Ahora estamos en vísperas de otro momentum. La prensa sostiene que las grandes empresas tecnológicas están frente a una nueva crisis. Ciertamente, los escándalos por los despidos son la gasolina para encender la coyuntura, pero todo parece indicar que lo que está pasando es una corrección en las expectativas que la industria generó a lo largo de los años.
Contexto
Las plataformas tecnológicas que tenemos hoy son producto de una generación tecnológica poco apreciada por el público, pero que para los analistas ha hecho toda la diferencia. Esto tiene que ver con el brinco de la tecnología 3G a la 4G. La 3G nos permitió tener banda angosta, y navegar mal y caro por internet, para tener nuestra oficina móvil. Todas las plataformas tenían no más de 200 millones de usuarios en computadoras de escritorio, pero la 4G transformó el ecosistema digital y así todas las plataformas se volvieron globales y con más de 2,000 millones de usuarios.
Vino un estado de innovación constante, las redes de telecomunicaciones se transformaron en mercados y el internet también. Surgió la ‘era del acceso’, en la que nadie quería la propiedad de las cosas, sino tener acceso a fondos de catálogos de propiedad intelectual. Es decir, ya nadie quería discos físicos sino fondos de acceso de catálogos de música; ya nadie quería la propiedad de libros, sino una herramienta para refrescar la experiencia de lectura; ya nadie quería formatos de películas sino streaming…
Hoy, las plataformas no serían tan poderosas si no fuera por el mundo 4G. En un periodo de 12 años hemos visto evolucionar nuevos modelos de negocio y en los últimos cuatro nacieron las fintech y las criptomonedas. A lo largo de todos estos años, las compañías más grandes no pararon de crecer y el mercado las acompañó invirtiendo en ellas.
La pandemia digitalizó nuestras vidas y esto generó un optimismo exacerbado por parte de las empresas de tecnología digital. Por un lado, las empresas de infraestructura de telecomunicaciones conectaron a más personas y se vieron obligadas a ofrecer una mejor calidad y servicio. Por su parte, las plataformas digitales empezaron a crecer de forma desmedida.
Es momento de pagar el precio
“Las empresas padecieron de optimismo y empezaron a contratar mucho personal, pero la demanda agregada provocada por un elemento exógeno (pandemia) no iba a mantener la demanda de servicios e íbamos a tener que retroceder a un estado de normalidad, que no quisieron ver las empresas tecnológicas. El furor era enorme y ahora estamos empezando a ver las consecuencias”, complementa Jorge Fernando Negrete, presidente de Digital Policy & Law Group.
“Las grandes empresas de tecnología siguen siendo muy poderosas, tienen una mirada más allá y están avanzando en investigación y desarrollo, pero estos son procesos naturales de corrección ante expectativas infladas y retornos reales de ingreso”, afirma Sebastián Cabello, experto en políticas públicas digitales y CEO de SmC+Digital Public Affairs.
Esta crisis se enmarca en el entorno recesivo, pero impacta de manera distinta en los distintos jugadores y regiones. Así, explica Jorge Fernando Negrete, en cuanto a conectividad, América Latina está en la tormenta perfecta pues registra altos precios de espacio radioeléctrico, algunas de sus monedas ya empezaron a devaluarse y hay una guerra de tarifas a la baja. Por lo tanto, hay menos despliegue de conectividad, menos infraestructura y poca caja por parte de los operadores de telecomunicaciones.
En tanto, algunas plataformas digitales emitieron obligaciones para generar inversión y capitalizarse. Estaban acostumbradas a muchísima utilidad y ahora tienen que pagar la cuenta. Por ejemplo, las rondas de financiamiento para invertir en los unicornios ya disminuyeron y ahora los inversionistas ya no quieren el storytelling, sino resultados en sus estados financieros. Las criptomonedas, a su vez, viven días oscuros.
Sin embargo, la hegemonía de las Big Tech no está en duda. Las que lideran la nube, las redes sociales, los sistemas operativos, seguirán peleándose el trono. Ahora viene 5G, se liberarán enormes capacidades de cómputo, la tecnología estará absolutamente metida en la ‘nube’, se acelerarán los procesos de transformación digital y surgirán nuevas cadenas de valor.
“Hay que pensar los negocios de internet con una visión muy a futuro. Para estas empresas, la clave y su principal dilema está en volverse gatekeepers, que son aquellos que tienen la puerta por la que todos tienen que pasar más adelante en el futuro”, explica Sebastián Cabello.