OPINIÓN: Donald Trump no debe quitarle la mirada a China
Nota del editor: David A. Andelman es investigador visitante del Centro para la Seguridad Nacional de la Escuela Fordham de Derecho y director de su Red Lines Project. También colabora con CNN. Sus columnas le valieron el Permio Deadline Club 2017 al Mejor Artículo de Opinión. Escribió el libro A Shattered Peace: Versailles 1919 and the Price We Pay Today. Fue corresponsal del New York Times y de CBS News en Asia y Europa. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) - China está haciendo lo mejor que puede para ganar la competencia —si no es que la guerra (comercial, diplomática o incluso militar)— con Estados Unidos. Y lo está logrando en varios frentes.
El lunes 10 de septiembre, el Ministerio del Exterior de China advirtió que estaba totalmente preparado para reaccionar a todos los aranceles, una respuesta brusca a las amenazas que profirió el viernes Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Dijo que estaba dispuesto a aplicar gravámenes adicionales a prácticamente todas las importaciones chinas a Estados Unidos, 267 mil millones de dólares adicionales a los 200 mil millones que ya se piensa aplicar a productos chinos.
Por otro lado, China está enviando miles de soldados para que se incorporen a los más de 300 mil que Rusia y Mongolia reunieron para lo que Rusia llama los mayores ejercicios militares desde la caída de la Unión Soviética.
El general Sergi Shoigu, comandante supremo de las fuerzas armadas rusas, dijo que las maniobras "no tendrían precedentes en cuanto a magnitud, tanto en territorio como en cantidad de soldados involucrados".
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Los ejercicios, en el extremo oriental de Rusia, comenzaron el martes 11 de septiembre y coincidieron con una cumbre entre los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping, en la que "se firmarían varios acuerdos", según la agencia estatal noticiosa rusa TASS, que también apuntó que en la primera mitad de 2018, el comercio entre Rusia y China había aumentado un 50% y se espera que alcance los 100 mil millones de dólares para fin de año.
Esto indica que China, que se prepara para un enfrentamiento a largo plazo con Trump, cree que puede ganar cualquier guerra comercial que le pongan enfrente.
De hecho, China se prepara tras bambalinas para una pelea larga y peligrosa, y está sacando todo su arsenal. Emprendió una campaña para poner de su lado a varios países y está promoviendo intensamente su iniciativa de la Franja y la Ruta, un enorme proyecto comercial y de desarrollo en el que participan alrededor de 68 países, desde sus vecinos más cercanos en Asia central hasta el este de Europa. Invertirá al menos 150 mil millones de dólares al año en el proyecto en sí.
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Ahora está tratando de conseguir apoyos para su proyecto poniéndole música. Hace poco, el Diario del Pueblo —el periódico del Partido Comunista— publicó un video musical extraordinario, titulado Me gustaría construir un camino para el mundo, con la música del icónico comercial de Coca Cola de la década de 1970, I'd like to teach the world to sing...
La letra de la versión en chino es muy evocadora:
Me gustaría enseñarle al mundo a cantar, en perfecta armonía
Me gustaría contarle al mundo una verdad, y llevarla en el corazón
Es la Franja y la Ruta lo que el mundo quiere hoy
Es la esperanza que anunciamos, con la franja y la ruta
Es la Franja y la Ruta, pon atención
Lo que el mundo necesita hoy, es lo mejor.
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El video incluye a un grupo diversos de cantantes, incluidas mujeres con el cabello totalmente cubierto con pañoletas pese a que la dirigencia china ha estado reprimiendo la devoción al islam.
Esta represión también se está dejando sentir en millones de cristianos de Beijing y varias provincias, en donde se han destruido iglesias, se han quemado biblias y se ha obligado a los cristianos a firmar su renuncia a su religión. China niega dichos abusos.
El régimen está exigiendo lealtad en casa en una época en la que enfrenta desafíos potenciales a su existencia procedentes del extranjero… particularmente de Trump.
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En el extranjero, el gobierno chino librará una batalla contra Taiwán con el fin de afianzar su dominio en la isla rebelde, mientras que parece que a Trump no le importa mucho una cuestión que para Xi es esencial.
Pudimos ver un indicio de lo importante que es esta cuestión para China en el Foro de las Islas del Pacífico que se llevó a cabo en el pequeño Estado insular de Nauru, uno de los últimos aliados de Taiwán en Asia. El presidente de Nauru les negó el micrófono a los representantes chinos, quienes abandonaron la reunión indignados.
Como China ansía tener buenas relaciones en esta región del Pacífico Sur como parte de la expansión de su presencia naval militar, esto indica que China está dispuesta a defender sus intereses a toda costa. Todo esto tiene que ver con otras inquietudes respecto a la región: China está expandiendo su presencia militar en el mar de China del Sur construyendo islas artificiales en canales marítimos clave. Australia logró hace poco impedir que el gobierno chino financiara una gran base militar en el Estado insular de Fiji.
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Pero es obvio que China no se rendirá.
Ninguno de estos indicios es bueno para un Estados Unidos que está a punto de entrar en una guerra comercial tan dañina para Estados Unidos como para China. Aunque el sistema autocrático chino puede soportar varios desafíos, pero las bases del sistema democrático son más frágiles. Parece que China cree que está ganando en todos los frentes, lo que podría prolongar e intensificar un conflicto de esta clase.
Es más, si Trump cree que los tratados comerciales con México, Japón y Canadá (que aún son inciertos) van a provocar que China negocie más en serio, podría estar juzgando mal la disposición de Xi Jinping, quien Trump reconoce que fue su mejor amigo.
El diario teórico chino Quishi, un órgano autorizado del Comité Central del Partido Comunista, indica que la verdadera razón por la que Trump se está embarcando en esta guerra arancelaria es mucho más malévola que el simple equilibrio comercial: afirman que está diseñada para obstaculizar a China como principal retador del liderazgo mundial de Estados Unidos.
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Esos motivos tan profundos difícilmente pueden yacer tras la aparente determinación de Trump de provocar una guerra arancelaria total con China. Es más probable que sea una cuestión de atraer a sus bases en Trumplandia. Pese a todo, la idea sin duda es un incentivo importante para que China afiance la determinación de su pueblo —y especialmente de las poderosas filas de su partido — ante la posibilidad de enzarzarse en una prolongada batalla comercial y en consecuencia, la inactividad prolongada del mercado accionario chino y la desaceleración de su economía en general.
Donald Trump haría bien en no ignorar los signos de la determinación firme de un adversario diestro, ingenioso y decidido.
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