En los primeros tres meses de 2021, creció 5.3% respecto al cierre de 2020. Este crecimiento se debe principalmente a la reactivación económica, en particular la de las cadenas productivas con Estados Unidos.
A pesar de que el crecimiento de la inversión respecto a diciembre de 2020 suena a una buena noticia, hay que considerar los siguientes factores. Por un lado, los estragos de la pandemia del COVID-19 en la economía mexicana afectaron más a la inversión que a otros motores de la economía, como el empleo o las exportaciones.
Además, la inversión en México carga con estragos que iniciaron antes de la crisis; desde el último trimestre de 2018 la inversión en México no ha visto crecimientos anuales y para alcanzar su nivel histórico más alto, que se dio en 2015, tendría que crecer 21% todavía.
Por otro lado, la recuperación actual se está basando en factores externos como el crecimiento económico global y la rápida recuperación de Estados Unidos. El mercado interno sigue debilitado. Hace falta una respuesta nacional que mejore la calidad de los empleos y la competitividad de la economía mexicana en el mediano y largo plazo para realmente hablar de una recuperación. Actualmente la inversión solo equivale al 19.4% del PIB, cuando requeriría representar al menos un 24% para detonar un crecimiento económico significativo.
En México, la inversión privada es el principal motor de formación de capital. Sin embargo, se ha debilitado desde finales de 2018, principalmente debido a mayor incertidumbre y percepción de riesgo en el país. Por su parte, no solo el gobierno no ha invertido para contrarrestar la crisis, sino que la inversión pública se contrajo más de 6% en el último año. Su proporción como porcentaje del PIB se ha mantenido estancada desde 2018 en menos de 3%.
La inversión es el principal motor para el crecimiento económico y no se ha detonado en México. Hace falta fomentar la certidumbre y seguridad para incentivar la participación de la inversión privada en la economía mexicana; un Estado de derecho sólido. Asimismo, el país necesita más inversión pública, pero también cuidar que esté enfocada en proyectos productivos y con rentabilidad social alta.