El ejemplar de un diario de Los Ángeles en 1988 estaba dedicado a cómo podría verse la ciudad en el 2013 y proponía, entre otras cosas, verificación de huella digital en los cajeros automáticos y en accesos a edificios públicos, computadoras en los salones de clase, teléfonos “inteligentes” y robots caseros. Otra predicción del mismo diario incluía el envío electrónico a una computadora personal, de ejemplares de los diarios.
Otra profecía era la desaparición de algunos aparatos electrónicos (televisores, reproductores de DVD, estéreos) para ser sustituidos por delgadas pantallas, similares a la de “Los Supersónicos”, en las que se podrá elegir cualquier opción de entretenimiento y un sinnúmero de canales.
Apenas empezaba a emplearse el internet en México, con módems externos que requerían una línea telefónica dedicada, cuando en 1994 una famosa empresa mostró lo que sería un diario en una tableta poco más grande de las que las que actualmente conocemos, haciendo mucho de lo que hoy hacemos en ellas.
Esas predicciones se han vuelto realidad. Pero seguramente hoy se podrían hacer nuevos vaticinios relacionados con los medios de comunicación gracias a la inteligencia artificial y al metaverso, esa innovación tecnológica que tiene el potencial de impactar todo, desde el compromiso de los empleados hasta la experiencia del cliente, las ventas y el marketing mullticanal, la innovación de productos y la creación de comunidades.
Hoy los videos sobre noticias escritas, videos interactivos y microvideos para compartir en redes sociales son usuales, y ya son familiares palabras como ‘webdocs’, ‘multimedia’, ‘crossmedia’, ‘transmedia’, ‘cómic periodístico’, ‘periodismo inmersivo’ o ‘periodismo dron’, todos los cuales nos pueden llevar a un futuro que volverá a transformar nuestras vidas y la forma de relacionarnos con los medios de comunicación.
Si seguimos en la línea de imaginar el futuro, creo que, por ejemplo, será posible ver en los parabrisas de los autos autónomos una versión electrónica de información de los últimos 30 minutos de un periódico, y se podrán desplegar de igual forma ejemplares anteriores (en minutos o días); el cambio de páginas y acercamientos se podrán realizar con controles en el volante. Esto mismo podrá suceder en los vidrios de las ventanillas traseras en beneficio de los acompañantes (además de que se podrán desplegar algunos entretenimientos para los pasajeros).
No veo lejano el momento en que el reportero dicte su nota a un teléfono inteligente que decodificará la información en texto, aplicando correcciones de sintaxis y sin faltas de ortografía, antes de enviarlo a su redacción a través del mismo aparato. Asimismo es posible que pronto llegue la tecnología sin pantalla, misma que será sustituida por lentes o relojes de pulso, lo que obligará al periodista a ‘pensar’ la información, respecto a ese nuevo formato, y exigirá determinados cambios a la hora de elaborar el contenido.