Planea una boda de ensueño en este castillo

Los autos se quedan en la entrada del pueblo y los invitados tienen que subir por antiguos senderos para burros, cubiertos de rocas de las lomas.
El castillo, que estuvo abandonado durante siglos, fue una ruina donde dormían perros y ovejas, pero ahora es una "joya", como dice el alcalde de Roccascalengna.

(CNN) - ¿Alguna vez soñaste con dar el sí en un castillo de cuento de hadas en Italia? Pues hora puedes alquilar uno por poco más de 2,000 pesos… y el lugar será exclusivamente tuyo.

Roccascalegna, un poblado medieval en la región central de Abruzzo, alquila su fortaleza sorprendente para bodas, cocteles, cumpleaños, aniversarios y otros eventos importantes por un precio de risa.

El alcalde, Domenico Giangiordano, espera usar el castillo recién remodelado para reavivar al pueblo -cada vez menos poblado- y transformarlo en una sede exclusiva de cien euros (unos 2,300 pesos) por evento.

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"Es una cuota muy baja, prácticamente una propina. Nuestro objetivo no es recaudar dinero, sino usar este lugar único para reactivar la economía local atrayendo a una clientela de élite a la que le encantan los sitios pequeños, alejados del camino trillado", dijo Giangiordano a CNN Travel, mientras admiraba la vista que se extiende de los picos nevados de los Apeninos al azul distante del mar Adriático.

Conocido como el Castillo en el Cielo, este edificio de 700 metros cuadrados cuenta con una capilla para bodas y una torre para cocteles nocturnos; los antiguos calabozos y salones de tortura se adaptaron para las cenas a la luz de las velas y para brunches de negocios.

Unos reflectores iluminan los escarpados escalones de piedra y los jardines interiores. De los bastimentos sobresalen balcones de hierro y pisos de vidrio; las ventanas estrechas tienen vista a un cañón de vegetación exuberante. Es el sitio ideal para una sesión de fotos al atardecer.

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Este no es un poblado ordinario en las lomas italianas.

El castillo de Roccascalegna se eleva sobre una saliente de basalto. Esta saliente rocosa se extiende sobre prados salpicados de flores, olivos y graneros. Es un sereno rincón del paraíso.

En la pintoresca aldea, en donde unas higueras púrpura muy peculiares florecen junto con los arbustos de granada en las enormes rocas que bordean las calles, es más probable que te topes con unas gallinas que con personas.

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Las invasiones piratas

La serenidad de Roccascalegna oculta un pasado tormentoso. A lo largo de los siglos fue presa de las invasiones bárbaras, de las tropas enemigas y de las incursiones de piratas.

El área tenía el ominoso nombre de Valle de la Muerte. Ahora, busca la redención.

"El castillo estuvo abandonado por siglos. Era una ruina en la que dormían las ovejas y los perros. Mírenlo ahora: es una joya", mencionó Giangiordano.

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Pese a la belleza de la zona, Roccascalegna no ha llamado la atención de los turistas que acuden en hordas a otras partes de Italia.

Hay unos cuantos bares y posadas. Algunas viejas cabañas de piedra se han remodelado y otras tantas están en ruinas y se venden por 20 mil euros (unos 450 mil pesos).

Al castillo solamente se puede llegar a pie, así que el lugar es aún más exclusivo.

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No hay caminos que lleguen. Los autos se quedan en la entrada del pueblo y los invitados tienen que subir por antiguos senderos para burros, cubiertos de rocas de las lomas.

Para facilitar el acceso, el alcalde ofrece ayuda como planificador de bodas. También te ayuda con el transporte y la logística y tendrás unas minivanes a tu disposición.

Giangiordano también puede coordinar los servicios de banquetes con productos de primera de la región. Los invitados tendrán que prepararse para que su cintura quede hecha añicos, ya que la comida rústica local es deliciosa, pero rica en calorías.

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Nada de tacones altos

Entre las especialidades de la carta para las fiestas están las pallotte cace e ova (albóndigas con queso pecorino de oveja y huevos), la pizza Scima (una pizza de vino blanco y aceite de oliva), las brochetas de cordero arrosticini, el pay de queso fiadone de ricota y unos waffles crespelle agridulces.

El pane porchettato, un gran pan artesanal relleno de cerdo rostizado sin huesos, es una receta patentada de la anciana que dirige la panadería del pueblo. También prepara pasteles de bodas tradicionales como los taralli, unos bizcochos con azúcar glass en forma de corona de princesa que se regalan a la novia y a los invitados.

La única desventaja es la limitación del código de vestimenta. La caminata al castillo puede ser difícil y las novias se verán en aprietos para llegar al altar si llevan un vestido de cola larga.

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Se recomienda que lleves zapatos para senderismo o tenis, o mejor aún, que vayas descalzo. Se sabe que hasta los burros se han atorado entre los escalones de piedra.

"Una pareja no podía parar de reír. La novia llevaba un vestido largo de seda, zapatillas de tacón de aguja y dedos al descubierto. El novio iba descalzo; cargó a la novia y la llevó hasta el altar", cuenta Marcello Giangiordano, guardián y guía del castillo, sin parentesco con el alcalde.

Quienes logran terminar el ascenso reciben como recompensa un paisaje impresionante y litros y litros de aire limpio.

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El fantasma sin cabeza

Unos arcos de roca llevan al salón de banquetes, que era un sótano en el que los ejércitos almacenaban alimento durante los sitios. Dentro de la torre de la prisión, las luces brillan dentro de viejos inodoros medievales.

Los entremeses se sirven en salones escalofriantes, en los que se exhiben herramientas de tortura. Los calabozos del sótano parecen salidos del infierno de Dante: entre más horripilante el crimen, más profunda la celda.

El lugar tiene su propio inquilino. Se dice que está encantado por el fantasma sin cabeza del barón Corvo de Corvis, quien implementó la costumbre medieval de acostarse con todas las recién casadas de la aldea hasta que un esposo despechado lo mató a puñaladas.

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Desde hace siglos, la mano ensangrentada del barón ha marcado los muros del castillo. Su armadura está en exhibición, pero sin el yelmo. "Aquí han dormido cazafantasmas: oyeron los gritos del barón, corriendo por todas partes como un loco", cuenta Marcello.