas condenados a prisión.
La última ha sido impulsar una controvertida ley de amnistía para los independentistas con causas judiciales a cambio del apoyo de los partidos catalanes para conseguir su nuevo mandato a finales del año pasado, en un movimiento muy criticado por la oposición en incluso algunos sectores de su partido.
Futuro incierto
Tras irrumpir en la campaña con fuerza, el efecto de Carles Puigdemont acabó dándole 35 escaños a su partido Junts per Catalunya (Juntos por Cataluña), tres más que en las pasadas elecciones.
El aumento le sirvió para superar a sus competidores separatistas de ERC, que obtuvieron 20 escaños y a quienes tendió la mano tras conocer los resultados, para formar un posible gobierno que le permita regresar a Cataluña, una vez se apruebe la amnistía en las próximas semanas, recuperando así el poder regional.
"Si la otra fuerza parlamentaria independentista, Esquerra Republicana, está dispuesta a rehacer puentes (...), nosotros también estamos", afirmó Puigdemont tras conocer los resultados desde el sur de Francia, donde basó su campaña porque todavía no puede cruzar la frontera sin riesgo de ser detenido.
"Estamos en condiciones de construir un gobierno sólido de obediencia netamente catalana", agregó.
Si no lo consigue, ya avanzó su intención de retirarse de la política local.
Estas elecciones marcaron también la emergencia de una nueva formación separatista de extrema derecha, Alianza Catalana, que consiguió dos escaños, pero con la que el resto de partidos independentistas dice no querer pactar.
Los conservadores del Partido Popular (PP) lograron, de su lado, un fuerte ascenso en la región obteniendo 15 escaños frente a los 3 de 2021, mientras que el partido de extrema derecha Vox se mantuvo con 11.