(Expansión) – Cualquier inversión en el mundo depende del Periodo de Recuperación de la Inversión (PRI): es un indicador que mide en cuánto tiempo se recuperará el total de la inversión a valor presente. Puede revelarnos con precisión en años, meses y días, la fecha en la cual será cubierta la inversión inicial.
El dia 28 de octubre se realizó un “acuerdo” por el que se modifican los lineamientos que establecen los criterios para el otorgamiento de Certificados de Energías Limpias (CEL) y los requisitos para su adquisición, publicados el 31 de octubre de 2014.
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La modificación principal que ha causado la polémica es en el tiempo de reconocimiento de una central eléctrica (lugar donde generan la electricidad), que indicaba que para tener derecho a recibir CEL por un periodo de 20 años, debió haber entrado a operar a partir del 11 de agosto de 2014 y todo planta antes de esta fecha no.
El acuerdo emitido en 2019 indica que eliminó la fecha en el párrafo segundo a donde indica: Las Centrales Eléctricas Legadas, previstas en la Ley de la Industria Eléctrica que generen energía eléctrica a partir de fuentes de Energías Limpias, quedando abierto el tiempo.
Establecido que no existe tiempo de inicio de operación de una planta para reconocer para tener un certificado CEL (Certificados de Energías Limpias), entran dos cuestionamientos en los que radica la polémica:
1. La amortización de una nueva inversión dependía de cuántos certificados podría reconocer para reducir el tiempo de la recuperación de la inversión del dinero (PRI). Un cálculo de un proyecto normal sin CEL debería recuperar entre 20 a 30 años, pero al introducir la variable CEL podría reducir entre 10 a 20 años, dependiendo del producto, dando a pie a tener una generación de electricidad de bajo costo, como lo observado en la subasta eléctrica.
2. El reconocimiento de plantas a toda aquella que genere electricidad limpia con CEL y ayudará a tener un dinero adicional en el flujo de efectivo generado por los certificados en sus ingresos, lo que da pie a tener una utilidad mayor. Para una planta que ha sido recuperada es buena la inversión y dentro de su balance será cero su depreciación (puede realizar reconfiguración o mejorar la planta, reconocerla como un inversión, pero será mínima comparada con una inicial). Ahora la decisión radica con el circulante adicional empleado para mejorar la planta o para reducir el costo de generación al usuario final.
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El dilema ahora será en el modelo de negocio que tendrá que adaptar entre ser una nueva planta o la que opera ya con un tiempo dentro del mercado, que deberá ser el único beneficiado el mercado, y al final el usario, quien tendrá la posibilidad de tener acceso a energía barata.
Determinada la nueva regla del mercado, ahora debemos entender que existe una confusión de la definición de qué es una energía limpia, al asumir que la solar y la eólica son las únicas que pueden ser consideradas.
Una energía limpia dentro del mercado mexicano son todas aquellas tecnologías consideradas de bajas emisiones de carbono conforme a estándares internacionales. La eficiencia mínima para que cualquier otra tecnología se considere de bajas emisiones de carbono conforme a estándares internacionales, o bien, para que la Secretaría de Energía y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales determinen que sean energías limpias, se basará en una tasa de emisiones no mayor a 100 kg/MWh de CO2 generado en cada central eléctrica. Al emitir CO2 indica que deberá considerarse a la quema de cualquier combustible que no genere en la combustión dicha cantidad.
La diferencia con la energía creada de recursos naturales como la eólica y/o solar, que no utilizan combustible, es la no emisión de contaminantes a la atmósfera; ahí radica la estigmatización de considerar la energía renovable como la única limpia en el mercado mexicano por no generar CO2. La energía renovable es parte de la limpia.
Energía limpia contempla en el articulo tercero de la ley de la industria eléctrica fracción XXII y parte integral en la ley de transición energetica al: viento, radiación solar, energía oceánica, geotérmica, bioenergéticos, aprovechamiento del poder calorífico del metano y otros gases. La energía generada por el aprovechamiento del hidrógeno, hidroeléctricas, nucleoeléctrica, cogeneración eficiente, centrales térmicas con procesos de captura y almacenamiento geológico o biosecuestro de bióxido de carbono, tecnologías consideradas de bajas emisiones de carbono conforme a estándares internacionales al utilizar combustible, entre otros.
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Definido el modelo de negocio en el mercado ahora deberán crearse incentivos para diversificar, el cómo puede haber generación con diferentes tecnologías para el objetivo final: reducir la emisión de C02 y bajar el costo al usuario final.
México requiere un plan de nación energético de largo plazo, no formado de acuerdos modificables, sino de metas específicas.
Nota del editor: Ramses Pech es analista de la industria de energía y economía. Es socio de Caraiva y Asociados-León & Pech Architects. Síguelo en Twitter como @economiaoil . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.